Se miran de reojo, se miden, tienen todos la mente ubicada en 2015, pero nadie se juega. Es habitual verlos en foros, seminarios, debates, fotos, pero sólo se quedan en el intento. Hoy la clase política, y fundamentalmente los presidenciables, saben que solos no llegan. Necesitan, además del electorado, tener una base de conocimiento a nivel país, de estructura, y poner fin a las divisiones en distritos clave como Buenos Aires, Córdoba o Santa Fe.
En el Frente Unen quieren repetir la experiencia de la elección de medio término en Capital y están convencidos de que, a nivel país, suman 30 puntos; la cuestión es que las matemáticas caen en la política, el electorado es muy difícil de cohesionar. Los radicales tienen un doble juego, como siempre. Los más progresistas quieren revalidar los acuerdos con el Socialismo y sectores de Proyecto Sur. Sin embargo, un amplio sector cree que acompañar a Mauricio Macri es la manera de cooptar a esas clases urbanas enojadas con el gobierno que pretenden un cambio de estilo en la gestión y un manto de transparencia.