La política siempre tiene explicaciones para la acción, para la inacción o para el error. Lo cierto es que ni el año nuevo, ni las vacaciones o la ilusión de ellas logran descontracturar a una sociedad que sigue siendo binaria. En los unos y los otros están las explicaciones que repiten o elucubran según si creen en Mauricio Macri o no. Lo cierto es que el Presidente, que prometió “el arte del consenso”, echó mano mucho más temprano que tarde al arte de los decretos de necesidad y urgencia (DNU).
De acuerdo a cómo se desenvolvió el proceso político en Argentina el año pasado, donde, para ganar el ballotage, Macri contó con la adhesión de votantes que no lo habían elegido previamente a él, era de esperar que el Gobierno de Daniel Scioli, que perdió o el de Macri, que ganó, se hubiese conformado como coalición. Esto no ocurrió. Todo hacía suponer, entonces, que en el Congreso se produjese la tan mentada coalición.
Como no se concretó, Macri cometió sus primeros errores políticos al atropellar al Poder Legislativo a través de decretos que, prima facie, no aparecen sostenidos en una lógica necesidad y una total urgencia. Claro que la política, para quien gobierna, puede responder al otro 50% de la biblioteca, justificando lo que la realidad puede negar, tal como ocurrió con los candidatos a integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El presidente Macri tiene muchos frentes abiertos y para que se cumpla lo que él ha pedido en estas últimas horas: “No me dejen solo”, es necesario que no quiera estar solo. La gente, el ciudadano, el pueblo al que él le pide contención está representado por legisladores, por gobernadores, por intendentes; es con ellos con quienes Macri debe acompañarse.
Esta petición la realizó el ingeniero Presidente junto a la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, a raíz de un tema que ojalá pudiese exterminarse a través de un DNU: el narcotráfico y el delito. Lo cierto es que este bajo mundo muy presente en Argentina lleva a los Gobiernos de Vidal y de Macri a un desgaste político que los muestra en esto improvisados y desorientados.
El criminólogo Claudio Stampalija indicó: “La fuga de Lanatta & Cía. es propia de un país bananero. Soy un especialista en el conocimiento de fugas en el mundo, pocas veces se vio algo así. Esto es el correlato del Gobierno anterior. La bonaerense hace 12 años que se maneja a sí misma. El Gobierno de Buenos Aires asumió en este tema sin la información necesaria y sin realizar los cambios que debía hacer en las primeras 24-48 horas. Respetuosamente digo que no se puede ser tan naïf en un tema como la seguridad”. Remató: “En materia de seguridad las políticas en Argentina tienen que ser fundacionales”.
El ex candidato a presidente Sergio Massa coincidió con el Dr. Stampalija en cuanto a la imperiosa necesidad de reformar seriamente la bonaerense para desarmar su autogobierno, porque, de lo contrario, observó Massa, se va a terminar llevando puesto al sistema político entero de la provincia.
Diríamos que es necesario cortar la cabeza de la hidra para evitar que se traslade a todo el territorio nacional. La gravedad del tema hizo que Massa se acercara a Vidal con total predisposición de colaboración. Así como el triunfo de Macri tuvo como protagonista a María Eugenia Vidal, el éxito o el fracaso del Gobierno nacional depende de los resultados que obtenga Vidal en Buenos Aires, aunque esta observación suene prematura.
Otro de los frentes abiertos para el Presidente, y no de menor importancia, es el impacto inflacionario de la devaluación. Lo interesante sería que su Gobierno pudiera trascender a la urgencia de encorsetar las paritarias y poner en marcha un acuerdo económico social que vaya más allá de la crisis y el corto plazo. Un proyecto que emula al que por Constitución existe en España fue presentado al Congreso argentino por el diputado Ignacio de Mendiguren. Su puesta en marcha implica consensos, ritmos de crecimiento, desarrollo, previsibilidad. Consultado al respecto, el autor del proyecto cree que aún el Gobierno no está decidido a su aplicación. De Mendiguren sostuvo: “En Argentina no ha funcionado por que sólo se lo convoca en momentos difíciles para zafar; pero para que dé resultado debe construir el largo plazo”.