El gobierno argentino anunció la semana pasada que este miércoles una comisión del Ministerio de Economía partiría rumbo a Washington, con el fin de renegociar con los bonistas que oportunamente no entraron al canje y que luego de infinitas batallas judiciales llegaron a la posición de obligar a la Argentina a negociar.
Con las cartas sobre la mesa, el tema es como va a hacer la Argentina para hacer frente al pago de esta deuda. El peligro, como mencionamos días atrás, es que esta se incremente exponencialmente si se activa la clausula RUFO (Rights Upon Future Offers) de los títulos defaulteados en el 2001, y renegociados en 2005 y 2010.
Si bien el fallo del juez Thomas Griesa es por un monto de 1.330 millones de dólares, es de esperar que por medio de la RUFO el pago se dispare por encima de los 15 mil millones de dólares.
Llegado a este punto se visualizan dos grandes escenarios. El primero es que el gobierno enfrente estas erogaciones en efectivo. Si esto es así, la única vía posible es que la Argentina merme mucho más sus ya alicaídas reservas internacionales, lo que, sin dudas, generaría complicaciones adicionales a la economía nacional.
Las reservas internacionales en el BCRA ascienden a 28.884 millones de dólares según informa dicha institución a finales de junio. De las mismas encontramos que 14.700 millones de dólares serían liquidas según el informe del Bank Of América del 20 de junio pasado. En este contexto de escasez de reservas, afrontar el tema de los holdouts en efectivo sería perjudicar fuertemente a la economía doméstica, disparando el tipo de cambio, acelerando la inflación y generando una contracción del nivel de actividad mayor que la actual.
Más allá de todo, los propios hold-outs, con uno de los referentes de los fondos buitre como Jay Newman, del Fondo de Inversión Elliott Management expresaron públicamente la posibilidad de aceptar títulos como pago de la deuda previamente defaulteada. Frente a este escenario es altamente probable que el gobierno intente no entregar divisas como forma de pago, sino bonos del Tesoro. Esto nos posiciona en el segundo escenario, el pago con títulos públicos. En este punto, el tema más importante es a que tasa estos serían colocados y a que horizonte.
En este sentido, varios economistas sostienen que la curva argentina en estos días se encuentra por el 9% y el 10% de yield. Es de esperar que holdouts, tras las arduas negociaciones que vienen enfrentando hace años con el gobierno, exijan bonos con estas tasas para aceptarlos como pago, algo totalmente imposible para el país.
Parecería entonces que Argentina no cuenta con mucho margen de maniobra. Sin embargo, si bien el escenario es complejo, esto no es así. El gobierno podría intentar cerrar la negociación con los holdouts en un título con un cupón menor, que si pueda pagar. Si se logra cerrar un acuerdo, una vez que estos bonos coticen, se espera que el valor de los mismos “vuele”, y por lo tanto, los tenedores tengan la chance de recuperar su inversión ampliamente, tal como vislumbran diversos actores económicos.
No obstante, en este escenario, por más que se analicen escenarios favorables y desfavorables para el país, la última palabra la tendrán los holdouts, los cuales parecen dispuestos a mantenerse en la batalla que comenzaron años atrás y vienen sosteniendo a pesar de los intentos del gobierno de canjear esos bonos en diversas oportunidades.
(escrito en colaboración con Eliana Scialabba)