Habiéndose cumplido un nuevo aniversario del golpe de Estado del 28 de junio de 1966 y habiendo aparecido en distintos medios valiosos artículos reivindicatorios de la acción de gobierno del presidente Arturo Illia, me pareció adecuado aportar algunas ideas al respecto para complementar dichos análisis.
Elegido en comicios viciados, con el peronismo proscripto, en 1963, la administración radical tiene, desde un inicio, una impronta partidocrática que parece buscar “borrar” todo lo actuado por el gobierno frondicista. Así, frente a la espectacularidad del desconcierto desarrollista, Illia impone un estilo de gobierno lento, carente de vértigo en el que, por caso, sólo hubo un cambio de gabinete en casi tres años. Deshacer el camino recorrido por Arturo Frondizi es la nota central de la administración de Arturo Illia. Por ello su primera medida trascendente es la anulación de los contratos petroleros firmados por el gobienro desarrollista, en apego a la tradición estatista radical y sin tener en cuenta el costo económico que dicha medida -sin duda anacrónica- significó para el país.