Se aproxima el 27 octubre y las campañas por captar votos no conocen límites ni fronteras. Pero como viene pasando en los últimos años, la estrategia de algunos candidatos parece estar orientada a obtener el ya famoso “voto útil” o “voto estratégico”.
Todos hablan o reclaman el “voto estratégico”, todos dicen ser sus destinatarios y los analistas se los arrogan a diferentes políticos. Pero el voto estratégico es aquel que en los últimos años ha beneficiado, al menos transitoriamente, a algunos políticos y perjudicado a todos. El caso más notable es el que sufrirá Francisco De Narváez a manos de Sergio Massa en pocas semanas. Hablar de voto estratégico es hablar de aquellos votantes que preferirían inicialmente votar por “C”, pero dado que “C” que no tiene chances de ganarle a “B” y para evitar que este gane, votan por “A”, al que no les molesta votar y que además le gana a “B”. De esta forma, alguien que tenga intenciones de votar por “C”, termina haciéndolo por “A”, y así evita que gane “B”.
El archivo nos hace recordar a Francisco De Narváez (pero al revés), quien en 2009 logró un importante caudal de votos al conseguir el voto de muchos sectores que no querían que ganase el kirchnerismo en la Provincia de Buenos Aires. Lo mismo ocurrió en 2003, cuando sectores que no votarían por Néstor Kirchner aceptaron hacerlo, para evitar un triunfo de Menem. Sergio Massa es el ejemplo más actual.
Muchos votantes preferirían cualquier otra opción no “K”, pero Massa es tratado como el único capaz de derrotar a los “K” en territorio bonaerense y prefieren eso a un triunfo del gobierno. En esta oportunidad, De Narváez es el más perjudicado, ya que muchos de sus votantes elegirán a Massa en octubre. Las PASO han elevado la importancia del voto estratégico, pero sobre todo lo han reconvertido en una poderosa herramienta que articula preferencias. En primer lugar, porque en agosto muchos electores participaron de la interna de algún partido, como es el caso de UNEN en la Ciudad de Buenos Aires, en lugar de hacerlo por partidos que llevaban un solo candidato. En agosto, el voto estratégico estaba destinado a seleccionar candidatos, y en la CABA, el único frente electoral con peso que hizo uso de la herramienta fue UNEN con cuatro listas. Esto quizás sea el principal factor explicativo de la cantidad de votos que obtuvo en su conjunto este frente electoral, derrotando en la sumatoria a los “K” e incluso al PRO en su propio distrito. En segundo lugar, las PASO permiten conocer cómo se distribuyen los votos al menos de forma tentativa y preferencial. Este es el ejemplo de Massa, que si bien obtuvo una diferencia de cinco puntos sobre Insaurralde, podría duplicar esta diferencia, a partir de que muchos sectores votarán por él, en tanto es el que está más cerca de derrotar al gobierno. Los más perjudicados, De Narváez como ya se dijo, y Margarita Stolbizer en menor medida, que si bien no estaría perdiendo votos, le estaría recortando su posibilidad de mejorar su performance.
El voto estratégico pensado en este sentido hace referencia a una estrategia negativa: evitar que gane el gobierno. Pero el sistema de las PASO ha permitido que el voto estratégico se convierta en una variable positiva, donde los votantes realmente eligen y donde su voto se torna útil, en tanto permite dirimir candidaturas dentro de un partido o frente. De esta forma, el voto estratégico se convierte en actor fundamental en las elecciones primarias, pero también en las generales.