Vuelo con turbulencia para las pymes

El camino que se comenzó a transitar el pasado 10 de diciembre, desde que comenzó el actual mandato, hace recordar a la incertidumbre que se vive en un avión ante cada zona de turbulencia. La coyuntura económica heredada y posterior a la devaluación no hace más que generar turbulencia sobre el futuro económico argentino.

Si bien se procedió a la desactivación de los distintos procesos que distorsionaban el desarrollo normal de la economía, falta hacer que los individuos y la industria sientan una mejora económica que les permita recuperar la confianza, apuntalar el crecimiento y mejorar su desarrollo.

La caída de la actividad comercial y la inflación se vieron aceleradas por el incremento en los servicios públicos, los combustibles y los alimentos, dada la corrección de los precios relativos de estos productos. De hecho, aun cuando no existen mediciones nacionales fehacientes, se cree que la inflación anual estimada por el Gobierno en un 25% ya se quedó corta y es de esperar que, de no corregir su trayectoria, la inflación anual se sitúe en el entorno del 40 por ciento. Continuar leyendo

Sí, es condición necesaria, pero no suficiente

Desde el pasado 10 de diciembre, el Gobierno electo siguió la línea de regresar a la normalidad de la economía y, en este sentido, primero se decidió liberar el cepo, con la finalidad de devolver al mercado cambiario la normalidad que este tenía previamente, y al mismo tiempo se buscó que la economía recuperara la competitividad necesaria para reinsertarse en el mundo.

En segundo lugar, se procedió a la normalización del sector financiero externo y por ello se comenzó a negociar con los holdouts, a fin de volver al mercado financiero. Así, luego de extensas negociaciones políticas y judiciales, se salió al mercado financiero con la expectativa de obtener una cifra cercana a los 15 mil millones de dólares, a través de la colocación de diferentes títulos a tres, cinco, diez y treinta años, con una tasa cercana al ocho por ciento. La sorpresa se dio cuando el mercado respondió rápidamente y ofertaron unos 67 mil dólares, lo que posibilitó bajar la tasa de colocación y terminar en una tasa promedio del 7,50 por ciento.

Ante esta coyuntura, el Gobierno colocó 2.750 millones de dólares a una tasa del 6,50%, con un horizonte de tres años; a cinco años se colocaron 4.500 millones de dólares, con una tasa de 6,87%; a diez años el importe colocado fue de 6.500 millones de dólares, con una tasa de 7,50% y a treinta años se colocaron 2.750 millones de dólares, con una tasa de 7,62 por ciento. Continuar leyendo

¿Quince es el objetivo?

En los últimos días, el dólar volvió a acaparar la atención de todos en el mercado. Si bien no tuvo grandes sobresaltos durante el primer mes del año, el incremento en el tipo de cambio se intensificó en las últimas horas.

Durante el mes de enero del corriente año y luego de la salida del cepo, el dólar se devaluó aproximadamente un 6%, situación que se aceleró durante febrero, donde hubo un incremento en un 12% debido a diversas causas coyunturales.

Ante el aumento del tipo de cambio, en las últimas horas, el Banco Central (BCRA) comenzó a operar en el mercado con la finalidad de contener el alza. De hecho, tuvo “una posición vendedora de 119 millones de dólares durante el día martes” y, de la misma manera, el día miércoles volvió a operar para empujar al tipo de cambio a la barrera de los 15 pesos por dólar.

Por otra parte, y dentro de la política de realinear los saldos monetarios dentro de los objetivos establecidos, el Banco Central volvió a emitir Lebacs (son letras del BCRA de corto, mediano y largo plazo y que licita la autoridad monetaria todas las semanas) por un importe de 32.849 millones de pesos. Al mismo tiempo, convalidó incrementos de tasas de entre 0,50% y 1%; de esta manera, busca atesorar pesos y mermar la presión sobre el tipo de cambio. Continuar leyendo

No hay soluciones mágicas

La Argentina viene sufriendo en los últimos años los efectos adversos de un viejo problema que el mundo solucionó con éxito. Digo viejo problema porque durante los años ochenta la economía argentina sufrió una fuerte exposición a la hiperinflación que terminó en la salida del entonces presidente, Raúl Alfonsín. Con la sucesión de Gobiernos, el problema se mantuvo en niveles bajos y pasó a ser un mal menor de la economía nacional. El problema al que me refiero es la inflación.

