Tangos del cierre

“Una”, “Cambiemos” y “Progresistas” completan el frepasismo tardío del FPV.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

“Sin novedad en los frentes”, diría Erich María Remarque.
En el camino hacia la pedantería electoral de las PASO, para el primer cierre sólo concentró algo de suspenso Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia.
Sustancialmente depilado a la cera negra (cliquear), con su reconocida astucia se las ingenió para hacer, de su desdicha política, un objeto de consumo. Y de centralidad.

Modelo de inclusión

El favorito es -quién iba a decirlo- el Frente para la Victoria. Pese al frepasismo tardío y a los desastres seriales que arrastra desde hace doce años. Llega sostenido por la carencia de solidez en la reacción del oponente, que parece postularse más para complementarlo que para sucederlo.
En la práctica, lo vertebra el Partido Justicialista Vegetal. Un Ogro invertebrado que adquiere vitalidad sólo cuando se trata de contar los votos, que comparte con una decena de adyacencias. Son sellos presupuestarios que se limitan a contener un vociferante conjunto de buscapinas que pasan mensualmente por ventanilla con gesto reclamatorio, y con la tendencia a creer que participan de la Revolución Imaginaria que aplica el “modelo de inclusión”. Tan generoso que los incluye, incluso, a ellos.
Semejante patología del frepasismo tardío hoy debe obedecer verticalmente las decisiones de La Doctora. Justamente ella vuelve cargada por la espiritualidad que le aporta el Conductor más inesperado. Francisco, mal llamado San Borocotó.
La Doctora tiene que decidirse en los próximos nueve días. Primero y fundamental, ¿qué va a ser de su osamenta?
Si va a anotarse como parlamentaria en la nadería del ficcional Parlasur. La expresión burocrática del Mercosur que ya no existe. O si va a apuntarse, convenientemente, como diputada, para arremeter con la idea alucinante de la Presidencia Legislativa. O acaso, de máxima, como gobernadora de la provincia (inviable). Buenos Aires. Si es que no tiene la autoridad suficiente como para desplazar a Florencio Randazzo, El Loco, de sus ilusiones presidenciales, y proponerlo como gobernador. En ese caso, sin otra alternativa debe avalar, como heredero, a Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, a pesar de su voluntad. Al que habrá, en todo caso, que acotar, pero sólo después de asegurarse el triunfo, de ser posible en la primera ronda, sin asumir el riesgo de perder, entre otros valores, la libertad.
Ahora, si le da luz verde a la confrontación, y el patológico frepasismo tardío presenta la bifrontalidad, a través de Scioli y Randazzo, el máximo beneficiario será Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, transformado en El Ángel Exterminador. Del artefacto Cambiemos, Macri es el aspirante más aventajado.

Cambiemos y UNA. Tangos

“Cambiemos” puede ser el ajustado título de un tango. Como Soñemos “que los dos estamos libres”. Pero es el PRO, expresión institucional del macricaputismo, que emerge con otras dos adyacencias bastante respetables. El retrasado radicalismo que conduce Ernesto Sanz, La Eterna Esperanza Blanca, que aporta el hilo de la territorialidad. Y la Coalición Cívica, sello que aún sobrevive y aún no fue asombrosamente destruido por la señora Elisa Carrió, La Empresaria en Demoliciones.
“Cambiemos”, o Soñemos “con la gloria de este amor”, aporta también el conglomerado juvenil de Gerónimo Venegas, El Momo. Es un gratificante exponente de “lo nuevo”, categoría inventada por el pensador don Jaime Durán Barba, El Equeco. Orienta el bolero llamado Fe. Es una religiosidad que por lo menos puede servirle a Macri para contar los votos, en la Provincia Inviable, donde tal vez no alcance con el voluntariado moderno recopilado a través de las redes sociales. La Provincia Inviable es el territorio de la equivocación coral. Aunque puede presentarse, también, como de la esclarecida genialidad. Depende de cómo salga la invención.
La equivocación consistió en haber desairado, y sometido a la humillación civil, al tercero en cuestión, Sergio Massa. Del tango UNA.

UNA “busca llena de esperanzas”. Pero no. Es UNA, “una nueva alternativa”, que le sirve a Massa, al menos para los próximos nueve días, para cotejar con José De la Sota, el apartado peronista que se aferra reglamentariamente a la Democracia Cristiana.Los acompaña otro grupo de honorables buscapinas y la curiosidad del MID, sinónimo semántico del apellido Frigerio.
Hoy el Frigerio más sensato que vive responde al PRO. No pertenece al tango UNA, milita en el tango Cambiemos y aspira a la vicepresidencia. Al cierre del despacho, aparece con menos fuerza que la señora Michetti, La Novicia Rebelde, y en especial que Marcos Peña, El Pibe de Oro, ídolo del voluntariado que recita a Durán Barba.

Progresistas

Para constar en actas, debe rescatarse el recatado grupo de los “Progresistas”. Son los tibios y sensibles que impulsan, hacia el primer plano, a la señora Margarita Stolbizer, La Vecina Buena.
Es la “gauche” socialmente presentable que no llega a ser de izquierda. Pero que tampoco se resigna culturalmente al pragmatismo que impregna a la indigerible “derecha”.
Es la sintomatología que suele tratar el psicoanálisis y la homeopatía. Eficaz para combatir testimonialmente las imposturas del peronismo, pero sin deslizarse entre la antipática atracción que genera el antiperonismo. En definitiva es el espacio ideal para que sea apoyado por el erudito contratapista Jorge Fontevecchia, como también por la iluminada señora Beatriz Sarlo, y con seguridad también por el novel novelista Tomas Abraham. Aquí se agrupan los frepasistas inquietos que hubieran apoyado con tenacidad a Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto, que dejó pasar el 2015 para jugar entero por la continuidad del evangelio socialista en Santa Fe. Son mormones idealmente maltratados por la violencia narco que ni siquiera se conmueve con sus oraciones, ni por sus creencias en el hombre mejor. Territorio en peligro electoral por el énfasis que adquirió el PRO a través del entrañable Miguel Del Sel, El Midachi, y por el apoyo siempre “hasta por ahí nomás” de Carlos Reutemann, Planta Permanente.

Liguillas

Reutemann insiste en la obstinación de permanecer lo más pancho en el Senado. Aunque sin el afán participativo del otro anotado en la Planta Permanente. Adolfo Rodríguez Saa, el Padre de la Puntanidad.
Fue una lástima que Rodríguez Saa no haya alcanzado a convencer al cineasta Fernando Solanas, El Prestigioso Dirigente Universitario. Para armar la liguilla menor y simular juntos que quieren ser -si no presidentes- al menos candidatos. Por suerte el cineasta mantuvo un poco de pudor estético y decidió inteligentemente abrirse para disfrutar, en adelante, ya sin culpas ni simulaciones, de la parsimonia del Senado.
Por último, en el Tango del Cierre nos queda el esclarecimiento de la izquierda real, que insiste con Juan Carlos Altamira, El Trotskista Enciclopédico. Merecería Altamira ser presidente por una semana, cuando irrumpa la reiteración grotesca de otro 2001. Tiene pergaminos superiores, como los amontona también el obrerista Víctor De Gennaro, Nuestro Lula que no Fue. Y es lamentable que tampoco sea de la partida el histórico Otto Vargas, aquel líder de “La Fracción”, que sólo los refinados lo recuerdan aún como Rosendo Irusta

Adelantamiento en el neuropsiquiátrico

Ahorrar un año de decadencia, deterioro, retroceso y desvarío.

escribe Carolina Mantegari

“Opera para la embajada”.
Lo agravian, por internet, los contratados vocacionales de Parrilli, El Incomparable Godfrey.
Pero es probable que “Asís opere para Scioli”.
Porque, si sugiere la conveniencia de adelantar las elecciones presidenciales, es para beneficiar al líder de la Línea Aire y Sol, que sólo puede ganar en primera ronda.
“En segunda Scioli pierde, es boleta con cualquiera”.
Entonces Scioli necesita voltear las PASO. Y que los desastres instalados que arrastra La Doctora lo perturben menos. Amenazan con ser crecientemente implacables.
Como en el fondo Asís “es un peronista”, para los antiperonistas sólo quiere que el peronismo, con el adelantamiento, tenga mejor suerte.

