El camino que se comenzó a transitar el pasado 10 de diciembre, desde que comenzó el actual mandato, hace recordar a la incertidumbre que se vive en un avión ante cada zona de turbulencia. La coyuntura económica heredada y posterior a la devaluación no hace más que generar turbulencia sobre el futuro económico argentino.
Si bien se procedió a la desactivación de los distintos procesos que distorsionaban el desarrollo normal de la economía, falta hacer que los individuos y la industria sientan una mejora económica que les permita recuperar la confianza, apuntalar el crecimiento y mejorar su desarrollo.
La caída de la actividad comercial y la inflación se vieron aceleradas por el incremento en los servicios públicos, los combustibles y los alimentos, dada la corrección de los precios relativos de estos productos. De hecho, aun cuando no existen mediciones nacionales fehacientes, se cree que la inflación anual estimada por el Gobierno en un 25% ya se quedó corta y es de esperar que, de no corregir su trayectoria, la inflación anual se sitúe en el entorno del 40 por ciento. Continuar leyendo