Se vuelve imprescindible que el Gobierno nacional convoque a una concertación social para evitar una nueva y más profunda grieta. Hay momentos en política en que las acciones deben hacerse por convicción o por necesidad. Todo indica que al presidente Mauricio Macri no lo seduce la figura de la concertación, pero ignorarla tendría un costo superior para la ciudadanía y su Gobierno. El Presidente ha dicho que la salida es el diálogo, pero si el diálogo no se acompaña con la escucha, no sirve.
La sociedad argentina parece estar atravesada por distintos tiempos y distintos intereses. A los sectores sociales medios les cautivan los procedimientos televisivos de Guillermo Marijuán, los Báez y los Fariñas. Este sector social todavía al pagar los desbordantes aumentos impositivos eleva sus epítetos al Gobierno anterior, y tiene gran parte de razón: el kirchnerismo, especialmente en su versión Cristina, no dejó estropicio por hacer, pero Cambiemos viene aportando dolor al dolor.
Los trabajadores, los autónomos, los jubilados que viven de un salario y no llegan a fin de mes no están en la sintonía anterior, lo que no significa que no disciernan sobre lo que pasó y que no deseen que los corruptos vayan a la cárcel. Pero su problema es otro, es la urgencia y la necesidad de no sentirse abandonados por el Estado cuando no llegan a fin de mes.
En cuanto a los estratos económicos superiores, que supuestamente deberían apoyar, entender y comprometerse con el actual Gobierno, no lo hacen. En cuatro meses se fugaron cuatro mil millones de dólares. ¡Esto no es ni respaldo ni confianza!
Nadie toma un colectivo con destino al norte si desea viajar al sur. La iteración de aumentos de luz, gas, nafta (con explicaciones de Ripley en boca de uno de los ministros preferidos del presidente Macri), más la apertura de mercados con la importación de productos elaborados, es decir, con mano de obra extranjera incluida, más las lebac al 38%; no pueden hablarnos de una intención gubernativa de generar trabajo genuino y de cortar con la timba financiera. Entonces ¿cómo marchamos con credibilidad hacia una Argentina sin pobreza, es decir, con trabajo? ¿De qué forma el mes que viene la inflación hociqueará?
La semana pasada un multitudinario acto convocado por los representantes del trabajo le señalaron al Presidente que la preocupación que los envuelve es genuina. La respuesta del Gobierno fue muy buena, en ningún momento se ignoró lo ocurrido, ni se agredió ni se desconoció la legitimidad de los reclamos. Es más, el Gobierno ha dicho que comparte la misma agenda, la cuestión es, como señaló Juan Carlos Schmid, de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT): “Que coincidamos en el diagnóstico no significa que acordemos en la forma de resolverlo. Debemos recordar que es el Gobierno el que tiene la responsabilidad de solucionar los problemas”.
Las condiciones para atraer inversiones sólo están dadas en un punto no menor, que es el levantamiento del cepo y el acuerdo con los holdouts. En cuanto al resto de los indicadores (inflación, desocupación, déficit fiscal, más la ausencia de reglas claras), son desalentadores. No obstante, si mágicamente mañana ingresan inversiones, existen dos problemas: primero, que vengan no significa que comience el auge del empleo y, segundo: si deciden venir a Argentina, ¿la infraestructura con la que cuenta nuestro país puede acompañar ese desembarco?
Si el Presidente llama a una concertación social, los ciudadanos que lo votaron y los que no lo hicieron se lo reconocerán. El problema hoy no es vetar una ley que marca la emergencia del empleo, el problema es entender qué les sucede a las personas que tienen que caminar para llegar a una escuela porque no les alcanza para el boleto del transporte. Las que no tienen para comprar la garrafa social y los que no quieren conectarse clandestinamente a la electricidad para paliar el frío. Los que no tienen internet para ver dónde se ofrecen Precios Cuidados. Los que no pueden comprar el remedio para su salud. Los emprendedores y las pymes sopapeadas por la baja del consumo y el aumento de la presión fiscal.
La necesidad de la concertación se basa en que los actores que la integren serán los vasos comunicantes de las distintas realidades que el Gobierno necesita conocer y hoy ignora. Para ser más clara: si la concertación funcionase, es muy probable que en vez de sacarles los subsidios a la gente más destutelada —sean individuos o pymes—, se los habrían eliminado a algún petrolero, más allá de que algún gobernador se enojara.
Flaco favor le está haciendo a su socio político, la Unión Cívica Radical (UCR) al llevarlos a votar en contra de lo que defendieron siempre. El radicalismo es un partido de procedencia nacional y popular y ha votado en contra de tutelar el trabajo y, algo que es peor para la historia de la UCR, avalar a un Gobierno que ha perdido la sensibilidad para con la universidad pública. A las universidades, empezando por la Universidad de Buenos Aires, las ha dejado sin presupuesto de gastos de funcionamiento, ha cortado todos los contratos y quiere que los docentes se conformen para el presente año con un 15%, cuando todas las paritarias no cierran por menos de un 30 por ciento. Pareciese que algún prejuicio en este tema merodea por la cabeza del Presidente. ¿Esta es la manera de apostar por la educación? El propio ministro del área, Esteban Bullrich, ha dicho que sólo uno de cada cien jóvenes de los sectores más humildes puede obtener un título universitario. ¿Hasta cuándo la UCR seguirá doblándose sin quebrarse?
La provincia de Santa Fe ha sido una de las más damnificadas por las inundaciones. Para acomodar un poco la situación, después de este desastre, el Gobierno nacional debería llegar rápidamente con capital para siembra de trigo, por ejemplo. Para tener una idea de la magnitud de lo ocurrido, el desastre en la producción primaria deja una pérdida de alrededor de cuatro mil millones de dólares sólo en Santa Fe; si sumamos la zona centro, la cifra impacta. El ministro Ricardo Buryaile, quien no emerge de la zona productiva por excelencia, no está rápido de reflejos para entender y actuar en consecuencia.
Se llevó a cabo en Rosario el Cuarto Congreso Nacional de la Red Antimafia. La conclusión es que la corrupción se ha vuelta endémica, miles de familias la padecen dado que la corrupción mata y lamentablemente se suceden los gobiernos que anuncian erradicarla, pero sólo la enmascaran.