El atentado al semanario humorístico Charlie Hebdo hoy en País, Francia, es lo más parecido que hay a una locura colectiva.
Claro que no es más locura que la que encarna un batallón entrando a una población de Irak o Afganistán a liquidar a todo ser viviente sin contemplación, para luego apodar a los cadáveres como “daños colaterales”, es cierto que es más llamativamente cruel, a efectos de nuestras costumbres, de nuestras vidas ya no tan cómodas como nos gustaría creer, pero aún muy lejos de los ajetreos u objetivos socio económicos, de las diezmadas poblaciones de aquellos pobres países desangrados, primero, por sus propios dirigentes religiosos, sus extremismos, su particular interpretación del progreso del alma, y luego, por si fuese poco, el añadido de nuestras bombas y bayonetas.
Para el mundo, París representa lo lindo, está emparentado con la belleza, con el charme, con el glamour; hay que caminar mucho por esa ciudad para que, quienes no somos naturales de allí, encontremos algo objetiva e intrínsecamente feo, algo que antes de salir de la línea de producción no hubiese pasado el “departamento de buen gusto” . Continuar leyendo