Descabezar la hidra

La política siempre tiene explicaciones para la acción, para la inacción o para el error. Lo cierto es que ni el año nuevo, ni las vacaciones o la ilusión de ellas logran descontracturar a una sociedad que sigue siendo binaria. En los unos y los otros están las explicaciones que repiten o elucubran según si creen en Mauricio Macri o no. Lo cierto es que el Presidente, que prometió “el arte del consenso”, echó mano mucho más temprano que tarde al arte de los decretos de necesidad y urgencia (DNU).

De acuerdo a cómo se desenvolvió el proceso político en Argentina el año pasado, donde, para ganar el ballotage, Macri contó con la adhesión de votantes que no lo habían elegido previamente a él, era de esperar que el Gobierno de Daniel Scioli, que perdió o el de Macri, que ganó, se hubiese conformado como coalición. Esto no ocurrió. Todo hacía suponer, entonces, que en el Congreso se produjese la tan mentada coalición.

Como no se concretó, Macri cometió sus primeros errores políticos al atropellar al Poder Legislativo a través de decretos que, prima facie, no aparecen sostenidos en una lógica necesidad y una total urgencia. Claro que la política, para quien gobierna, puede responder al otro 50% de la biblioteca, justificando lo que la realidad puede negar, tal como ocurrió con los candidatos a integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Continuar leyendo

Con velocidad de Fórmula 1

Con voluntarismo sólo no alcanza. Se necesita convicción y plena conciencia de límites. Hacer las cosas bien no siempre da resultados inmediatos, pero es como la verdad, no admite dos caminos.

En el planeta Argentina de la era Mauricio Macri todo es rápido. La sensación es que el Presidente viene con la velocidad de la Fórmula 1 y la necesidad de definir el partido en los primeros cinco minutos de juego. Es cierto que las lunas de miel duran mucho menos desde que las parejas ya no piensan en “Hasta que la muerte nos separe”, pero a veces la ansiedad y mucho más la ansiedad política no van de la mano con las metas deseadas. El Presidente hasta ahora va delineando y complaciendo —en algunos casos— a un electorado que desea buenos modos. Pronto y más rápido que tarde, se le exigirán resultados.

Esto que parece loco, asumió hace 10 días, también es el resultado de un Gobierno, el anterior, que no sólo sembró grietas, sino que además limó la paciencia, la tolerancia, el aguante y, por qué no, cierta sensatez y raciocinio en el gran público. Todos reconocen explícitamente o en voz baja que la devaluación era inevitable con Macri o con Daniel Scioli. Si se llega a esto (se devaluó el 42%) es porque lo anterior no se hizo bien, pero la tiranía de los precios y la realidad de los salarios, especialmente los percibidos por trabajadores en negro o los jubilados con inexorable dependencia a los medicamentos, vuelve vulnerable y mala consejera a una paciencia enojada. Continuar leyendo