En realidad, si se analiza la problemática con rigor, es a Massa, el Titular de la Franja de Massa, a quien le conviene la utopía del adelantamiento.
Porque Massa puede aprovechar el crédito que le queda del resonante triunfo de 2013. Éxito que tiene el riesgo de evaporarse. Por sus dificultades lógicas para el armado. Por los previsibles inconvenientes financieros.
A Massa le clavaron con eficacia la invención del estancamiento.
Ocurre que en el Neuropsiquiátrico la política se hace desde la gestión. Y hasta se financian con derivaciones de la gestión misma. Subproductos cínicamente admitidos del manejo presupuestario.
Pero Massa no tiene el manejo de una provincia, como Scioli (así se trate de la provincia inviable). Ni siquiera cuenta con la obediencia de los caudillos dóciles del peronismo que se dejan humillar, contranaturalmente, por Zannini, El Cenador, que les escribe el machete de lo que deben decir. Con indicaciones de La Doctora.
Tampoco Massa tiene detrás la fuerza del manejo de la jefatura del Artificio Autónomo. Tiene apenas una miserable diputación, y una nutrida “Armada Brancaleone” que lo sigue (puntualizarlo significa sospechar que Asís “opera para Massa”).

Sin embargo, si se toma el adelantamiento con un enfoque chiquito y coyuntural, el más favorecido es Mauricio Macri, El Niño Cincuentón.
Sin despeinarse, mientras les hace caso a Jaime, El Equeco, y a Marquitos, El Pibe de Oro, Macri gana en el análisis político la carrera enjabonada del sucesor. Aunque no le alcanza para ganar en el territorio.
Aún Macri no tiene completamente cerrado el acuerdo con los radicales de la estantería. Pero el adelantamiento podría precipitarlo. El Niño Cincuentón es el beneficiario directo del desgaste explicablemente cotidiano de La Doctora. Por lo tanto “es altamente probable que Asís haya cerrado con el macricaputismo”.

En cambio, por cuestiones afectivas, tal vez Asís opera la tesis del adelantamiento para favorecerlo a José De la Sota, El Cuarto Hombre.
Se lo ve con frecuencia junto a reconocidos baluartes del “delasotismo”. Aparte, tiene al tío Plinio radicado en las sierras, precisamente en Punilla, los pagos del gaucho Caserio.

De últimas, pese a ser un portador insano de neoliberalismo explícito, en el fondo Asís “mantiene melancólicamente su corazoncito bolche”. Debe operar para Jorge Altamira, El Trotsko Enciclopédico.
Desde la izquierda puede explotarse, con mayor celeridad, el Efecto Syriza-Tsipras, de Grecia. O el Efecto Podemos-Iglesias, de España. Para transformar el vacío inmaterial del capitalismo en una oleada a favor de la izquierda saludable y adolescente.

Analfabetismo funcional

En realidad, para Asís, en su utopismo, el adelantamiento electoral presenta un sólo beneficiario. Es la Argentina. El Neuropsiquiátrico.
Consta que le da la razón al Papa Francisco cuando dice que La Doctora debe llegar al final. Sólo que, para ayudarla mejor, corresponde acercarle en cinco meses la línea de llegada.
Pero los “enternecedores choripaneros de la comunicación” de “6, 7, 8″ quieren cobrar el salario hasta diciembre. Y “los desperdiciados” de Tiempo Argentino, los gurkas de Szpolsky y Garfunkel, lo toman como una provocación. Y los nabos innumerables, graves analfabetos funcionales, lo toman como golpismo.

El propósito, en la práctica, consiste en ahorrarle otro año perdido al Neuropsiquiátrico.
Por los carriles normales que se van a utilizar, con la colectiva masturbación de las PASO, y de la primera y segunda vuelta posterior, se llega al dichoso cambio de gobierno (o a la reconfirmación del modelo a través de Scioli, o en menor medida de Randazzo) recién en diciembre de 2015. El nuevo (o el mismo) gobierno no podrá implementar ningún plan mínimamente atendible hasta marzo de 2016.
El verano sirve, en el Neuropsiquiátrico, para rosquear, desestabilizar, asesinar. Nunca para construir.

Mientras esté La Doctora

Con el país catastróficamente dividido, enfrentado, en la lona, aislado y sin la menor credibilidad -externa ni interna-, en default y desacatados, en la plenitud del naufragio, con el desvarío de la guerra entre espías, y ahora con la carga del muerto expresivo que destruye la legitimación moral, lo más aconsejable es hacer la plancha.
Quedarse tranquilo, en el molde. Vivir a control remoto, gastar lo necesario. En punto muerto. Dilatar sin arriesgar. Retroceder. Durar.
Según criterio extremo de Asís, el cuento del inversor extranjero es sólo efectivo como chicana.
“Nadie, mientras siga La Doctora, va a poner un mango en la Argentina”, teoriza. “Menos aún si los argentinos no estamos dispuestos a poner, al menos, una parte mínima del canuto”.

La Doctora se encuentra patológicamente sostenida por los pasivos que sacan. Mientras hostiga y maltrata a los que ponen, que le desconfían y, a esta altura, colectivamente la detestan. Son los que deberían poner más de la que ponen, y es razonable que no la quieren tirar.
De existir una mínima credibilidad. De contar con la perspectiva de algún gobierno viable, la pondrían. De a poco. Sin exagerar.
Mientras esté La Doctora sólo el chino conquistador o el ruso oportunista podrán racionalmente poner alguna moneda.
Son los que encaran un riesgo mínimo en el Neuropsiquiátrico signado por la sospecha, tomado apenas como una atractiva mesa de saldos.
Los chinos, precisamente, cumplen una digna función cultural. Son los que nos van a hacer revalorar, incluso, hasta a los españoles.

Ante la ingobernabilidad, Alfonsín, El Providencial, adelantó su partida y quedó en la historia como el gran demócrata.
Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas) también acortó, sin completar el mandato que le hubiera correspondido a De la Rúa, El Siestero.
Y en el Neuropsiquiátrico congelado, en cuesta abajo, mientras La Doctora continúe en el poder, la gobernabilidad sólo se mantiene por la paciencia infinita de la sociedad. Y sobre todo por la alarmante comodidad del opositor light, que actúa con la prudencia insuficiente que les marcan sus consultores equivocados.
Con un mínimo sentimiento de patriotismo, y en beneficio de su salud tan vulnerable y vulnerada, La Doctora -que aún acapara la iniciativa- podría encarar la iniciativa de anticiparse. Una osadía que nunca va a plantearle ningún opositor del muestrario complaciente, acostumbrado a funcionar a partir de la explotación de los errores.

Lo que Asís sugiere, en definitiva, es eliminar la pedantería de las PASO. Una costosa e innecesaria duplicidad que nos traba en medio del hartazgo. De la desesperada sensación de debacle que impera en el Neuropsiquiátrico. Para ir, directamente, hacia las presidenciales en Mayo. A los efectos de organizar la invariable segunda vuelta en junio, y realizar el cambio de banda en julio.
Al elegido se le debiera brindar un margen amplio de gobernabilidad. Para que aplique de inmediato los planes, las ideas -si es que las tiene- para producir la renovación del ánimo que se le reclama. Para ahorrarle, al Neuropsiquiátrico, un año entero de decadencia y desgaste, de enfrentamientos, papelones y rencores, con los deseos lícitos de venganza cíclica, que se contienen y extienden.

La peste de moral baja

Desde España y Portugal, hacia Brasil y Argentina

sobre informe de Consultora Oximoron,
Redacción final Carolina Mantegari

“La corrupción acompaña al poder como la sombra al cuerpo”
Alejandro Nieto

Introducción
La Obra Pública, el Juego y Blanquita Amaro

La epidemia de transparencia ya hace estragos. Produce la transformación cultural y arrastra muchos presos.
En el espejo de España se refleja Portugal. Pero también Brasil.
La peste de moral baja, irremediablemente, hacia Argentina.

