Se aproxima el 27 octubre y las campañas por captar votos no conocen límites ni fronteras. Pero como viene pasando en los últimos años, la estrategia de algunos candidatos parece estar orientada a obtener el ya famoso “voto útil” o “voto estratégico”.
Todos hablan o reclaman el “voto estratégico”, todos dicen ser sus destinatarios y los analistas se los arrogan a diferentes políticos. Pero el voto estratégico es aquel que en los últimos años ha beneficiado, al menos transitoriamente, a algunos políticos y perjudicado a todos. El caso más notable es el que sufrirá Francisco De Narváez a manos de Sergio Massa en pocas semanas. Hablar de voto estratégico es hablar de aquellos votantes que preferirían inicialmente votar por “C”, pero dado que “C” que no tiene chances de ganarle a “B” y para evitar que este gane, votan por “A”, al que no les molesta votar y que además le gana a “B”. De esta forma, alguien que tenga intenciones de votar por “C”, termina haciéndolo por “A”, y así evita que gane “B”.