El mundo, y en él Argentina, camina sin líderes políticos, mostrando en su andar, sin tapujos, sus más profundas miserias. ¡Decía Claudio Fantini que asistimos a un genocidio en tiempo real y tiene razón! Agregaría que al horror máximo se suman los horrores cotidianos. Pareciera que el hombre ha perdido la palabra, y con ella el arte de coincidir, de disentir, de razonar, de aceptar, de pedir perdón, de entender, de dialogar. La furia y la ambición parecen derramarse sobre una sociedad egoísta, que si se la supiera guiar, persuadir, mostraría su mejor cara: ¡la solidaria!
La política europea mostró por años su cara más xenófoba al construir muros en lugar de puentes. Estados Unidos hace lo mismo con sus hermanos continentales. Una foto logró lo que la diplomacia no pudo, no supo o no quiso. Me pregunto, en nuestra Argentina doliente, ¿cuántas más fotos necesitaremos para reaccionar? ¿Cuántos más muertes inútiles debemos cosechar? ¿Cuánto más dolor debemos almacenar?
El papa Francisco es un verdadero líder. Avanza con prisa y sin miedo (y si los tiene, no los muestra). Sabe que el tiempo es finito y las dudas o demoras le cuestan la vida a muchísima gente. La simpleza de un hombre común que piensa en los otros y desde los otros, no está siendo imitada. Este liderazgo espiritual y bien terrenal de Francisco no está siendo analizado por los líderes políticos con la seriedad que merece. Mientras tanto permiten que largas caravanas de injusticia caminen en su desesperación hacia los más indignos y humillantes destinos.
¡En nuestra Argentina electoral la iglesia de Francisco se posiciona en temas ante los cuales los candidatos no tienen opinión! La opacidad que muestran, el egoísmo a la hora de las palabras y las propuestas genera en la ciudadanía un desánimo suficiente, capaz de desarticular cualquier esperanza cercana. El gran problema que presenta Argentina con una enorme población pobre, con sus quebradas economías regionales, con la naturalización de la violencia, en su falta de estrategia de futuro, con la presencia cada vez más generalizada del narcotráfico, con la mentira organizada para disimular su ineficiencia o su corrupción, merece de parte de Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa respuestas concretas ante las preguntas clave: ¿Qué van a hacer? ¿Cómo lo van a hacer? ¿Cuándo lo van a hacer? ¿Con quién lo van a hacer? ¿Con cuánta honestidad lo van a hacer?
En la feria del revoleo se perdieron los principios. Candidatos urgidos en su necesidad de conservar poder cambian sus pareceres con la naturalidad del impune.
En Santa Fe el diputado Hermes Binner declara su buena relación con Scioli y está dispuesto a que Scioli, Macri o Massa fraccionen su boleta corta. El fin (llegar al Senado de la Nación) supera cualquier antiguo límite ideológico. Otro candidato a tal fin y actual senador nacional, Carlos Reutemann, ha declarado que cuando la 125, optó por abrazar a la oposición, pudiendo “haber pasado por Juncadella”. Nada ni nadie parece conmoverse. Una cosa queda clara, la bota santafesina a partir de diciembre ya no será socialista. Se alineará con Scioli o quizás con Macri.
La sociedad lo permite, la política lo hace. Quienes quieren conducir la Argentina entre 2015 y 2019 no disimulan su endeblez. ¿Los pueblos no se suicidan?