Para interpretar el grado de transparencia de un gobierno, Consultora Oximoron propone estudiar esta ecuación:
Obra Pública +/o El Juego +/o Blanquita Amaro (*)

Basta con los tres ítems. Se deja de lado la multiplicidad de otras vertientes.
La Obra Pública signa la metodología tradicional para la recaudación básica. Clasicismo insustituible de ladronzuelos perdonablemente básicos.
El Juego se consolida. Se extiende. Penetra estructuras transversales que enlazan a los opositores habilitados. Extensiones brutales, por décadas. Recaudación secreta para cómodos.
“Blanquita Amaro” representa la explotación del consagrado fenómeno del narcotráfico. El ítem más complejo y pernicioso de la ecuación. Con el complemento de la violencia y del daño social. Impregna a las fuerzas internas que debieran combatirlo.

Con recaudarse, para beneficio del gobernante, a través de uno solo de los tres ítems, por ejemplo el primero o el segundo, se está apestado, pero pasa. Es comprensible.
Con recaudar con dos de los tres, el primero y el segundo, ya es relativamente grave, sancionable.
Con la explotación de los tres ítems conjuntos de la ecuación, el gobernante está perdido. Irrecuperablemente.

Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron

(*) Cantante cubana de rumbas de los años 50 y 60. Se toma prestado su nombre por “la blanca”.

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El espejo de España

Conmueve ver ingresar en prisión a la cantante Isabel Pantoja. En Alcalá de Guadaira, Sevilla. Por lavado de dinero. La estrella quedó sepultada en el latrocinio, como consecuencia del mal amor.
Como Cristina de Borbón. La Infanta que sumerge a la nobleza en el escarnio. Por los horribles manejos, con los fondos públicos, del marido. Iñaki Urdangarain, atlético (y patán).
Su Majestad Juan Carlos, que tuvo muy poca suerte con sus yernos. En su momento, el monarca supo hacer la fortuna con sobriedad. Antes de derrapar con aquel elefante inofensivo, para colmo muerto, en un safari por Kenia. Juan Carlos supo pecar con el refinamiento y la distinción que generalmente faltan en los tiempos del facebook. En pleno estallido de las comunicaciones cuesta mantener un secreto, así sea sólo erótico. O preservar el sentido elegante de la discreción. Debió abdicar.
Alteza Cristina, en cambio, enternece. Encantadora muchacha que supo ilustrarse en París. Aguda lectora de Azorín, de Ortega y hasta de Julián Marías. Hoy desgasta la dignidad real, entre juzgados. Otra historia de amor y billetes. Abundan.

En el desborde brutal de la Operación Púnica, los españoles en crisis extravían la capacidad de asombro. Previamente fueron fastidiados por los sobres de Bárcenas. La “Cadena de la felicidad” que acabó con el respeto hacia el Partido Popular. Colmaron de resentimiento a los indignados que subsisten con el subsidio del paro.
También fueron fastidiados con las trapisondas financieras de Jordi Pujol (que llegan hasta el puerto de Rosario). Salpicaron de banalidad hasta la discutible emancipación de Cataluña.

La peste de moralidad, que sacude a España, afecta también a Portugal. Consta que el ex primer ministro, Antonio Sócrates, el socialista moderno, en un regreso furtivo de París pasó desde el aeropuerto de Lisboa hasta el “Estabelecimento prisional de Évora”. Capital del Alentejo. Justamente en el alicaído país saudosista de Fernando Pessoa, impregnado de tristeza colectiva, maltratado por el estancamientos económico que incita a los recortes permanentes, a los efectos de satisfacer las líneas europeas que baja Alemania.
El portugués medio alteraba el pesimismo existencial con los detalles del exilio voluntario de Sócrates en París. En su departamento adquirido por tres millones de euros, nada excesivo en semejante ciudad.
Sócrates pretexta herencias familiares, pero nadie le cree.
En Rumania, basta con la inteligencia y el coraje de Laura Kovesi. Es la fiscal anticorrupción, para que caiga otro ex primer ministro, ministros en cantidad, encadenados en otras felicidades que hoy se condenan.

La delación

Mientras tanto Brasil se dispone a superar los índices de corrupción de los países BRICS. Arrecia la peste de transparencia que estaba pendiente desde los tiempos escatológicos del «mensalao».
Hoy los empresarios más poderosamente ricos comparten el patio común de la cárcel de Curitiba, aunque a distancia decorosa del delator desesperado por salvarse. El Turco Youssef.
En la declinación moral del país-continente, el motor del casi extinguido Mercosur, cuando se delata bien puede atemperarse la condena.
Por lo tanto los coimeros, que se suponían impunes, caen como moscas cansadas del verano. Para lanzarse, a su vez, sin exigencia de lealtad, a delatar.
Cuentan que a algunos delatores hay que pegarles, pero para que se callen.
Al cierre del despacho se aguarda que no se delaten las oportunas estimulaciones que debieron depositarse en la Argentina. Entre la gallardía del festival de maletines, que el portal describe como “La marroquinería política”.
Maneras de la corrupción sistémica, estructural. Animada por los cretinos que capturaron el Estado para su propio beneficio. Representa el máximo rostro del fracaso de las democracias.

Aquí y ahora

“Robar no es para cualquiera”. Lo confirma Tadeo, protagonista de “Hombre de Gris”.
Para robar desde el poder no basta con la impunidad. Hay que contar con contadores competentes, eficaces abogados administrativistas. Ser menos brutal.
En Argentina proliferan diseños recaudatorios que superan con amplitud al emblemático David Marjaliza, alias Mórtimer. El español que arrastró decenas de poderosos transitorios, para convertirlos en presos. Comparado con nuestros pícaros delincuentes de segundo orden, Marjaliza es apenas un aficionado. Un novato.
Marjaliza distribuía las “cometas” y se quedaba con un miserable 3 por ciento. Un bebé. Los que supieron hacerla, aquí disfrutan del tratamiento de señores. Lo despojado, lo tienen en regla; lo mal habido a buen recaudo, perfectamente “encanutado”.
No son los rudimentarios de la magnitud de Lázaro, El Resucitado. Desde que se murió su Jefe, El Resucitado quedó sin conducción. Terminó entre imberbes inescrupulosos que le hicieron un daño irreparable a la heredera.
La Doctora tal vez sospechaba del fondo. Desconocía, según nuestras fuentes, las formas. Las cantidades. Legitima su asombro: “¡Para qué juntar tanto!”, cliquear.

Épica y delito

La Operación Púnica de España, como la Operación Lava Jato de Brasil, registra algunas similitudes con la Pasión Recaudatoria Nacional.
Signa la clave de la política contemporánea, la estrategia internacional. El anti imperialismo (preventivo) de La Doctora.
Cuesta unificar, en el fondo, la épica militante con el fenómeno delictivo.
Advertencia: no se trata de épica militante o delito.
Es -en simultáneo- militancia y delito. De aquí la complejidad del mecanismo que estalla.
El honesto que se juega aquí ampara al cretino que la lleva.
Desde la épica, los que no se llevaron monedas ofrendan la vida por los corruptos.
Juristas y comunicadores ponen los prestigios a la disposición del proceso recaudatorio.
El desgaste -concluye el Informe Oximoron- es inútil. Porque la peste de moralidad baja. Llega igual.
Entra, incluso, sin golpear la puerta.

El bi-partidismo disperso

Peronismo y radicalismo. El blend peronista/radical

escribe Bernardo Maldonado-Kohen
sobre informe de Consultora Oximoron

En trazo grueso, en la Argentina persiste el bi-partidismo. Disperso, con ramificaciones y riesgos de balcanización.
Se asiste al desgaste simultáneo de dos culturas políticas. El radicalismo y el peronismo. Dos identidades de centro, que ocupan la casi totalidad del escenario.
En la práctica, la derecha clásica no registra existencia. Desde la orgiástica evaporación de la UCD, lo que quedó de aquella derecha liberal se fundió en el peronismo. O trata de integrarse en la selectiva urbanidad del PRO, que representa el espacio de centro derecha (aunque no lo asuma).

