Por: Mariano Carpineti
El camino que se comenzó a transitar el pasado 10 de diciembre, desde que comenzó el actual mandato, hace recordar a la incertidumbre que se vive en un avión ante cada zona de turbulencia. La coyuntura económica heredada y posterior a la devaluación no hace más que generar turbulencia sobre el futuro económico argentino.
Si bien se procedió a la desactivación de los distintos procesos que distorsionaban el desarrollo normal de la economía, falta hacer que los individuos y la industria sientan una mejora económica que les permita recuperar la confianza, apuntalar el crecimiento y mejorar su desarrollo.
La caída de la actividad comercial y la inflación se vieron aceleradas por el incremento en los servicios públicos, los combustibles y los alimentos, dada la corrección de los precios relativos de estos productos. De hecho, aun cuando no existen mediciones nacionales fehacientes, se cree que la inflación anual estimada por el Gobierno en un 25% ya se quedó corta y es de esperar que, de no corregir su trayectoria, la inflación anual se sitúe en el entorno del 40 por ciento.
Al mismo tiempo, el Banco Central (BCRA) sigue convalidando tasas de interés en un promedio del 38% para la licitación de lebac de esta semana, con la finalidad de mantener o disminuir la presión sobre el tipo de cambio y ponerle un ancla a la inflación. De hecho, dentro de este aspecto, hay fuertes discusiones en el seno del Gobierno sobre si es correcto bajar las tasas de interés con la finalidad de lograr una reactivación parcial de la economía o si seguir en este proceso. No creo que en el corto plazo el BCRA baje las tasas, ya que, de hacerlo, aceleraría todavía más la inflación que en abril del presente año se ubicó en un siete por ciento.
¿Pero vamos por el camino correcto? Es de esperar que en los próximos meses se comience a desacelerar la inflación. La caída de la demanda interna debería propiciar la desaceleración. Simultáneamente, se lucha para lograr una penetración de los productos nacionales en distintos mercados externos para colocar los excedentes en el mercado externo y evitar una aceleración de los despidos. El incremento del tipo de cambio propició de barrera para las importaciones y para que los productos nacionales sean más baratos, con lo que el camino es el correcto.
Pero el problema es cómo les llega a la gente y a las pymes esas mejoras, cómo se convierte en realidad palpable el cambio, cómo se alcanza una mejora en el bienestar de la gente y cómo se mejora la rentabilidad de las pymes. Y es aquí precisamente donde el Gobierno no ha mostrado signos de mejorar en el corto plazo, o al menos de atenuar los efectos de este cambio.
En este sentido, la semana pasada desde el Gobierno se hicieron anuncios tendientes a paliar el incremento de los precios y de las tarifas de servicios públicos. El anuncio hecho comprende la devolución del IVA para jubilados y pensionados, el relanzamiento del seguro de desempleo y las asignaciones sociales para las personas que están adheridas al monotributo.
Pero a pesar de estas medidas coyunturales paliativas para la demanda, se necesita reforzar fuertemente a las pymes, la oferta, que son el motor de la economía y las más susceptibles a la generación de empleo. En lo que va del año 2016 las ventas minoristas se contrajeron un 2,3% en enero, un 4,5% en febrero y un 5,8% en marzo, según expresa la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Como conclusión, la situación es crítica, a pesar de que se va por el camino correcto en cuanto a las medidas económicas tomadas. No es una situación que vaya a generar la desaparición de las pymes en el país, pero sí es necesario prestar principal atención al sector.
Hoy necesitan cambiar y mejorar su rentabilidad con la finalidad de generar empleo y desarrollo. Hoy el incremento en los servicios públicos aumentó fuertemente los costos de estas empresas y con la posible ley antidespidos no van a poder modificar su planta de personal y tampoco podrán acceder a capitales a tasas de interés bajas para financiarse, lo que sin lugar a duda complica aún más la coyuntura. Se necesita una agenda urgente, que alivie la coyuntura económica y que deje atrás la tormenta que atraviesa el sector.