Cuando hace un par de días la presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró el primer museo nacional de Malvinas que se construye en el país, saldó una cuenta que los argentinos mantuvimos pendiente por más de 30 años. Una reivindicación más que tuvo que esperar a esta década para encontrar justicia.
El día de la inauguración, recordé como se vivió la guerra de 1982 en mi tierra. Vengo de una provincia, Chubut, donde el conflicto no era algo que veíamos por televisión, sino que lo palpábamos en el día a día. Al igual que sucedía en cada provincia de la Patagonia, los chubutenses nos escondíamos debajo de las mesas cuando sonaba una alarma, practicábamos oscurecimientos de nuestras ciudades, veíamos salir –y muchas veces no volver- a los aviones hacia las islas e, incluso, tuvimos caídos en tierra firme, como el soldado Aldo Rubén Canteros, muerto mientras montaba guardia frente a la costa de Puerto Madryn.