Lo que subsiste, en una sociedad impregnada del estereotipado progresismo, es una izquierda real, bullanguera y minoritaria. Se consolida en el ascendente Partido Obrero, y otros complementos menores. Es el partido que mejor explota, en la base asalariada y popular, el desgaste, sobre todo la indolencia, del peronismo vegetal. Verdad que preocupa a los pocos empresarios despiertos. Los que evocan, con cierta nostalgia, la flexibilidad negociadora del sindicalismo peronista. Para apuntarlo: merced al ascenso del trotskismo, los peronistas son indirectamente revalorados.

Fracaso, agotamiento y extinción

Sin embargo aquí el desgaste, por uso y abuso del poder, suele confundirse con extinción.
Por lo tanto predomina la fácil tentación de imaginarse innovadores. A los efectos de presentarse socialmente como expresiones de “lo nuevo”, en desmedro de “lo viejo”, que fracasó. Interpretación más inspirada en la eficacia generosa del marketing que en la profundidad del conocimiento.
Es la vertiente redituable que explota el PRO. Es el pilar de uno de los tres principales aspirantes a la presidencia. Gobierna hoy el Artificio Autónomo de la Capital, la localidad de Vicente López (en la Provincia Inviable), y un meritorio municipio cordobés.
Mauricio Macri, su titular, supo captar con inteligencia el electorado de capa media que respondía al radicalismo y a la UCD. Y erigirse, al mismo tiempo, en una suerte de esperanza blanca, una reserva moral del peronismo deteriorado. Ante el desgaste que arrastra años de monotonía en el poder, Mauricio pasó a explotar, con destacable habilidad, la moda del anti-peronismo, fundamentado y creciente, en una sociedad necesitada de encontrar culpables accesibles. Téngase en cuenta que el agotamiento se confunde no sólo con extinción. Se lo identifica, sobre todo, con el fracaso.

Pero desgasta mucho más la residencia en el desierto opositor. La carencia de poder nacional que padece el radicalismo, pese a contar con un rescatable posicionamiento en diversas provincias. Y capitales de provincia.
Por lo tanto el peronismo, por el costado pragmático, hoy se encuentra en mejor situación para sobrevivir a su propio desgaste. Puede dejar transitoriamente de lado las diferencias irreconciliables entre sus distintas tolderías, cuando sobreviene la campaña electoral y se discute el manejo concreto de los presupuestos. Para acomodarse, sin ir más lejos, detrás de Scioli.
El problema es que al peronismo se le independizó una Franja. La Franja de Massa. Con una propuesta improvisada, precipitada, Sergio Massa se las ingenió para vencer a la estructura de la sustancial provincia de Buenos Aires. 2013. En las castigadoras elecciones de medio término. Cuando se elegían legisladores y no estaban en juego los presupuestos ejecutivos. De todos modos el triunfo de la Franja marcaba una tendencia. Hoy cuesta mantenerla.

La importancia de la estructura

Los tres protagonistas de la consagrada miniserie -“Sergio, Mauricio y Daniel” - se parecen demasiado. Derivaciones, en la práctica, de la interna peronista, que arrastra y absorbe, en su dinámica, a la cultura radical.

Si Daniel hoy aparece como algo más fortalecido, pese al desgaste y a las carencias de gestión, es por la conservación de la estructura del Partido Justicialista Vegetal.
Del peronismo que La Doctora devalúa, y lo mantiene neutralizado, perentoriamente a su merced. Viene acompañado de la colección de sellos, de buscapinas venerables que conforman la fastuosidad del Frente para la Victoria.La progresía minoritaria que perfectamente podía haber participado de otro frente, con orientación radical. Como con aquella Alianza que en 1999 llevó a la presidencia a De la Rúa. Es carne de Frepaso, con la medialuna enarbolada, dispuesta a mojarla, en la taza del poder de turno.
Los otros dos, Sergio y Mauricio, más favorecidos por las encuestas y por los astros encarrilados, son también aspirantes centrales. “Del puerto” que atormentó en los equívocos iniciales del siglo diecinueve.
Uno es fuerte en la provincia inviable de Buenos Aires (Massa) y el otro es aparentemente imbatible en el Artificio de Buenos Aires capital (Macri).
Ambos tienen el desafío de conformar una estructura nacional. A los apurones. Y a expensas, por lo general, de la otra cultura política. La identidad radical, que conserva sus cuotas de poder en varias provincias y necesita mantenerlos. Y expandirse, de ser posible, con más legisladores, intendentes.
Es el sentido de “la batalla por los radicales” que libran.

El shopping y el blend

Con el cuento amarillo de representar “lo nuevo”, con el atributo de una imagen instalada que supera ampliamente al partido que lo sostiene, Mauricio sale de shopping por las provincias. A adquirir persuasivamente radicales en pié. O a reciclar el invento menemista de transformar en estadistas a los famosos de ocasión. Pero en la actitud del shopping se cruza con Sergio.
Con el riesgo, en el caso de Sergio, de no contener, en la nueva epopeya, a los peronistas especuladores que lo acompañaron para la epopeya inicial.
Aparte, hasta aquí, el blend peronista-radical nunca funcionó bien. Aunque la mezcla de vinos, en algún momento, la pregonara el propio Perón. El del último regreso. Cuando percibía que su triunfo personal representaba la víspera sombría del fracaso de la nación.
Puede certificar Lavagna acerca de las dificultades del blend. Es el peronista presentable, que en 2007 armó un blend con el radical Morales.
O Francisco de Narváez, que en otro blend desató el inicio de su declinación. Junto a Ricardo Alfonsín.

Tres del puerto

Daniel, Sergio y Mauricio son los tres personajes del puerto que acentúan la crisis de representación del llamado “interior”.
Los que no debieran justificarse, ni culpar a la supuesta influencia de los medios de comunicación, anclados en Buenos Aires.
Sería una manera de minimizar la proeza de Menem, desde La Rioja. O de Kirchner, desde Santa Cruz.
Los tres del puerto superan, en presencia y mediciones, a los otros exponentes valorables.
Por ejemplo a José Manuel De la Sota, o sea Córdoba. Consta que en el peronismo se le reconoce una magnitud de político superior. Una arquitectura intelectual bien desarrollada. Pero al cordobés, hasta hoy, no le alcanza para fundamentar su proyección nacional. De todos modos, De la Sota se dispone a jugar, según nuestras fuentes, su penúltimo cartucho.
O Hermes Binner, o sea Santa Fe. Un socialista mormón que se encuentra adherido al radicalismo carancheado, que estratégicamente hoy se despedaza. Y que arrastra, también, en la “tupacamarización”, a Cobos y Sanz, o sea Mendoza. Ambos deben decidir entre la situación límite de asumir la derrota, o anexarse en un blend. Con Sergio o con Mauricio, los que se resignan a la aventura del shopping de radicales, para armar en pocos meses la estructura convincente que aún les falta.

Argentina en mesa de saldos

 Imposturas para el desplazamiento. Desde Estados Unidos hacia China y Rusia.

escribe Osiris Alonso D’Amomio
Geopolítica, especial

A través de sus imposturas, La Doctora acapara la iniciativa y puso de moda la política internacional.
Tratar (las imposturas) con rigor implica regodearse. Incitar a la compasión colectiva.
Pero en diplomacia, los hechos (como los gestos, tonos y formas) expresan posicionamientos. Sin que sean, necesariamente, programados por quienes los producen.

