La izquierda cuenta con una ventaja y un problema fundacional: es la vía idónea para gestionar un conjunto de valores morales, éticos, de solidaridad, de fraternidad, equidad, justicia social y que son de aplicación y expresión individuales y de masas, lo cual parece conferirle a quien se reconoce de dicha sensibilidad, un aura de superioridad moral frente a quien declara una mayor inclinación hacia la consecución de los beneficios económicos, del enriquecimiento material en detrimento del espiritual o del ansia de justicia social.
Y a su vez lo coloca en una situación contradictoria de cara a las sempiternas aspiraciones de poder, ya que en el mismo instante que la izquierda tomase el poder pasaría a ser la derecha más extrema de su propia propuesta, de las causas y los elementos fundacionales de su propia génesis.
La sensibilidad llamada de “izquierdas” a lo largo de Historia y desde la Revolución Francesa, y que ha tenido distintos sustentos ideológicos más o menos estructurados, parece incompatible con las aspiraciones a formar parte de más altas esferas del Poder. Continuar leyendo