Sin duda uno de los mayores pecados en política consiste en transformar el capricho en error. Más grave aún resulta el caso cuando se daña una relación de Estado de carácter estratégico. El titular de nuestra línea de bandera acaba de señalar que todo el conflicto con LAN gira en torno de un “hangarcito”. Quizás el funcionario conozca de aviones (o no) pero ciertamente no ha medido las implicancias de Estado que su política implica.
Más allá de la obviedad (la competencia mejora el servicio, el monopolio lo destruye), el caso de la actual disputa del gobierno argentino con la empresa LAN nos invita a reflexionar. Nos une a Chile la que quizás sea la segunda o tercera frontera más extensa del mundo. Años de trabajo diplomático en pos de alejar la desconfianza que durante décadas primó entre ambas naciones. La experiencia -aquí y en todas partes- indica que los lazos de amistad entre los pueblos se fomentan especialmente mediante el intercambio cultural, económico y comercial.