Se asiste, en la práctica, a un cambio sustancial en el sistema de alianzas de la Argentina. El desplazamiento es forzado pero explícito. Desde la adscripción tradicional de lo que se conoce como occidente -Estados Unidos y la Unión Europea- hacia la preferencia por asociarse con dos potencias que cuesta tildar de emergentes.
Durante la trágica competencia comunista, Rusia y China mantuvieron las tensas distancias, en relaciones que se racionalizaron a partir del capitalismo casi salvaje. Pero redituable.
En Shanghai, en mayo de este año, Rusia y China avanzaron en una asociación estratégica integral. En la ilusión de gestar una moneda común. Un proyecto que las dos potencias mantienen en conjunto con los países denominados BRICS, con Brasil, India y Sudáfrica. Junto a la creación del nuevo banco de inversión, exhiben el propósito de detener la marcada hegemonía del dólar, y en menor medida del euro. Y atenuar la importancia del Banco Mundial.
Dos obras monumentales brindan la magnitud del entendimiento. La construcción del gasoducto que facilite el traspaso de gas desde Siberia hasta Pekin. Un acuerdo de 400 mil millones de dólares. Por 30 años de energía garantizada.
Por otra parte China, con la obvia cooperación rusa, encara la construcción del nuevo canal de Nicaragua. Para monopolizar su manejo durante 50 años, renovables por otros 50 más. Una inversión de 40 mil millones de dólares que cambia la geografía de América Central, y flexibiliza el paso de las mercaderías, del petróleo y eventualmente de armas entre el Atlántico y el Pacífico. Se inicia la obra en diciembre.

Interpretación de superficie

Precisamente a partir de esta introducción debiera tratarse la sobreactuada crítica hacia los Estados Unidos que impulsó la señora presidente Cristina Fernández, La Doctora. En el plenario retórico de la Asamblea coral de Naciones Unidas, pero sobre todo también en el ámbito del Consejo de Seguridad. Donde suele respirarse el aire del poder mundial. Y donde China y Rusia, por su condición de miembros permanentes, traban la hegemonía de Estados Unidos y los selectos países de Europa, vencedores de una guerra que ya carece de vigencia.
La interpretación de superficie de la exposición presidencial se agota con rapidez. Basta destacar la combinación del resentimiento con la soberbia, que signó la tonalidad de La Doctora.
La impostura se justifica en el fuerte pretexto que sirve de base para el alejamiento. Para la inesperada -y acaso desubicada- toma de distancia crítica.
La sensación de abandono de los Estados Unidos. Por no resolverle, a la Argentina en problemas, los padecimientos que La Doctora equivocadamente descontaba que Obama le debía resolver.
Una manera frívola de entender la solidaridad. Admitía entonces la reacción adolescente del reproche.
Para legitimar el grotesco basta con la síntesis. Por ejemplo: “como Obama no pudo obligar al juez Griesa a favorecerla, ni persuadir a la Corte para que tomara el caso argentino, La Doctora decidió pulverizar la metodología aplicada pos Estados Unidos en Medio Oriente”.
O peor aún: “Como Obama no puede controlar al buitre Paul Singer, La Doctora condena la ejecución de Bin Laden y hasta pone en duda las decapitaciones del Estado Islámico”.

Puede entenderse como un vulgar cuestionamiento unilateral. Por su propia cuenta y con riesgos, ya que se trata de la más alta representación del país que impugna al presidente de la máxima potencia de la tierra. Para colmo, con la confesada carencia de rigor informativo, lo cual descalifica a la cancillería que debería nutrirla. Y con la transmisión de la ensalada de datos digestivos sin asimilar. Mezcla de voluntarismos teóricos con barbarismos conceptuales.

Fuera de agenda

“No está loca, sólo está equivocada”, cliquear. Se insiste en la tesis aquí desarrollada.
Acaso La Doctora se encuentra lanzada a la consolidación de una nueva agenda. Así como busca (y lo peor, encuentra) segundas intenciones dónde se le ocurra, es legítimo sospechar también de su comportamiento. En todo caso, hasta para absolverla. Explicarla. Cederle un contenido racional a sus papelones.
La andanada de rencores y olímpicas arbitrariedades hacia los Estados Unidos oculta, por lo tanto, otro objetivo. Enrolarse en un nuevo juego de alianzas.
Para tallar en geopolítica, para ser tenido en cuenta por los poderes centrales, hoy no basta con disponer de alguna articulación intelectual. Ni siquiera debe contarse con un producto bruto que respalde.
Basta con la situación geográfica. Con el atributo de la inagotable producción alimenticia (hoy estancada). Y con la capacidad energética digna, al menos, de evaluarse. Aunque diste de tratarse de la “nueva Arabia Saudita”, necesitada de una inversión que, por desconfianza, aún no atrae.
Para Estados Unidos, la Argentina actual, con su agonía ambiciosa y prepotente, se encuentra fuera de la agenda.
Tampoco cuenta para los aliados principales de la Unión Europea. Significa confirmar que no es mera invención de la paranoia la desaprobación de Alemania. Ya que Argentina -para Alemania- vive por encima de sus posibilidades y no cumple con sus compromisos. En otras palabras, gasta más de lo que se produce y recauda, aunque se prefiere trasladar, con relativa inteligencia, el desastre administrativo hacia la comunidad internacional. Y responsabilizarla, por si no bastara. La audacia es infinita.

El rol de Chávez

En la práctica, con sus imposturas La Doctora suple, en el subcontinente, el rol que cumplía Hugo Chávez. El bolivariano extinto y locuaz que humilló, junto a Néstor Kirchner, El Furia, otro extinto, a George Bush junior, en la catastrófica contracumbre de Mar del Plata.
Comparativamente, con un presupuesto menor, y sin hacerse cargo del gasto, La Doctora lo humilló a Obama de manera equivalente.
Así como Chávez y Kirchner -con la distante especulación de Lula- le voltearon a Bush la sepultada motivación del ALCA, con un despliegue de palabras La Doctora se permitió impugnar en Nueva York el manejo de la política de los Estados Unidos en Medio Oriente.
Con rencor y altivez, La Doctora fue más cruel con Obama que Chávez con Bush, a través de aquellas bromas inofensivas que aludían al azufre para espantar al demonio.

Vladimir Putin, el zar, y Xi Jinping, el mandarín, símbolos máximos del poder de Rusia y de China, firmantes de los colosales acuerdos de Shanghai, con escasa diferencia de días pasaron por la Argentina que estaba en oferta, casi regalada en la mesa de saldos, a precio de liquidación. En el marco de una guerra incierta que aún no se encuentra estampillada como fría. Ni siquiera como tibia. Con Brasil ya controlado, entre los BRICS, Argentina pasa a ser una ficha lo suficientemente importante. Ideal para sumarla. Es atractiva y barata. Y está disponible para quien se decida a bancarla. Con el contrapeso de los argentinos adentro.
Para la competencia que se diseña entre las dos cancillerías que pesan, en Beijing y en Moscú, la inversión es comparativamente intrascendente. Y se sabe que las oportunidades siempre deben aprovecharse.

La sociedad blanca recupera el fútbol

escribe Carolina Mantegari
especial para JorgeAsísDigital

La sociedad blanca, durante el Mundial, recuperó el control del fútbol.

“Cuando el tema interesa, la gente no vacila en ponerla”, confirma la Garganta.
Despachante de innumerables aviones privados, que forman fila en el aeropuerto de San Fernando. Para partir, cuando juega Argentina, hacia algún punto de Brasil. Belo Horizonte, San Pablo, Porto Alegre, Brasilia. Ahora despacha para Río de Janeiro.
Relata que se registraron decenas de “vaquitas” de diez u ocho personas cada una. A los efectos de juntar los miles de dólares respectivos para organizar el vuelo privado. Ida y vuelta, por ejemplo hacia Brasilia, con una noche de hotel cinco estrellas y sin certeza de conseguirles el valorable ticket de la entrada.
Y ni hablar del oportunismo extraño que se apoderó durante la demanda inagotable de los vuelos de línea. Derivaron en la triplicación de costos del pasaje.
“No me imagino que un alemán, de Berlin o Frankfort, pague hasta Río tres veces más por un pasaje, porque sea el Mundial”, confirma otra Garganta.
Otro que “no vacila en ponerla” para asistir el domingo, al partido final de Argentina y Alemania. Con dos de sus tres hijos. Y alguna novia.

