Nuevos viejos temas de la política argentina

Concluida en parte la decadente saga de fuga y vuelta a la cárcel de los Lanatta y Cía., tres asesinos sicarios, el presidente Mauricio Macri declaró, con enorme franqueza: “Como estamos no podemos combatir al narcotráfico con éxito”. Luego del show poco profesional de los ministros de Seguridad, el Presidente voceó una dosis de sensatez. Claro que se debería llegar al poder con ideas concretas de lo que hay por hacer y no haciendo de cada realidad un globo de ensayo para intentar aprender o errar menos. El episodio no concluyó. Nadie ha informado aún con claridad sobre lo ocurrido y la cadena de complicidades. Tal vez lo más destacable es que este tema, al igual que un cuerpo desnudo, pone en evidencia las zonas que gritan “urgencia”. Hubo descabezamientos cupulares de fuerzas que están para combatir al delito, ahora falta asumir y aceptar que se debe planificar de qué manera se rompe con la cadena de impunidades que el delito impuso en Argentina como política de Estado narco.

La gobernadora María Eugenia Vidal viene poniendo una buena dosis de política a su Gobierno. Fue clara desde el inicio con la situación en que recibió a su provincia y ha logrado conquistar desde la minoría la aprobación del presupuesto. Continuar leyendo

Costillas rotas en las instituciones argentinas

El presidente Mauricio Macri inauguró su primer mes de gobierno a sangre y fuego. La fuga de tres marginales del delito devenidos en sicarios tuvo en vilo a varios Gobiernos: el nacional y los de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. La característica de esta fuga fue que los protagonistas contaron con la complicidad de amigos y familiares para luego sobrevivir en libertad el día a día mientras duró su raid; y seguramente de un sector político-policial, con el interés de fomentar el escándalo. El aliado inesperado con el que contaron los tres prófugos para suplantar la ausencia de su logística fue la falta de coordinación de las fuerzas de seguridad intervinientes en su captura.

Queda claro que la fuga encontró a la gobernadora bonaerense Vidal no sólo sin una reacción acorde, sino además sin generar los cambios pertinentes para impulsar las transformaciones necesarias en este terreno. Lo actuado hasta aquí, más allá de los traspiés o las desinteligencias comunicacionales del fin de semana, muestra que es prioritario que el Presidente, para dar cumplimiento a lo prometido en campaña: pobreza cero y combate al narcotráfico, convoque a los gobernadores y los representantes políticos de otras fuerzas a elaborar un plan que se convierta en política de Estado. Continuar leyendo

Descabezar la hidra

La política siempre tiene explicaciones para la acción, para la inacción o para el error. Lo cierto es que ni el año nuevo, ni las vacaciones o la ilusión de ellas logran descontracturar a una sociedad que sigue siendo binaria. En los unos y los otros están las explicaciones que repiten o elucubran según si creen en Mauricio Macri o no. Lo cierto es que el Presidente, que prometió “el arte del consenso”, echó mano mucho más temprano que tarde al arte de los decretos de necesidad y urgencia (DNU).

De acuerdo a cómo se desenvolvió el proceso político en Argentina el año pasado, donde, para ganar el ballotage, Macri contó con la adhesión de votantes que no lo habían elegido previamente a él, era de esperar que el Gobierno de Daniel Scioli, que perdió o el de Macri, que ganó, se hubiese conformado como coalición. Esto no ocurrió. Todo hacía suponer, entonces, que en el Congreso se produjese la tan mentada coalición.

Como no se concretó, Macri cometió sus primeros errores políticos al atropellar al Poder Legislativo a través de decretos que, prima facie, no aparecen sostenidos en una lógica necesidad y una total urgencia. Claro que la política, para quien gobierna, puede responder al otro 50% de la biblioteca, justificando lo que la realidad puede negar, tal como ocurrió con los candidatos a integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Continuar leyendo

De la democracia delegativa a la recesión democrática

Las democracias latinoamericanas en las últimas décadas atravesaron distintos procesos. Las sucesivas dictaduras fueron el caldo de cultivo de distintos movimientos armados y también para aquellos que pacíficamente buscaron el regreso y el retorno a la democracia. Chile, Brasil, Perú, Nicaragua, Venezuela, Argentina, Uruguay. Con sus tiempos y a sus modos retomaron la vida democrática. Fue una etapa de protagonismo de los derechos humanos. Y de Gobiernos comprometidos con ello.

Las dictaduras no solo devastaron a sus mejores cuadros políticos, sino que además lo hicieron a nivel económico. Las salidas de estas dictaduras llegaron de la mano de Gobiernos progresistas. La deuda interna no guardaba comparación con su correlato económico externo. Fueron etapas de ebullición en la actividad partidaria. No en todos los casos ocurrió lo mismo, pero, en muchos países aún no fortalecidas las instituciones democráticas, la motivación de perdurar a través de las reformas constitucionales o “acuerdos supra” hicieron el resto. Países, cuyo caso más emblemático quizás sea Brasil, en donde un obrero metalúrgico logra llegar a su máxima conducción para restañar viejas y enormes injusticias, rescata a 50 millones de pobres y termina envuelto junto a la presidente Dilma, su sucesora, en uno de los mayores casos de corrupción política.

Otro ejemplo no menor es Nicaragua, donde el Frente Sandinista, que combatió con armas la dictadura de Anastasio Somoza, llega al poder a través de los votos ciudadanos para resquebrajarse luego y convertirse en un Gobierno que, abrazando la inmoralidad, aumentó el patrimonio personal de Ortega y otros dirigentes hasta superar el presupuesto del país. Continuar leyendo