Cuba ha entrado en un nuevo y alentador período de construcción del “nuevo socialismo”, con algunas sensibles diferencias con aquel socialismo real que intentó a toda costa introducir en el carácter sedado y festivo del caribeño.
¿Cómo hará el Comité Central del Partido para modificar ese conjunto de gustos tan arraigado en el espíritu revolucionario, austero, casi asceta, que según ellos se apoderó del deseo colectivo cubano de la pos-Revolución?
Durante más de medio siglo el cubano vivió depreciando las costumbres y los modos viciosos del mundo capitalista. Por tal razón, más que soportar, eran felices si tenían un solo par de zapatos, una estoica jarra de agua en el refrigerador, una cama que se caía a pedazos hacia abajo y a resortes hacia arriba, y una capacidad de convivencia y comunicación insólita con mosquitos y cucarachas en lugar del poco ecológico repelente.
Por ello es importante advertir al visitante, al incauto turista, al desconocedor de los parámetros estéticos y los límites del sacrificio del pueblo cubano, en pos de que no vaya a confundir el paisaje de ruinas en colores pasteles, los borrachos, la estética minimalista en el vestir, en el calzar, en el vivir, con drama alguno. Entienda que eso es una decisión soberana y meditada de los habaneros, que prefieren su ciudad desmoronándose, no obstante intensa y originalmente fotogénica, mil veces antes que verla desarrollada y confortable. Continuar leyendo