En el ámbito local, al que pronto debe volverse, la sociedad blanca, presentable y educada, ya dio por perdido el espectáculo del fútbol.
Fue copado, absolutamente, por la violencia de los marginales, que la alejan. Con las divisorias barras bravas que disputan, entre sí, por los núcleos prioritarios de pertenencia. Desde la explotación del estacionamiento hasta la distribución de versiones piadosas de “la blanca”. Las entradas de favor, la regulación de los aplausos o condenas.
Por la pugna explícita, sea a trompadas, sea a palazos o tiros. Por la sucesión de los negocios multiplicados.
Circunstancias diversas que expulsaron a la sociedad blanca de las tribunas.
“Ir a la cancha ya no es más para uno”, confirma la Garganta, resignada a la placidez de la televisión.
“Suerte que el Mundial es diferente”.

El merito de reconocerse

Festiva, sin reparos, pintarrajeada de manera exuberante, la sociedad blanca disfruta del Mundial de Brasil.
Perfectamente puede reconocerse. Coincidir con otros pintarrajeados, con colores distintos. Aunque se unen, fraternalmente, por la gran pantalla, donde de reojo siempre se buscan. Y saludan fervorosos al encontrarse. Sonrientes y con ambas manos. Sospechan que son descubiertos por los amigos que los miran, igualmente movilizados, aunque en sus casas, algo más cómodos.
Basta con cualquier plano panorámico de las tribunas para captar la multitud de argentinos sensibles y emotivos. Donde no aparece, ni siquiera como muestra, la imagen de ningún violento marginal. De los que pueblan los espectáculos locales.
Así vale la pena conmoverse con sutilezas del fútbol. Con la educación que posibilita la distancia. Con una distinción relajada, sin riesgos elementales.
La ventaja de los costos marca, con claridad, la frontera de las diferencias sociales.
El costo permite el desplazamiento selectivo de los amantes del fútbol. Los que, inducidos por la pasión, asumen la magnitud del gasto, como un verdadero atributo.
“Vale la pena darse, alguna vez, el gusto”, confirma la Garganta.
De gritar a favor del equipo nacional, de “gastar” a los brasileros “que se comieron siete”. Simularse, durante un lapso, como presentable barra brava.
De tararear el himno. Otro núcleo de pertenencia que genera también su propia diferenciación.
Porque para disfrutar plenamente del Mundial de fútbol es necesario mantener una idea previa de nación. Aunque se encuentre oculta, o apenas atenuada.
Una idea de nación que supere el marco aldeano del terruño, del barrio o de la cuadra. O de la identidad que brindan los colores de la casaca del equipo, en el plano doméstico. Al que debe volverse en tres días.
También, para conmoverse con el aspecto nacional, se debe estar capitalizado previamente por el ejercicio de la educación.
Otro atributo (la educación), que también, en la Argentina de hoy, tiene un costo.
El Mundial de Fútbol aún puede entenderse mejor. Aunque nadie subraye que los jugadores de Bosnia, sin ir más lejos, fueron formados durante la cotidianeidad de la guerra interna que desmembró para siempre Yugoeslavia. O que varios de esos muchachos rubios, que patean con menos habilidad que los nuestros, pueden ser perfectamente musulmanes, de cinco oraciones diarias.
Tampoco es necesario saber que esos otros chicos, los que jugaron para Irán, pertenecen a la generación de la revolución islámica, nacidos todos después de la irrupción del ayatolah Komeini, en el declive relativo de la civilización persa. No se trata de esgrimir ninguna acumulación informativa que pueda confundirse con erudición. Menos, aún, con la portación inofensiva de cultura.
Basta con asumir que cada equipo, desde su presente, arrastra una historia,

Final con Fútbol para Todos

A esta altura de la crónica, sobre todo al tomar consciencia que en tres días se regresa a la normalidad, debe aceptarse que Fútbol para Todos -nobleza obliga- es de lo mejor que produjo el cristinismo. Un acierto. Pero por lo contrario de aquello que vulgarmente se supone.
Porque se incluye, en el fútbol para todos, a la desplazada sociedad blanca. La que se encuentra, en la práctica, ausente. Porque considera a los estadios un ámbito casi prohibido.
La sociedad blanca hoy puede mayoritariamente seguir los partidos locales por televisión. Mientras deja, a los marginales, a través del ejercicio de la violencia, el control de las canchas, de las tribunas. Para generar situaciones limitadas, en cierto modo, al exclusivo plano policial. Por la reciedumbre que impide, incluso, hasta la presencia de visitantes de otros colores.
A partir de estas carencias cotidianas puede valorarse la magnitud del Mundial para la sociedad blanca. La que “no vacila en ponerla”.
Se explica entonces que miles de sus exponentes inviertan para exponer la libertad admirable de pintarrajearse. De ponerse la casaca argentina o envolverse en una bandera.
De trasladarse hacia Río de Janeiro o a San Pablo, como dentro de cuatro años hacia Moscú o San Petersburgo. A los efectos de tararear el himno, para recuperar gloriosamente el fútbol que nunca (la sociedad blanca) debió haber perdido

Jugar el destino en el despacho de Griesa

La tristeza de endeudarse para pagar las deudas.

Escribe Bernardo Maldonado-Kohen
Nueva York, especial

Salvo que Dan Pollack -flamante intermediario impuesto por el juez Thomas Griesa- nos llegue con la “stay” (cautelar) bajo el brazo, en seis días Argentina ingresa en el descenso -aún evitable- del default.
Significa confirmar que la fecha fronteriza no es el 30 de julio, como se creyó con optimismo. Es el 30 de junio. El lunes próximo.
“La postergación del pago por 30 días sólo activa el seguro privado que tienen los bonos”, confirma la Garganta.

Manual de equivocaciones escogidas

En la antología de las equivocaciones escogidas del cristinismo no podrá faltar la idiotez de publicar las solicitadas. En Wall Street Journal y en New York Times.
El error se explica con un fundamento cronológico: las páginas fueron alquiladas antes de la admirable acrobacia que La Doctora protagonizó el viernes. Fue la arena de tres pistas de Rosario. Cuando se pasó de acusar “extorsión” a suplicar por mejores condiciones para pagar.
El destino inmediato del país se debate, en adelante, en el despacho del juez Griesa, de primera instancia. Es en el último piso, el 16 (que tiene para él solo) del edificio de Pearl al 500.
Desde sus ventanales se participa de la generosa tarjeta postal de Manhattan. Un mero complemento de la sobria escenografía.
El Juez, un decano venerable, ya tiene un “master en argentinos”. Cuentan que se acostumbró a que los funcionarios lo maltraten desde los medios de comunicación.
No puede decirse que la situación lo divierta. Tampoco que las diatribas lo irriten. Son las contingencias de dirimir en un caso que mantiene fuertes tensiones, tan dramáticas como emocionantes.
Consta que Los Buitreros de Paul Singer están pendientes de las declaraciones de nuestros lenguaraces. Las mandan traducir para depositarlas, con perversidad documental, en la mesa de entradas del despacho.
Sin embargo, que le puntualicen las diatribas desde las páginas alquiladas de los medios que leen sus nietos en New York ya comienza, según las fuentes, a alterarlo.
Para colmo, en las solicitadas lo acusaron de tener animosidad contraria hacia los intereses de la Argentina. Insinúan que es juez y parte.
“En inglés básico el gobierno argentino quiere decir que Griesa trabaja para los litigantes”.
Que no cumple con la obligación de la ecuanimidad. A cambio, probablemente, de alguna recompensa pecuniaria.

Es tratar de corrupto a un jurista que sólo tiene para cuidar, a esta altura, el jardín de su prestigio.
Aparte de ser grave, la acusación es idiota, ya que el Estado Argentino, “una de las partes”, necesita de su cooperación. Sobre todo si pretende encontrar otra salida más racional para “la cosa juzgada”.

