¿Desforestar para comer?

El problema de la agricultura actual es que no es un sistema orientado a la producción de comida,

sino a la producción de dinero.

(Bruce Mollison, investigador y naturalista australiano)

El 2 de Julio de 1948 se sancionó la Ley de Arrendamientos y Aparcerías Rurales que posibilitó que los pequeños arrendatarios accedieran a la propiedad de la tierra. En esos años del primer gobierno de Perón las cooperativas agrarias tenían una fuerte presencia y desde entonces son un pilar del desarrollo del campo. Ese mismo año se fabricó en Argentina el primer tractor del Cono Sur llamado Pampa, lo que puso al país en la vanguardia tecnológica agraria.

Sesenta y siete años después podemos afirmar con preocupación que en nuestro país la agricultura ha cambiado mucho y colisiona con la integridad del medio ambiente. Los principales problemas actuales son la contribución de la actividad agrícola a la extinción de humedales, bosques nativos y al desgaste de la tierra. En nuestro país el monocultivo de soja tiene también severas consecuencias: la falta de rotación resulta en una inadecuada reposición de los nutrientes del suelo y requiere el uso de algunos agrotóxicos con los que se envenenan los campos y los poblados cercanos. El debate sobre el modelo sojero es un tema muy difícil de instalar, ya que representa el 60 % de las exportaciones a nivel nacional y es la cuarta herramienta de recaudación con la que cuenta el fisco. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha tomado partido acerca de los problemas ambientales por la agricultura manifestando que: “A la vez que la agricultura garantiza la seguridad alimentaria de la población mundial y un medio de sustento a millones de personas, en particular a los pobres, también tiene que proporcionar servicios del ecosistema al medio ambiente, servir de sumidero para el carbono y satisfacer la futura demanda de biocombustibles y bioplásticos”. Continuar leyendo

Extranjerizar la Naturaleza: especies exóticas

En numerosas ocasiones hemos sido testigos de cómo el ser humano daña con su intervención directa a los espacios naturales: contaminación, desforestación, construcción indiscriminada y avance sin control de la frontera agropecuaria. Pero también hay modos más indirectos de impactar sobre los ecosistemas como por ejemplo el trasplante de especies animales y vegetales de un lugar a otro.

Si visitamos el sur de nuestro país, en la zona de los grandes lagos y la cordillera, es posible que nos topemos con animales que llamarán nuestra atención como las majestuosas truchas o los simpáticos ciervos colorados. Si nos vamos más al sur, a la provincia de Ushuaia, nos sorprenderíamos con la estructura de las sociedades de castores y los diques que construyen con barro, troncos y ramas de árboles que derriban con sus poderosos dientes. Para los porteños son muy conocidas las carpas, grandes y coloridos peces, que habitan el conocido Jardín Japonés del barrio de Palermo. Además de ser muy vistosas y conocidas estas especies presentan un denominador común: son especies exóticas. Continuar leyendo