Nueva herramienta para el sabotaje

Hace algunas semanas que el tema de moda es la ley antidespidos, impulsada por varios sectores de la oposición, que proponen prohibir los despidos durante un plazo de 180 días bajo la pena de la doble indemnización. Así es, parecería que un grupo de legisladores se reunió en una gran oficina y se preguntó cuál era el problema que debían resolver. “¿Los despidos? ¡Los prohibimos! Pero qué fácil era”. ¿Por qué el Gobierno de Mauricio Macri no lo hizo antes y solucionaba los problemas con leyes que prohibieran todo aquello que molestara al pueblo y dejaba a todo el mundo contento?

¿Pero quién mejor para responder esa pregunta que la mismísima presidente saliente, Cristina Fernández de Kirchner? Mientras ejercía el mando del Ejecutivo, en más de una ocasión, las centrales obreras le pidieron que prohibiera los despidos y que hiciera aplicar una doble indemnización en caso de incumplimiento de la norma —exactamente lo que hoy sus súbditos proponen—, a lo que ella respondió que jamás tomaría esa medida por más que objetiva y discursivamente sonara muy bien y que todos estuvieran de acuerdo si la aplicaba, ya que los efectos serían los opuestos a los buscados por los trabajadores. Dijo, además, en aquel entonces: “Una ley semejante es la mejor manera de agudizar y profundizar una crisis”.

Eso debe desconcertar a muchos, ya que el Frente para la Victoria acompañado por otros socios— propone hoy lo que hace un par de años consistía en un suicidio económico que sólo lograría empobrecer al país según su propia líder, dichos que además fueron apoyados por varios de sus seguidores que hoy ocupan una banca en el Congreso Nacional, aunque hay que dejar en claro que ese respaldo no se redujo solamente a ellos, porque cuando la ex Presidente refutó el reclamo de los gremios usando los argumentos que hoy le niega a Cambiemos, ningún funcionario ejecutivo ni legislativo de su partido atendió aquel pedido ni intentó llevarlo a cabo, incluso si en aquel momento la propuesta estaba sobre la mesa. Continuar leyendo

¿Qué ocurre con el cepo?

El asunto del cepo está en boca de todos de cara al ballotage del 22 de noviembre, en donde Mauricio Macri y Daniel Scioli se enfrentan con propuestas muy diferentes. El primero lo eliminará de manera inmediata, mientras que el segundo propone sostenerlo durante algún tiempo y ver si las cosas mejoran hasta que, de alguna manera, ingresen dólares y recién ahí comenzar una quita de trabas a la moneda norteamericana.

La clave para encontrar la solución a esta cuestión radica en conocer su origen: un demagógico gasto público que no pudo ser sostenido ni siquiera por la mayor presión tributaria de nuestra historia, por lo que se recurrió a la famosa maquinita de imprimir billetes, es decir, a la expansión monetaria, aumentando la oferta de pesos muy por encima de la demanda, por lo que su valor frente a los bienes de la economía fue cada vez menor —inflación— y, por supuesto, el dólar no escapó a esta regla, razón por la cual se necesitaron cada vez más pesos para comprar un dólar.

Como los famosos precios cuidados aparecieron para hacerle frente a la inflación en distintos bienes de consumo básico, poniéndole precios máximos a productos como la leche, el aceite, el azúcar, etcétera, el cepo apareció para ponerle un precio máximo al dólar y racionalizar su venta. Algo así como esos carteles con la frase Máximo 2 unidades por grupo familiar” que con tanta frecuencia vemos en cualquier supermercado, lo que se traduce en la combinación perfecta para la escasez: un bien exiguo, pero barato. Continuar leyendo