Dentro de 2 años se cumplirán ochocientos de la primera norma legal en contra del despotismo, el primer triunfo del hombre en pos de su libertad. En 1215 un grupo de nobles impuso a Juan Sin Tierra, soberano de Inglaterra, un límite sobre el ejercicio de su poder absoluto.
A partir de allí, el hombre como ser individual, social y político comenzó un larguísimo proceso de concientización de su esencia como persona objeto y sujeto de derechos. Las obligaciones ya las tenía impuestas por el ejecutor del poder, fuera éste un rey, un señor feudal, un obispo, o quien fuera que ejerciera la autoridad. Sobre la base del principio de autoridad divina, el “soberano” practicaba en innumerables casos abusos y vejaciones muy alejados del objetivo sacro de su ejercicio. Ni que hablar de aquellos soberanos que fundaban su autoridad sobre el principio más básico, el dominio por la fuerza.