Semanas atrás, cuando el objetivo era la salida del cepo cambiario, todo el mundo me consultaba acerca de cuál era el tipo de cambio de equilibrio y cómo se iba a lograr la tan ansiada salida. Ante la consulta, la respuesta fue siempre la misma: “No miren el tipo de cambio, miren la inflación”. Porque si yo mañana llevo el dólar a 20 y la inflación galopa al mismo tiempo y con la misma velocidad, en un corto tiempo estamos hablando de un nuevo tipo de cambio de referencia y volvemos a discutir otra corrección.

Entonces, ¿qué se puede esperar de la inflación para los próximos años? Como el título de la nota lo indica, no hay soluciones mágicas para controlar la inflación. Esto no se va a solucionar de la noche a la mañana y va a llevar un tiempo normalizar esta situación. Continuar leyendo

La secuencia correcta

Hace un tiempo describí el accionar del próximo gobierno en el área económico era como aquella persona que desarmaba una bomba y que todo pasaba por la secuencia y las expectativas que la gente fuera creando ante cada paso dado.

Toda la secuencia tenía un solo objetivo; el de devolver la normalidad a una economía que dejó de crecer en los últimos años, que se aisló del mundo. Al mismo tiempo esto debía hacerse sin tener un costo social fuerte entre las clases de recursos más bajas. Entre los puntos a enumerar podemos encontrar las tarifas de los servicios públicos y el incremento de los precios, la liberación del CEPO, el déficit fiscal, la inflación, etc.

Desde la antigua administración, se dijo en reiteradas oportunidades que el incremento de los precios y la colocación del cepo se daban en una coyuntura de crisis internacional que redujo el nivel de crecimiento, no solo en el país sino que en toda la región. Este discurso (más político que económico) no es del todo exacto ya que hubo países en la región que crecieron en promedio un 4%, habiendo recibido el mismo impacto de la crisis internacional que la Argentina. Continuar leyendo

Consecuencias del downgrade de Brasil y su impacto en la economía argentina

El futuro económico del país vecino genera diferentes expectativas entre los principales actores económicos internacionales. Al mismo tiempo, las próximas elecciones presidenciales en Argentina y los diferentes modelos económicos planteados por los candidatos no hacen más que incrementar la incertidumbre que el mercado tiene acerca del futuro económico de nuestro país.

Si bien en Argentina muchos especialista creen y postulan que la crisis económica de Brasil no es un evento importante para Argentina, es de esperar, según mi análisis y el de otros especialistas, que como Brasil es nuestro mayor socio comercial, la caída sostenida de la economía de aquel país agrave o al menos complique la recuperación de la economía argentina.

Brasil registra desde mitad de año una caída del PBI cercana al 2 % interanual, una aceleración de la inflación que la sitúa en 9,56 % y un desempleo del 7 %. A esto se le suma que la semana pasada la presidente Dilma Rousseff y el gabinete establecieron un rojo fiscal del 0,5 % del PBI para el 2016, por un importe cercano a 8413 millones de dólares.

El contagio de la crisis de Brasil hacia la Argentina puede darse en varias vías. La principal de todas es la constante devaluación del real y, con esto, el encarecimiento de los productos argentinos para Brasil y el mundo. En las últimas semanas, el real se devaluó sostenidamente hasta el entorno de los 3,80 reales por dólar, principalmente por la coyuntura política interna y por el temor a que este país pierda el grado de inversión. Continuar leyendo

La indexación, ¿el fin de un impuesto ficticio?

