En ocasión de un masivo acto en Plaza de Mayo, durante mi brevísimo paso por la función pública y donde se celebraba el compromiso con la educación, distintas personalidades se ponían un guardapolvo blanco como manera de simbolizar este compromiso. Así, desde el Jefe de de Gobierno Mauricio Macri y la entonces Vice Jefa Gabriela Michetti hasta sindicalistas, empresarios, artistas, periodistas, maestros, etc. se iban acomodando en el escenario frente a varios miles de alumnos, docentes y familias completando una entusiasta mancha blanca; un sueño de guardapolvo blanco por la educación.
Uno de los que ostentaba su guardapolvo con alegría era el entonces Cardenal Jorge Bergoglio. El dato puede parecer intrascendente, pero no lo es. El guardapolvo blanco es el símbolo, arbitrario pero contundente, de la escuela pública sarmientina, y allí estaba el máximo representante católico de los argentinos vistiéndolo con orgullo y así contribuyendo a superar, también simbólicamente, una historia larga de desencuentros y adversidades en torno a la educación oficial. Continuar leyendo