Por: Mariano Carpineti
Desde el pasado 10 de diciembre, el Gobierno electo siguió la línea de regresar a la normalidad de la economía y, en este sentido, primero se decidió liberar el cepo, con la finalidad de devolver al mercado cambiario la normalidad que este tenía previamente, y al mismo tiempo se buscó que la economía recuperara la competitividad necesaria para reinsertarse en el mundo.
En segundo lugar, se procedió a la normalización del sector financiero externo y por ello se comenzó a negociar con los holdouts, a fin de volver al mercado financiero. Así, luego de extensas negociaciones políticas y judiciales, se salió al mercado financiero con la expectativa de obtener una cifra cercana a los 15 mil millones de dólares, a través de la colocación de diferentes títulos a tres, cinco, diez y treinta años, con una tasa cercana al ocho por ciento. La sorpresa se dio cuando el mercado respondió rápidamente y ofertaron unos 67 mil dólares, lo que posibilitó bajar la tasa de colocación y terminar en una tasa promedio del 7,50 por ciento.
Ante esta coyuntura, el Gobierno colocó 2.750 millones de dólares a una tasa del 6,50%, con un horizonte de tres años; a cinco años se colocaron 4.500 millones de dólares, con una tasa de 6,87%; a diez años el importe colocado fue de 6.500 millones de dólares, con una tasa de 7,50% y a treinta años se colocaron 2.750 millones de dólares, con una tasa de 7,62 por ciento.
Si bien la tasa es algo inferior a la esperada, es superior a la de países de la región como Chile (tasa promedio del 3,5%), Brasil (promedio de 6,15%) y Perú (promedio del 2,75%), entre otros. Si bien es alta en la región, es muy inferior a la que el mismo mercado pedía el año pasado, cuando la coyuntura económica era otra (arriba del 11%).
Ante estos acontecimientos, esta semana en el Ministerio de Economía era todo optimismo y el mercado financiero local reaccionó positivamente a los acontecimientos. Pero la cuestión de fondo sigue siendo la misma: cómo estos hechos financieros se van a derramar a la economía real y cómo, entre otros problemas, se va a controlar la inflación, bajar el déficit fiscal y reactivar la actividad económica, que sufre una retracción sobre todo en las economías regionales.
Y en este sentido, la semana pasada desde el Gobierno se hicieron anuncios tendientes a paliar el incremento de los precios y de las tarifas de servicios públicos. El anuncio hecho desde la Casa Rosada comprende la devolución del IVA para jubilados y pensionados, el relanzamiento del seguro de desempleo y las asignaciones sociales para las personas que están adheridas al monotributo.
Hoy la caída de la actividad económica es fuerte y se comienza a sentir en la industria y en las economías regionales. El problema es que, hasta el momento, no hay medidas de fondo para restablecer el nivel de actividad y, por lo tanto, no perder puestos de trabajo en el sector privado.
Como conclusión podemos decir que cerrar el problema de los holdouts de cara al futuro era necesario, pero no suficiente. Normalizar y evitar el aislacionismo de los sectores financieros internacionales nos permite obtener fondos a tasas relativamente bajas para financiar obras públicas.
Pero, ojo, porque la oferta de fondos fue buena e histórica, sin embargo, el problema del déficit fiscal aún es importante, con lo que no debemos tentarnos y salir atolondradamente a buscar fondos para financiar el déficit, porque es una solución que ya probamos y sólo logra efectos nocivos.
Un éxito como el obtenido en la colocación es condición necesaria para el futuro económico del país, pero no es suficiente. Se necesita un derrame del sector financiero hacia el sector real de la economía que permita el crecimiento y el desarrollo de las economías regionales. Esto tiene que ser el próximo paso urgente del Gobierno.