El impuesto a las Ganancias ha vuelto a ser el centro del debate en los últimos tiempos. Mucho se ha escrito, discutido y hasta propuesto acerca de este impuesto, focalizándose en el impacto del mismo sobre los trabajadores. Sin embargo, estos no son los únicos agentes económicos afectados por este: existen otros agentes que a lo largo de estos años han venido soportando esta carga impositiva.

Muchos técnicos afirman que todo se origina con la inflación. El aumento de impuestos que se da en el país desde hace un tiempo, genera estragos importantes en las empresas. Para ellas, con el simple hecho de mantener mercadería en stock, el aumento de la base imponible sobre la que se calcula el impuesto, produce un fuerte impacto negativo: de esta forma, para las empresas el problema no es el aumento de los mínimos imponibles del impuesto a las Ganancias, sino de un concepto contable denominado “ajuste por inflación”. Continuar leyendo

¿Títulos o bonos?: ¿qué preferirán los holdouts?

El gobierno argentino anunció la semana pasada que este miércoles una comisión del Ministerio de Economía partiría rumbo a Washington, con el fin de renegociar con los bonistas que oportunamente no entraron al canje y que luego de infinitas batallas judiciales llegaron a la posición de obligar a la Argentina a negociar.

Con las cartas sobre la mesa, el tema es como va a hacer la Argentina para hacer frente al pago de esta deuda. El peligro, como mencionamos días atrás, es que esta se incremente exponencialmente si se activa la clausula RUFO (Rights Upon Future Offers) de los títulos defaulteados en el 2001, y renegociados en 2005 y 2010.

Si bien el fallo del juez Thomas Griesa es por un monto de 1.330 millones de dólares, es de esperar que por medio de la RUFO el pago se dispare por encima de los 15 mil millones de dólares.

Llegado a este punto se visualizan dos grandes escenarios. El primero es que el gobierno enfrente estas erogaciones en efectivo. Si esto es así, la única vía posible es que la Argentina merme mucho más sus ya alicaídas reservas internacionales, lo que, sin dudas, generaría complicaciones adicionales a la economía nacional.

Las reservas internacionales en el BCRA ascienden a 28.884 millones de dólares según informa dicha institución a finales de junio. De las mismas encontramos que 14.700 millones de dólares serían liquidas según el informe del Bank Of América del 20 de junio pasado.  En este contexto de escasez de reservas, afrontar el tema de los holdouts en efectivo sería perjudicar fuertemente a la economía doméstica, disparando el tipo de cambio, acelerando la inflación y generando una contracción del nivel de actividad mayor que la actual.

Más allá de todo, los propios hold-outs, con uno de los referentes de los fondos buitre como Jay Newman, del Fondo de Inversión Elliott Management expresaron públicamente la posibilidad de aceptar títulos como pago de la deuda previamente defaulteada. Frente a este escenario es altamente probable que el gobierno intente no entregar divisas como forma de pago, sino bonos del Tesoro. Esto nos posiciona en el segundo escenario, el pago con títulos públicos. En este punto, el tema más importante es a que tasa estos serían colocados y a que horizonte.

En este sentido, varios economistas sostienen que la curva argentina en estos días se encuentra por el 9% y el 10% de yield. Es de esperar que holdouts, tras las arduas negociaciones que vienen enfrentando hace años con el gobierno, exijan bonos con estas tasas para aceptarlos como pago, algo totalmente imposible para el país.

Parecería entonces que Argentina no cuenta con mucho margen de maniobra. Sin embargo, si bien el escenario es complejo, esto no es así. El gobierno podría intentar cerrar la negociación con los holdouts en un título con un cupón menor, que si pueda pagar. Si se logra cerrar un acuerdo, una vez que estos bonos coticen, se espera que el valor de los mismos “vuele”, y por lo tanto, los tenedores tengan la chance de recuperar su inversión ampliamente, tal como vislumbran diversos actores económicos.

