La política siempre tiene explicaciones para la acción, para la inacción o para el error. Lo cierto es que ni el año nuevo, ni las vacaciones o la ilusión de ellas logran descontracturar a una sociedad que sigue siendo binaria. En los unos y los otros están las explicaciones que repiten o elucubran según si creen en Mauricio Macri o no. Lo cierto es que el Presidente, que prometió “el arte del consenso”, echó mano mucho más temprano que tarde al arte de los decretos de necesidad y urgencia (DNU).
De acuerdo a cómo se desenvolvió el proceso político en Argentina el año pasado, donde, para ganar el ballotage, Macri contó con la adhesión de votantes que no lo habían elegido previamente a él, era de esperar que el Gobierno de Daniel Scioli, que perdió o el de Macri, que ganó, se hubiese conformado como coalición. Esto no ocurrió. Todo hacía suponer, entonces, que en el Congreso se produjese la tan mentada coalición.
Como no se concretó, Macri cometió sus primeros errores políticos al atropellar al Poder Legislativo a través de decretos que, prima facie, no aparecen sostenidos en una lógica necesidad y una total urgencia. Claro que la política, para quien gobierna, puede responder al otro 50% de la biblioteca, justificando lo que la realidad puede negar, tal como ocurrió con los candidatos a integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Continuar leyendo