Cuando hace unos meses me ofrecieron la posibilidad de encabezar la lista nacional del frente Cambiemos a parlamentarios del Mercosur en las elecciones del año pasado, acepté sabiendo que el desafío que tenía por delante era enorme, que el Parlasur era un órgano sumamente desprestigiado —y con razón— ante los ojos de los argentinos y que la pelea que teníamos por delante era todo menos fácil.
En el Protocolo Constitutivo del Parlasur, se había establecido que habría dos etapas de transición hasta que el órgano estuviera integrado y funcionando como lo estipulaba su carta orgánica. La primera etapa sería entre los años 2006 y 2010, y la segunda etapa, entre los años 2011 y 2014. Llegado el último año de la segunda etapa, el Parlasur debía estar integrado plenamente por parlamentarios electos por el voto directo de la gente y no por enviados de los gobiernos de turno. De más está decir que este cronograma nunca fue cumplido. Por esta razón es que se decidió prorrogar la etapa de transición hasta el año 2020, momento en que finalmente el Parlasur quedaría integrado como lo indica su carta orgánica. Al día de la fecha, sólo Paraguay y Argentina se han adelantado al cronograma final y han realizado elecciones directas para seleccionar a sus parlamentarios. En consecuencia, la integración actual del Parlasur (y hasta el año 2020) no responde a lo establecido por el Protocolo Constitutivo, por el Acuerdo Político para la Consolidación del Mercosur y por el propio reglamento interno del organismo. Continuar leyendo