Los nacionalismos, que conforman una maniobra burda de distracción clásica de los Gobiernos cuando están apretados por algún costado, no dejan de sorprendernos, sin embargo, con su capacidad intacta para arrastrar a tanta tropa despistada, aun siendo tan obvios y previsibles.
El caso que me ocupa ahora no es ni siquiera si Cataluña será independiente o no, sino que los medios de comunicación y los comunicadores a nivel nacional no sucumban cautivos de esa permanente estratagema de distracción, por otro lado, tan elemental, escamoteándonos durante horas lo más substancioso de la actualidad en pos del manido recurso.
Argentina tiene sus Malvinas, Cuba su Estados Unidos y su Guantánamo, los nazis a los judíos, los judíos a sus palestinos, los comunistas a sus gusanos. Los Estados Unidos tuvieron a su URSS y ahora a sus árabes, los árabes a sus Estados Unidos, España su Gibraltar y su Magreb para echar mano de ellos cuando se precise. Y Cataluña tiene al demonio español.
El colmo es que quienes lideran la campaña de independentismo han dilapidado el dinero y los derechos en Cataluña. En este sentido el Partido Nacionalista Vasco (PNV) tiene muchísima más autoridad moral para hacer un planteo del estilo, pero: ¿desde el púlpito de los Pujol, de los Mas e incluso desde el de los Durán i Lleida? ¡Hombre!
Les importa un bledo la independencia, más bien trabajan para neutralizar los efectos de los desmanes de las propias políticas y de los propios actos de rapiña del dinero público. Continuar leyendo