Repetir el error de Videla

Con el tenor de solicitadas semejantes, La Doctora -acaso sin saberlo- reitera el error primario del general Jorge Rafael Videla.
Aquel Videla autorizó al ministro Martínez de Hoz para contratar a la Agencia Burson-Marsteller (ahora instalada también en Buenos Aires). Fue a los efectos costosos de encargarse de construir la inutilidad de otra imagen del gobierno militar, en vísperas del Mundial ’78.
Curiosamente, durante el Mundial 2014, y desde la democracia, La Doctora sigue el ejemplo de Videla. Autoriza al ministro Kícillof para alquilar las mismas páginas que alquiló Martínez de Hoz. Para reproducir las palabras alquiladas que no persuaden, en definitiva, a nadie. Sirven apenas, según las fuentes, para indisponer aún más al juez decano, que ya se encuentra lo suficientemente harto de los desmanes.
Consta, por ejemplo, que Griesa ni siquiera vaciló en levantar la cautelar. El “stay” que impedía, a Los Buitreros, encarar la carnicería de los embargos.
El “stay” que ahora, en una cartita doliente, el ministro Kícillof solicita restablecer. Pide una “medida suspensiva”. Para pagarle a los reestructurados, sin que los carniceros le embarguen los fondos.
Pero Griesa disponía de competencias para mantener aquel dichoso “stay”, sin que se lo pidieran, durante 25 días más. Así Argentina presentara, ante la Corte, un “re-hearing”. O sea, una reconsideración. Una apelación que la Suprema Corte iba nuevamente, con seguridad, a rechazar. Pero que podía permitirnos ganar (o perder) un poco de tiempo.
Sin embargo “la estrategia del pedal” (cliquear) tratada en un texto anterior, se fue a la lona. Cuesta rescatarla. Imposible levantarla, en realidad, con solicitadas.

Testimonio de una rendición

“Primero, los argentinos no tienen que hablar más de negociación”, aconseja la Garganta de Wall Street. “Ni siquiera en los medios de Buenos Aires”.
Hablar de “negociación” aquí irrita -por lo que trasciende- hasta el paroxismo. No tiene cabida ninguna “negociación” cuando ya no hay nada que “negociar”. Podía haberse “negociado” años atrás.
Ahora sólo debe tratarse la “forma del pago”. Sin ninguna posibilidad de desplazar el “lugar” del pago.
“Lo de pagar en Acoyte y Rivadavia, olvídese, no va”, asegura otra Garganta.

Sin abusar de la lógica mundialista, que se apodera hasta de los Woody Allen de Manhattan por el desempeño de la selección (norte)americana, a los argentinos les conviene -para la Garganta- dejar de hablarse encima.
“Se hacen, con las palabras, muchos goles en contra”.

Lo importante es que, en su magnífica lección de acrobacia, La Doctora ahora decide pagar. Tardíamente. Debió haberlo decidido dos años atrás. Cuando se padeció el fallo adverso de la Cámara.
Pero La Doctora expresa la decisión de pagar como consecuencia de una capitulación. Es la resignación fatal, ante la derrota inapelable.
“Ponerse como una gansa” implica, en su caso, el testimonio de una rendición.
Abandonar las imposturas que la hicieron regularmente temible. Pero sólo por la imprevisibilidad de persistir.
Es el peor complemento para una credibilidad absolutamente desmoronada. Imposible, a esta altura, de reconstruir. Es la muestra cara de la fragilidad.
Cuesta entonces tratar formas de pago con Griesa. O ahora con el flamante lawyer Pollack, en Park Avenue. Desde una posición tan vulnerable.
En todo caso, La Doctora debería atender la sugerencia de Consultora Oximoron (ver “Estamos, Butch, en problemas”). E intentar una Moncloa rápida. Una Moncloa express. Una Moncloa reducida y veloz para impulsarle cierta consistencia a su sorprendente resignación racional. A la decisión de pagar que debiera acordarse con los eventuales sucesores. Sea Macri, Massa, Binner, Cobos, Sanz, o el desmarcado Scioli.
Los que tienen que hacerse cargo de las extraordinarias facturas que La Doctora les va a legar.

Fracaso colectivo

Debe asumirse la tristeza de endeudarse para pagar la deuda. Vicios del círculo.
El énfasis del modelo -como la moral- está también por el piso. El relato del modelo sostiene un desenlace lúgubre. Final abierto.
Las críticas, ahora, son tan innecesarias como los lamentos.
El ridículo es demasiado obvio. Como son obvias las contradicciones. Los comparativos del declaracionismo.

Debe asumirse también que Argentina se transformó en el hazmerreir del continente (la gozan, en secreto, los vecinos cordiales que amagan con solidarizarse).
Es el ejemplo del estado fallido, por culpa de la imaginativa irresponsabilidad de una dirigencia alucinada.
Colmada, eso sí, de pedantes a veces simpáticos. De inteligentes que suelen destacarse por la superioridad individual que dramatiza, en el fondo, el grandioso fracaso colectivo.

Final con Buscapinas

Hoy analizar el comportamiento de La Doctora implica regodearse.
Enumerar las imposturas representa ya una manera del encarnizamiento.
Correspondería sacar el tema de las primeras planas. Dejar la cuestión de los holdouts para los especialistas. Los que presuntamente conocen de las sutilezas de las pari pasu, o los pormenores de la clausula Rufo.
Pero es imposible desalojar el tema del primer plano. Porque “el infierno tan temido” -que tan bien describía Juan Carlos Onetti- se encuentra muy cercano.
Habrá que resignarse, como La Doctora. Endeudarse para pagar la deuda. Y celebrar también la aparición providencial de los buitres dobles. Los buitres al cuadrado.
Son los Buscapinas. Los financistas internacionales que se aproximan para encargarse del negocio despojado de la capitulación.

 

Alfonsín y el camino de Frondizi

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

Ironía sutil del destino. A cinco años de su muerte, Raúl Alfonsín sigue el camino histórico de Arturo Frondizi. El de la previsible idealización nacional.
En general, en la Argentina, el que se muere pierde.
Pero en los casos de Frondizi y Alfonsín la muerte, en cambio, dignifica. Agiganta. Mejora. Enaltece. Hasta consolidar la magnitud de estadistas.
Una categoría que a ambos -en vida- les costó que les reconocieran.

Difusas veleidades del oportunismo interpretativo.
Resulta que ahora se reivindica en exceso a don Arturo Frondizi
Se valoran las tesis del desarrollismo, que en su momento se descalificaron.
Lo rescata desde Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas), hasta Mauricio Macri, El Niño Cincuentón. O Roberto Lavagna, La Esfinge.
A la hora de buscar un ejemplo memorable se recurre, para salir del paso, al pobre Frondizi. Pero en el podio de los rescatados ya se encuentra también don Raúl Alfonsín.
En el país donde siempre se finge hablar en serio, la unanimidad en el elogio comienza a ser sospechosa.

Transformadores

El Frondizi transformador que hoy se mitifica es aquel que, en alianza con el peronismo proscripto, y con la franja del radicalismo intransigente, gana las elecciones de 1958. Junto a Alejandro Gómez, venció a don Ricardo Balbín, un prócer venerable pero menos valorado. Destacado por la actitud de un salto. Del abrazo con Perón y del discurso sentido (el “viejo adversario” despedía “a un amigo”).
Aludir a Frondizi implica homenajear también al influyente Rogelio Frigerio, El Tapir.
Pero los desarrollistas fueron desalojados del gobierno en marzo de 1962, a los empujones. Después de haber padecido la intolerancia estúpida de 23 planteos militares. La sortija del cargo presidencial, sin el menor poder, iba a quedar para el olvidable José María Guido. Una suerte de Raúl Lastiri de los sesenta. Un anticipatorio Bordaberry local.
Siempre con el peronismo proscripto, en 1963 triunfó el radicalismo “del pueblo” con Arturo Illia. Con apenas el 22 por ciento de los votos. Guarismo que repetiría Néstor Kirchner, El Furia, otro repentino desarrollista. 40 años después.
Sin embargo el Frondizi que fervorosamente suele rescatarse como estadista visionario cierra el esplendor de su vida pública en 1962. Aunque el pobre no se murió ese año, como le hubiera convenido. Cuando tenía 54. Al contrario, don Arturo decidió sobrevivir 33 años más. A los efectos de cesar recién en 1995, a los 87.
Son 33 años de vida que los idealizadores contemporáneos, para no complicarse, prefieren no registrar.

