Ante este atípico verano tórrido, no sólo no descansa la política y prueba puños, también el fútbol está caliente. A falta de barras bravas en las tribunas, los jugadores las sustituyen en plena cancha. Boca-River fue un ejemplo de ello, un mal ejemplo. El presidente Mauricio Macri vivió en Davos su luna de miel internacional. El mundo allí reunido lo trató conceptual y respetuosamente bien. Fue un buen comienzo. La presencia de Sergio Massa ayudó a la hora de mostrar una Argentina con convivencia política.
Ahora la Argentina interna lo espera. Lo más acuciante pasa por la inflación. El presidente arriesgó un 20% para el año en curso. Su equipo económico deberá arremangarse y mucho, ya que entre diciembre y enero los números ya muestran un 9-10 por ciento. El principal problema reside en acordar precios, en realidad, retrotraerlos. Aquí los negociadores y los armadores de consensos deberán contar con la plasticidad política que Mikhail Baryshnikov exhibió en los escenarios del mundo.
El primer logro de la cartera laboral de Jorge Triaca reside en que las paritarias en serio se trasladen a marzo. Los bancarios escalonaron una suma fija hasta entonces y Momo Venegas ayudó con un 28% para el agonizante sector frutihortícola. Es decir, los gremios acordaron sumas puentes hasta ver qué pasa. Mientras tanto, el Gobierno trabaja sobre una reforma tributaria. El mínimo no imponible ascendería a treinta mil pesos; ante esto Juan Carlos Schmid dijo: “Para que sirva, debería revisarse por escalas”. También se analiza el aumento de la asignación universal por hijo, la reducción del IVA en los artículos de la canasta familiar. Las modificaciones alcanzarían a los monotributistas y a los autónomos. Si bien existe un gran hermetismo, todo indicaría que la compensación económica vendría de la mano de más impuestos internos y a los bienes. El paquete legislativo lo estaría supervisando la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Continuar leyendo