El vigésimo aniversario de la reforma constitucional de 1994 es una excelente oportunidad para reflexionar acerca del papel de nuestra constitución en nuestra cultura política e institucional. No hay dudas de que, en nuestra cultura política, el respeto a las instituciones constitucionales es un valor fundamental. La constitución refleja el compromiso de todos con tratar con igual respeto y dignidad a todas las personas. Por ello, establece garantías fundamentales como la igualdad ante la ley, la libertad de expresión y de asociación o el derecho a la privacidad, entre otras. La reforma del ’94 reforzó este esquema: reconoció nuevos derechos y garantías e incorporó a los tratados de derechos humanos expresamente como parte del texto constitucional.
Ahora bien, llama la atención que, a 20 años de la reforma constitucional, algunos participantes del debate público y funcionarios desconozcan las implicancias prácticas de valores esenciales de nuestra constitución. Veamos algunos ejemplos recientes. Continuar leyendo