Las empresas argentinas comenzaron a repensar sus estrategias relacionadas a la gestión del capital de trabajo. La inflación originó la necesidad de inyectar recurrentemente montos relevantes de caja para financiar el capital de trabajo, aun cuando los planes de negocio no reflejen escenarios de crecimiento genuino, sino solo sostener su nivel de actividad.
Asimismo, las restricciones a las importaciones generaron la necesidad de incrementar los niveles de stock de seguridad, lo cual implica montos adicionales de caja atrapada en las empresas financiando capital de trabajo. Al momento de acceder al financiamiento en el mercado, el panorama se complica aún más ya que la financiación bancaria existente resulta cara y está desalineada con el perfil de deuda que requiere la del capital de trabajo.