La semana corre intensa. El rock and roll arrancó cuando menos se lo esperaba. Las revelaciones en la media tarde del domingo de los Panama Papers irrumpieron como un tornado arrasando todo a su paso. Las filtraciones monitoreadas por 370 periodistas de todo el mundo que se publicaron a nivel planetario pesan más que dos wikileaks, y su efecto deletéreo sobre la credibilidad y la confianza en las dirigencias tardará mucho tiempo en reabsorberse.
En la escaldada piel social de los argentinos las revelaciones generaron escozor. El nombre propio del recién estrenado presidente en la nómina de una offshore parida en la megausina de Mossack Fonseca no pegó bien.
En el país de las “casualidades permanentes”, Carlos Menem dixit, que la familia Macri haya recurrido al mismo bufete que los principales actores de la denominada “ruta del dinero k” para activar empresas offshore suena cuanto menos poco elegante.
Si es Macri padre quien “ocasionalmente” puso a su primogénito en tan incómoda situación, a llorar al psicoanalista. En el plano institucional, la estampida no se hizo esperar. Continuar leyendo