Nuevos viejos temas de la política argentina

María Herminia Grande

Concluida en parte la decadente saga de fuga y vuelta a la cárcel de los Lanatta y Cía., tres asesinos sicarios, el presidente Mauricio Macri declaró, con enorme franqueza: “Como estamos no podemos combatir al narcotráfico con éxito”. Luego del show poco profesional de los ministros de Seguridad, el Presidente voceó una dosis de sensatez. Claro que se debería llegar al poder con ideas concretas de lo que hay por hacer y no haciendo de cada realidad un globo de ensayo para intentar aprender o errar menos. El episodio no concluyó. Nadie ha informado aún con claridad sobre lo ocurrido y la cadena de complicidades. Tal vez lo más destacable es que este tema, al igual que un cuerpo desnudo, pone en evidencia las zonas que gritan “urgencia”. Hubo descabezamientos cupulares de fuerzas que están para combatir al delito, ahora falta asumir y aceptar que se debe planificar de qué manera se rompe con la cadena de impunidades que el delito impuso en Argentina como política de Estado narco.

La gobernadora María Eugenia Vidal viene poniendo una buena dosis de política a su Gobierno. Fue clara desde el inicio con la situación en que recibió a su provincia y ha logrado conquistar desde la minoría la aprobación del presupuesto.

Dado que el Presidente participará en Davos de distintas reuniones y la canciller Susana Malcorra anunció posibles convenios con México sobre combate al narcotráfico, me parece oportuno recordar lo que me contó el colega Javier Garza sobre el proceso que se dio en su país. Indicó que México tuvo avisos que las autoridades no atendieron. En las ciudades donde hoy la violencia homicida deja decena de cadáveres, asaltos, baleados mensualmente, no fue un proceso repentino. Estos indicios no se quisieron ver hasta que colapsó. El colega mexicano sostuvo: “Así comienza, de a poco”, y mientras la tragedia aumentaba, desde la política se aseguraba que eran hechos aislados (en Argentina hablaríamos de “ajustes de cuenta”). Entre tanto, la maquinaria de cultivar delincuentes trabajaba las 24 horas. Sabemos que Argentina está a tiempo de parar esta enfermedad social, depende de varios factores, entre ellos, la depuración de lo policíaco, la confiscación de los activos provenientes del delito, las severísimas políticas para los corruptos y la llegada a la población vulnerable (niños de 9 o 10 años) antes que el alcohol y la droga.

Nuestro país está atravesado por distintos nuevos viejos temas que pujan por protagonismo. Cada tanto la muerte de algún niño qom nos recuerda que la vieja desnutrición no está tan vieja ni desnutrida. Que la plaga de langostas con la que luchaban nuestros abuelos para no perder las cosechas no quedaron con los viejos arados de mancera, sino que enfrentan la modernización del siglo XXI.

Otro de los nuevos viejos temas que nos atraviesan tiene que ver con el no esclarecimiento de tremendas tragedias. AMIA es una de ellos y por estas horas se recuerda la “extraña” muerte del fiscal Alberto Nisman. A 365 días de este hallazgo no se sabe aún si fue suicidio o asesinato. El Dr. Pablo Lanusse, patrocinante de la mamá del fiscal, Sara Garfunkel, dice no tener dudas: “A Alberto lo mataron por haber desnudado a Cristina Fernández de Kirchner y las implicancias en su pacto con Irán”.

Tal vez el otro de los nuevos viejos temas que aparece en el top ten argentino es la increíble ligazón de lo ilícito, lo espurio entre gran parte de los integrantes de los tres poderes. Aparece a veces, se camufla, pero la red de su telaraña no tiene grietas.

P.D.: Respetuosamente, al equipo de imagen del Presidente, el perro en el sillón presidencial no es la mejor foto para ayudar a captar respeto internacional, ni para despertar interés político fronteras para dentro.