Cómo ve el sindicalismo al gobierno de Macri

El sindicalismo argentino va camino a su unidad, no en coche a su muerte. La división que hoy ostenta no significa que haya perdido sus reflejos ni sus modales. Jamás, de haber ocurrido, hubiese permitido que un presidente le faltase el respeto. Pero el presidente Mauricio Macri no incurrió en ello. El lunes pasado, corriendo el Gobierno tras la ley antidespidos, convocó de urgencia, como se sabe, a empresarios y sindicalistas. Macri conversó con ellos y los invitó al salón donde aguardaba el empresariado. Cuando el Presidente se retiró, los sindicalistas conversaron y llegaron a la conclusión de que debían acompañarlo. Se pararon y cuando iban hacia el Salón Blanco, el acto había concluido. Es más, cuando un grupo de ellos (Armando Cavallieri, Roberto Fernández, Guillermo Pereyra y Carlos West Ocampo) se retiraba, los divisó Macri, quien estaba junto al presidente de Paraguay,  se los presentó, sacaron fotos y demás.

Anécdota de por medio, lo cierto es que con Mauricio, así lo llaman, son viejos conocidos. Creen que la mejor definición sobre el tema de la semana (ley antidespidos) la generó el ex presidente Eduardo Duhalde: “Hacen un maremoto en una palangana”. Entienden que habrá ley, habrá veto parcial y mucho ruido en todas estas horas por la enorme puja política desatada. “Si faltaba algo, también se cuela el fútbol”, asegura mi interlocutor, excelente analista de esta realidad, hombre del sindicalismo que ha transitado muchas batallas en muchos Gobiernos. Inmediatamente agrega: “El peronismo no es alternativa, debe entender que perdió y darse una profunda autocrítica que le llevará mucho tiempo. Su liderazgo está absolutamente vacante. Y, por el otro lado, tenemos un Gobierno que no encuentra la botonera. Recién en el 2017 se juega la semifinal. Mientras tanto, le vendría bien al Gobierno tener un ministro de Economía”. Antes de dar por finalizada la conversación, me dijo: “Escribí que más allá del resultado de la ley en el Congreso, con o sin veto, ¡no habrá paro general!”. Continuar leyendo

La sociedad lo permite, la política lo hace

El mundo, y en él Argentina, camina sin líderes políticos, mostrando en su andar, sin tapujos, sus más profundas miserias. ¡Decía Claudio Fantini que asistimos a un genocidio en tiempo real y tiene razón! Agregaría que al horror máximo se suman los horrores cotidianos. Pareciera que el hombre ha perdido la palabra, y con ella el arte de coincidir, de disentir, de razonar, de aceptar, de pedir perdón, de entender, de dialogar. La furia y la ambición parecen derramarse sobre una sociedad egoísta, que si se la supiera guiar, persuadir, mostraría su mejor cara: ¡la solidaria!

La política europea mostró por años su cara más xenófoba al construir muros en lugar de puentes. Estados Unidos hace lo mismo con sus hermanos continentales. Una foto logró lo que la diplomacia no pudo, no supo o no quiso. Me pregunto, en nuestra Argentina doliente, ¿cuántas más fotos necesitaremos para reaccionar? ¿Cuántos más muertes inútiles debemos cosechar? ¿Cuánto más dolor debemos almacenar?

El papa Francisco es un verdadero líder. Avanza con prisa y sin miedo (y si los tiene, no los muestra). Sabe que el tiempo es finito y las dudas o demoras le cuestan la vida a muchísima gente. La simpleza de un hombre común que piensa en los otros y desde los otros, no está siendo imitada. Este liderazgo espiritual y bien terrenal de Francisco no está siendo analizado por los líderes políticos con la seriedad que merece. Mientras tanto permiten que largas caravanas de injusticia caminen en su desesperación hacia los más indignos y humillantes destinos. Continuar leyendo