El presidente Mauricio Macri inauguró su primer mes de gobierno a sangre y fuego. La fuga de tres marginales del delito devenidos en sicarios tuvo en vilo a varios Gobiernos: el nacional y los de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. La característica de esta fuga fue que los protagonistas contaron con la complicidad de amigos y familiares para luego sobrevivir en libertad el día a día mientras duró su raid; y seguramente de un sector político-policial, con el interés de fomentar el escándalo. El aliado inesperado con el que contaron los tres prófugos para suplantar la ausencia de su logística fue la falta de coordinación de las fuerzas de seguridad intervinientes en su captura.
Queda claro que la fuga encontró a la gobernadora bonaerense Vidal no sólo sin una reacción acorde, sino además sin generar los cambios pertinentes para impulsar las transformaciones necesarias en este terreno. Lo actuado hasta aquí, más allá de los traspiés o las desinteligencias comunicacionales del fin de semana, muestra que es prioritario que el Presidente, para dar cumplimiento a lo prometido en campaña: pobreza cero y combate al narcotráfico, convoque a los gobernadores y los representantes políticos de otras fuerzas a elaborar un plan que se convierta en política de Estado. Continuar leyendo