Las empresas argentinas comenzaron a repensar sus estrategias relacionadas a la gestión del capital de trabajo. La inflación originó la necesidad de inyectar recurrentemente montos relevantes de caja para financiar el capital de trabajo, aun cuando los planes de negocio no reflejen escenarios de crecimiento genuino, sino solo sostener su nivel de actividad.
Asimismo, las restricciones a las importaciones generaron la necesidad de incrementar los niveles de stock de seguridad, lo cual implica montos adicionales de caja atrapada en las empresas financiando capital de trabajo. Al momento de acceder al financiamiento en el mercado, el panorama se complica aún más ya que la financiación bancaria existente resulta cara y está desalineada con el perfil de deuda que requiere la del capital de trabajo.
Este cuadro de situación afectó a la rentabilidad y a la posición de caja de las empresas y hace que hoy el gerenciamiento integral del capital de trabajo sea una cuestión estratégica y central en la agenda de la alta dirección. Muchas compañías reaccionaron con iniciativas tácticas como el retraso de las cadenas de pago o la postergación de decisiones de inversión. Otras focalizan su atención en el acortamiento de la cadena de cobranza, lo que en ciertas (o en muchas) ocasiones genera una tensión no deseada entre el área de finanzas y el área comercial.
Los procesos transaccionales y de negocio vinculados con cada uno de los tres componentes del capital de trabajo (cuentas a cobrar, inventarios y cuentas a pagar) recorren las principales áreas funcionales de las organizaciones e inclusive trascienden hacia fuera de ellas. Es por ello que dichas medidas tácticas no serán efectivas y sostenibles en el tiempo si no son consecuencia de un plan debidamente consensuado entre las diferentes áreas funcionales, y debidamente fundamentado ante clientes y proveedores.
En este sentido, en el actual entorno inflacionario y “regulatorio” existente, la debida y oportuna gestión de capital de trabajo representa un área crítica de gestión. Requiere un abordaje integral y debidamente estructurado que permita lograr los objetivos de optimización de la rentabilidad y maximización de la posición de caja deseados. Y, por último, deben considerarse los intereses de las distintas áreas funcionales de las organizaciones y evitar afectar las relaciones comerciales con clientes y proveedores. La debida gestión del capital de trabajo siempre fue importante, hoy es imprescindible.