No obstante, en este escenario, por más que se analicen escenarios favorables y desfavorables para el país, la última palabra la tendrán los holdouts, los cuales parecen dispuestos a mantenerse en la batalla que comenzaron años atrás y vienen sosteniendo a pesar de los intentos del gobierno de canjear esos bonos en diversas oportunidades.

(escrito en colaboración con Eliana Scialabba)

Dilemas de política cambiaria: ¿hacia dónde “caminamos”?

A principios de este año, el equipo económico, vía devaluación, buscó “devolver” a la economía la competitividad perdida como consecuencia del aumento sostenido del nivel de precios, al menos de manera parcial. No obstante, el problema del salto cambiario en el mercado oficial es que este inmediatamente se trasladó al no oficial: mientras el tipo de cambio oficial pasó entre enero y febrero de $6,52 a $7,88, el blue se movió de $ 9,63 a $ 11,25 durante el mismo período.

Frente a este escenario, el Banco Central optó por subir las tasas de interés con la estrategia de secar la plaza de pesos y desalentar la demanda de dólares. Así la tasa de interés subió 6 puntos durante febrero y marzo, y permitió frenar la suba del dólar paralelo, el cual llegó a ubicarse por debajo del “dólar tarjeta”.

De manera paralela, el índice de precios oficial comenzó a reflejar una fuerte suba del nivel de precios y si bien esto no era ninguna novedad, si lo era el nuevo índice presentado por el INDEC. En los años previos la variación mensual de precios publicada por el organismo oficial estaba en torno al 0,8 % – 0,9%, y en enero el INDEC reconocía una inflación mensual del 3,6%, en febrero del 3,4% y del 2,6 % para marzo.

Con la suba de la inflación y la imposibilidad del tipo de cambio oficial de ajustar automáticamente en pos de mantener los niveles de competitividad, cuatro meses después de la devaluación la economía se encuentra en el punto de partida, con el agravante del freno del nivel de actividad.

Sin lugar a dudas, el gobierno deberá modificar el rumbo de la política económica. Los crecientes niveles de inflación indican que ya se acabó el tiempo: es necesario realizar modificaciones que frenen la suba del nivel de precios, y la clave está en la política fiscal, ya que mientras el gasto siga creciendo por encima de los ingresos, el banco central deberá seguir “imprimiendo” para cubrir el gasto excedente. Por otro lado, otro desafío es implementar medidas económicas que le devuelvan la competitividad a la economía, pero esto no podrá llevarse a cabo hasta que no se implemente un programa antiinflacionario integral.

Entonces, ¿qué hacer? Una de las opciones, que parece ser la estrategia de los últimos días, es que el Banco Central mantenga un ritmo de micro-devaluaciones que permitan ganarle a la inflación, y en consecuencia, se traduzcan en una mejora de competitividad. El problema es que este proceso de devaluaciones trae aparejados mayores aumentos de precios – si la oferta no acompaña al incremento en la demanda-, dando lugar a un nuevo atraso cambiario y una nueva necesidad de ajuste cambiario, proceso bien conocido para la economía argentina.

Otra opción del equipo económico es mantener el tipo de cambio oficial estable, tal como se vino realizando hasta la semana pasada. No obstante, este proceso ha generado malos resultados en la economía, ya que no sólo no funciona como ancla a la inflación, sino que en un contexto como el actual genera pérdida de reservas, debido a la imprevisibilidad del manejo cambiario.

La incertidumbre generada en el “no saber” hacia dónde se dirige la política cambiaria, sumado al (desmentido) enfrentamiento entre Kicillof y Fabrega, presiona sobre las expectativas de devaluación. Esto disparó en los últimos días el tipo de cambio paralelo por encima de los $12, y de no intermediar la autoridad monetaria se estima que se volverá a ubicar en el rango de los $13.

En este escenario, la pregunta que se hacen los economistas, el sistema financiero y los actores económicos en general es: ¿hacia dónde “caminamos”? Sin dudas, un interrogante con numerosas respuestas, muchas de ellas contrapuestas.

 

(nota escrita en colaboración con Eliana Scialabba)