Por: Mariano Carpineti
El futuro económico del país vecino genera diferentes expectativas entre los principales actores económicos internacionales. Al mismo tiempo, las próximas elecciones presidenciales en Argentina y los diferentes modelos económicos planteados por los candidatos no hacen más que incrementar la incertidumbre que el mercado tiene acerca del futuro económico de nuestro país.
Si bien en Argentina muchos especialista creen y postulan que la crisis económica de Brasil no es un evento importante para Argentina, es de esperar, según mi análisis y el de otros especialistas, que como Brasil es nuestro mayor socio comercial, la caída sostenida de la economía de aquel país agrave o al menos complique la recuperación de la economía argentina.
Brasil registra desde mitad de año una caída del PBI cercana al 2 % interanual, una aceleración de la inflación que la sitúa en 9,56 % y un desempleo del 7 %. A esto se le suma que la semana pasada la presidente Dilma Rousseff y el gabinete establecieron un rojo fiscal del 0,5 % del PBI para el 2016, por un importe cercano a 8413 millones de dólares.
El contagio de la crisis de Brasil hacia la Argentina puede darse en varias vías. La principal de todas es la constante devaluación del real y, con esto, el encarecimiento de los productos argentinos para Brasil y el mundo. En las últimas semanas, el real se devaluó sostenidamente hasta el entorno de los 3,80 reales por dólar, principalmente por la coyuntura política interna y por el temor a que este país pierda el grado de inversión.
La pérdida del investment grade por parte de Brasil implica que ante cada colocación de deuda en el mercado, este le cobre una tasa más alta, dado el incremento en el riesgo. A esto se le suma el problema de que muchos fondos de inversión pueden tener títulos públicos que tengan la condición de investment grade. La pérdida de esta condición por parte de Brasil obliga a estos fondos a realizar un cambio de cartera hacia otros títulos públicos que sí lo posean.
Este miedo se materializó en las últimas horas, dado a que Standard & Poor’s señaló que la deuda soberana brasileña en moneda extranjera fue rebajada de BBB- a BB+, y mantuvo sobre estos títulos la perspectiva negativa. En este sentido, la perspectiva negativa de la calificadora refleja la probabilidad de uno en tres de otra rebaja para el próximo año. Esto es a causa de un mayor deterioro de la situación fiscal del país, o una mayor crisis económica vinculada a problemas de gobernabilidad, o a un escenario externo cada vez más debilitado por el fortalecimiento de la economía norteamericana y la caída de los precios relativos de los commodities.
Si bien los mercados financieros venían anticipando esta medida, es de esperar que la reciente rebaja de la nota por parte de Standard & Poor’s incremente la salida de capitales de Brasil en el muy corto plazo y esto devalúe aún más el real, lo que seguiría encareciendo los productos argentinos.
Pero el contagio no es y no va a ser solo en a través de los mercados financieros. La economía real también se va a ver afectada. La caída en la actividad economía que aqueja a Brasil en los últimos meses reduce la demanda de productos argentinos. Esto implicó que nuestros productos bajaran en su demanda desde el 2011 a la fecha en un 40 %, según reportan algunos analistas.
En consecuencia, cabe esperar que en el corto plazo la economía real argentina sufra la menor demanda por parte de Brasil y deba afrontar un encarecimiento de los precios relativos de la economía, en especial en los rubros industriales, lo que puede resultar en una mayor caída en la actividad industrial. La actividad industrial argentina ya enfrenta una caída desde 2013 a la fecha y esto complicará aún más su recuperación.
Como conclusión, la devaluación del real incrementa la presión sobre el peso argentino, que ya por la propia coyuntura económica interna está retrasado. Si la Argentina quiere en principio corregir o evitar este contagio, deberá buscar medidas que le permitan corregir el atraso cambiario y colocar la producción que antes se exportaba a Brasil en otros mercados, con la finalidad de evitar una caída mayor en la actividad industrial.