La Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue fundada en San Francisco, California , en octubre de 1945 , al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Vino a reemplazar a la Sociedad de Naciones (SDN), fundada en 1919, ya que dicha organización había fallado en su propósito de evitar otro conflicto internacional.
Sus objetivos han sido facilitar a nivel global la cooperación en asuntos como el Derecho internacional, la paz y seguridad internacional, el desarrollo económico y social, los asuntos humanitarios y los derechos humanos. Desde su creación hasta la actualidad se han sucedido distintas guerras alrededor del mundo, sin que este organismo tenga mayor incidencia ni logre buenos resultados en la resolución de las mismas. Sería hora de rever su constitución, en especial la composición de su Consejo de Seguridad, con sus cinco miembros permanentes con derecho a veto que paralizan constantemente cualquier tipo de decisión o avance en la resolución de los conflictos armados alrededor del mundo. La guerra en Siria es un claro ejemplo de su ineficiencia donde ni siquiera puede hacer llegar ayuda humanitaria siendo esto un papelón con mayúsculas.
El Consejo de Seguridad esta formado por 15 países, de los cuales 5 son miembros permanentes con derecho a veto. Estos son: EEUU, Francia, Reino Unido, China y Rusia. Cualquier resolución emitida por el Consejo puede ser vetada por cualquiera de estos miembros. Los 10 asientos restantes son rotativos y se cambian cada dos años por votación entre los 193 países miembros de la organización. Los tiempos cambian y las instituciones deben readaptarse efectuando las modificaciones necesarias para cumplir de manera más eficiente y eficaz con los fines para los que han sido creadas.
Desde comienzo de año, el Consejo de Seguridad ha discutido no menos de 18 veces el tema de la guerra en Siria, y ha dedicado otras 13 sesiones a los sucesos recientes en Ucrania. Esto ha sido el máximo logro, discutir y hablar sin resolver nada. No ha aportado una hoja de ruta para ayudar a resolver los conflictos.
En el caso de Siria, Rusia ha vetado tres resoluciones en tres años, que condenaban al régimen sirio de Bashar Al Assad, por ser este un protegido del presidente ruso Vladimir Putin. Recién en febrero del 2014 el Consejo logra aprobar la resolución de ayuda humanitaria a Siria con el apoyo de Rusia y China. Para este entonces Rusia vio conveniente ceder ya que enfrentaba un conflicto en Ucrania donde su aliado y presidente, Víctor Yanukovich, estaba siendo acorralado por las revueltas . Esto demuestra que al final todo es una cuestión de conveniencias, de tira y afloje entre las grandes cinco potencias con poder de veto, mientras los demás pagan el pato.
La guerra civil en Siria lleva ya más de tres años, con un escalofriante saldo de 150.000 muertos, según datos difundidos por el Observatorio Sirio de Derecho Humanos (OSDH). De este total de muertos, 51.212 son civiles y 7.985 son niños. El resto son soldados y combatientes de uno y otro bando. Yo me pregunto ¿ quién está velando por los derechos humanos de estos inocentes? ¿ Cuántos más van a tener que morir para que algo cambie? Seguramente el pueblo sirio entero se debe estar preguntando que pasa en el mundo que se han olvidado de ellos.
En la resolución aprobada, el Consejo de Seguridad exige a todas las partes, en particular a las autoridades sirias, que permitan el acceso al país, en forma rápida y segura, de las agencias humanitarias de la ONU y sus colaboradores a través de las líneas de batalla y de las fronteras. De no permitirlo, el Consejo de seguridad promete tomar ” medidas adicionales”. En el escrito se condenan los excesos de ambas partes involucradas en el conflicto sirio y se exige el cese del uso de armas contra zonas pobladas, incluido uso de artillería, bombardeos aéreos y el uso de barriles cargados de explosivos. Todos estos métodos son los que han sido utilizados en forma abusiva por el régimen de Bashar Al Assad en los últimos meses. Esto deja en evidencia nuevamente las fallas que expone esta estructura: la resolución está, pero no se cumple.
La dimisión presentada esta semana por el mediador de la ONU, el diplomático argelino Ladjar Brahimi, frente a la falta de progresos en las negociaciones para poner fin a la guerra, pone de manifiesto una vez más el fracaso del arbitraje político por parte de la ONU. Dos años antes, en el 2012, quien renunciaría sería Kofi Annan. Brahimi intentó en vano reunir en mesa de diálogo tanto a la oposición como al régimen sirio. Sólo logró una semana de alto el fuego en Homs y dos rondas de negociaciones en Ginebra. Su renuncia está directamente relacionada con la candidatura presentada por Al Assad para participar como candidato en las elecciones del próximo 3 de junio, donde se cree con firmeza que ganará cómodamente un tercer mandato por los próximos siete años. Bashar Al Assad no sólo no perdió poder sino que lo acrecentó. En los últimos tiempos el régimen sirio afianzó su control sobre las ciudades más importantes y carreteras estratégicas, relegando a los rebeldes a las zonas fronterizas.
Hoy la mediación política en Siria pierde aún más fuerza por el desinterés demostrado por los Estados Unidos , cuya prioridad número uno es Ucrania.
El Consejo de Seguridad ha padecido de una inutilidad para resolver conflictos precisamente por el poder de veto, otorgado en su creación a sus miembros permanentes. Los mismos lo han utilizado para bloquear cualquier medida a conveniencia o para proteger a sus aliados. La parálisis con respecto a Siria marca un nuevo nivel de disfunción, dando impulso a todos aquellos que claman por una reforma en la composición del Consejo y la implementación del poder de veto. No solo ha fracasado en detener la guerra civil en Siria, sino lo que es peor aún, ha sido incapaz de proveer ayuda humanitaria a los más de 9 millones de necesitados sirios.
Desde 1990, Estados Unidos ha usado su poder de veto 16 veces y Rusia 11. Francia por su lado propone limitar el uso del veto, pero ningún otro miembro se ha hecho eco públicamente. Existen numerosas propuestas para expandir el número de miembros del Consejo, reflejando así los cambios de la dinámica del poder global desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero aún no se han generado ninguno de estos cambios.
Los abusos a los derechos humanos en Siria continúan, sin señal alguna de llegar a un acuerdo entre los miembros del Consejo sobre si referir o no el tema a la Corte Internacional de Justicia. También ha fallado en señalar una nueva crisis que demanda, según la Organización Mundial de la Salud, de una acción inmediata conjunta: el rebrote de polio. Camiones con trigo, antibióticos y mantas están varados en la frontera de Siria sin poder entrar. El Reino Unido ha decidido proveer con fondos a agencias no gubernamentales que puedan entrar sin el consentimiento del régimen sirio, en lugar de dárselos a los grupos pertenecientes a la ONU.
Es hora de dejar de hablar y empezar a actuar. Es de necesidad y urgencia una reforma de este importante organismo internacional que ha quedado anacrónico e incumple con las funciones para las cuales ha sido creado.