Son muchos los temores y las preguntas que surgen a partir de la crisis económica que enfrenta en estos días el Brasil de Dilma Rousseff. Tras el escándalo de corrupción en Petrobras, nos encontramos frente a lo que se ha dado en llamar “efecto cachaça”, que –entre otras características- se manifiesta en una devaluación del real de alrededor de un tercio de su valor respecto de otras monedas, en el lapso de un año. En esta línea de denominaciones, ya en los 90 se había utilizado el término “efecto caipirinha” (1997) para referirse a las consecuencias regionales de otra crisis brasileña así como se acuñó el de “efecto tequila” con relación al caso mexicano de 1994. Continuar leyendo