“…La gente quería una salida del peligro y la falta de ley que veían a su alrededor. No podían caminar desde su departamento al subte sin ser agresivamente mendigados o amenazados por alguien. No podían caminar en espacios públicos sin ver a alguien drogado o borracho usando la vía pública como baño. No podían parar el auto en un semáforo sin que algún personaje apareciera con un lampazo o trapo sucio y le ensuciara su parabrisas exigiéndole plata a cambio. Estos “limpiavidrios” gobernaban la ciudad. Solía bromear diciendo que el monumento más importante de la ciudad debía cambiar teniendo en su mano un lampazo…La ciudad estaba devastada, y estaba la sensación de que nadie hacía nada al respecto. Continuar leyendo