Por más que Frondizi apoyó con Frigerio al Perón que retorna triunfalmente en 1973, el ingrato General decidió no entregarle a los desarrollistas el manejo de la economía. Optó por José Ber Gelbard, El Soviético.
Y por más que en 1976 ambos (Frondizi y Frigerio) aguardaban, con resignada complacencia, la irrupción irremediable del facto, los militares -también ingratos- tampoco tomaron en serio las recetas milagrosas del desarrollismo, para sacarnos del estancamiento. Optaron por don José Martínez de Hoz. Para facilidad conceptual de los analistas maniqueos de la izquierda, que en su indolencia aún interpretan que el golpe de marzo de 1976 se efectuó para implantar un modelo económico neoliberal.
Macanas. Los facciosos providenciales (que se entregaban a la prioridad de la carnicería) llegaban con el cuento de “achicar el estado para agrandar la Nación”. Pero no achicaron un pepino. Al contrario.
La transformación de la economía transcurrió exitosamente durante el facto de Chile. Pero no tuvo el menor lugar durante el facto argentino.
Otra prueba que acentúa las diferencias entre los procesos de Argentina y de Chile. Distancias que aquí no la certifican los demócratas. La brindan los golpistas.
En Chile se mató con énfasis, pero se ordenó la economía. En la Argentina sólo se mató, a canilla libre, pero destruyeron también la credibilidad y la economía se fue al descenso.
La transformación (que hoy se descalifica) debió encararla Carlos Menem. Desde las dificultades de la democracia, junto a Domingo Cavallo, su Frigerio personal.
(Es de esperar que en un par de décadas, y a partir de la dinámica patológica, Menem sea también otro idealizado. Para seguir el camino tardío de Frondizi y de Alfonsín).

Paradojas

Después del derrocamiento, los desarrollistas sólo quedaron vinculados al manejo del poder como consecuencia del manejo ideológico del diario Clarín. Cuando Clarín aún no era ningún Grupo (Ver, al respecto, “Diario de la Argentina”, novela maldita del director del Portal).
En los setenta, los aventureros de los otros partidos les tributaban alguna importancia a la dupla Frondizi-Frigerio sólo para aparecer entre las páginas de Clarín.
Hasta que Héctor Magnetto, el destacado “tenedor de libros”, a los 35 años, no tuvo reparos en asumir pragmáticamente la ética de la traición (a Frigerio). Para entusiasmar a la señora directora Ernestina con la perspectiva de sacarse de encima a los desarrollistas molestos. Se imponía expulsar a los fastidiosos. Por entonces todos creían que Clarín era el diario del desarrollismo cuando ocurría, en realidad, lo contrario. Si el desarrollismo mantenía alguna remota vigencia era por manejar las páginas de Clarín.
En cuanto Ernestina, de memoria, en un discurso de aniversario dijo que “Clarín no tenía más amigos privilegiados”, las ideas desarrollistas se fueron al precipicio. Quedaron depositadas en la marginalidad minoritaria de la lona.
Pero aún transcurría 1981 y aún ni Frigerio ni Frondizi proyectaban morirse. A don Arturo le quedaban 14 años que es preferible olvidarlos. Descartarlos para tranquilidad de los idealizadores de entrecasa. Y a don Rogelio le quedaban 25 años más.
Debe aceptarse que ninguno de los dos la pasó nada bien durante el gobierno del doctor Alfonsín. En el tramo de “la democracia recuperada”. Peor aún, puede asegurarse que, cuando se lo quería hacer engranar al “Gallego Alfonsín”, bastaba con compararlo con Frondizi. Quien completaba, a esa altura, la parábola que envolvió su vida como una paradoja. Y que incita a sospechar que el ejercicio de la política es letal para los intelectuales de vanguardia. Aunque tuvieran -como Frondizi- una arquitectura superior.
Porque aquel Frondizi progresista que en los sesenta pretendía modernizar se había convertido en los ochenta en un viejo reaccionario, que se recostaba sobre la derecha menos racional, manifestaba contra el divorcio y era, para los periodistas especializados (como el que escribe), la mejor fuente para tratar el latente tema militar. En voz baja, como en susurros. Sobre todo a partir de las ceremonias rupturistas de los carapintadas que generaron aquella semana santa de 1987. Con el epílogo que resultó fatal para la credibilidad del gobierno alfonsinista. Y para las ambiciones de permanencia. De implantar el Tercer Movimiento Histórico que se diseñaba desde el Grupo Esmeralda. A los efectos de superar al imposible peronismo que -en otra paradoja- se renovaba. A partir del modelo alfonsinista que culturalmente lo colonizaba.
Desprestigiado, debajo del olvido, don Arturo murió finalmente en 1995. En la plenitud del menemismo que se reelegía, justamente, gracias a la indulgencia interesada de Alfonsín. Que facilitó, como gran estadista, el Pacto de Olivos que deja algunos puntos más enigmáticos que oscuros, para tratar entre la perversidad de otro despacho (consultar al respecto a Luis Barrionuevo, Coti Nosiglia, Carlos Corach, Gabriel Romero y Hugo Anzorregui).

Alfonsín, modo de empleo

Ironías de la historia. Hoy Alfonsín se encuentra en el mismo camino de la canonización que lo estampilló a Frondizi como el gran estadista incomprendido.
No hay quien deje de rescatar al “padre de la democracia” y hasta el prolífico escritor Eduardo Duhalde lo hizo protagonista de su último libro.
El cristinismo se propone absorber lo más redituable de Alfonsín con una multiplicidad de homenajes que comenzaron en vida. Cuando don Raúl, para ser exactos, ya era un opositor inofensivo que mostraba las huellas implacables del deterioro físico. Y cuando La Doctora, delante de las cámaras de la cadena nacional, le tomaba la cabeza, con una sobreactuación de maternal ternura, mientras inauguraban un busto que ni siquiera -pobre- se le parecía.
Hasta en el campeonato de Fútbol se disputa la copa Raúl Alfonsín. Modo de Empleo, para todos y todas.

El factor Milani

El factor Milani (I): por primera vez en 30 años un militar tiene cuotas de poder real.

escribe Oberdán Rocamora

El control de la calle

En Egipto, Bolivia, Túnez, Argentina o probablemente pronto en Venezuela, lo que derriba gobiernos es “la calle”.
Es la lección positiva que dejó Néstor Kirchner, El Furia. La necesidad de mantener controlada “la calle”. E impedir que el adversario sea quien la ocupe.
El Furia invirtió dinero en abundancia del Estado para compartir la calle con los sectores inofensivos de la izquierda. Fue a través de las “organizaciones sociales”. Padecimiento organizado, adicto al arte de aferrarse al presupuesto.
Aparte entonces contaba a su favor con el espectro de Hugo Moyano, El Charol. Y con el encanto de la negritud disuasoria.
No iba a ser nada fácil disputarle “la calle” a Kirchner.
Pero el primero que lo atormentó, hasta el desequilibrio, fue El Ingeniero Blumberg. Aquel que convocó cientos de miles de inseguros portadores de velitas.
A Blumberg, El Furia logró controlarlo con leyes y billetes. Llegó hasta a exhibirlo en aquel penoso Corsódromo de Gualeguaychú.
Hasta que ocurrió el (auto) devastador conflicto del campo. Cuando hubo que recurrir hasta a la trompada previsible de Luis D’Elía, El Falso Negro Levantino.
Y después fue la ocupación trágica del Parque Indoamericano. Resuelta por el bolso mágico y el banco móvil del teniente coronel médico Sergio Berni, El Licenciado Serial (que tiene mucho que ver en la miniserie que hoy se inicia).
En adelante se registraron los sustanciales cambios en el área cosmética de la Seguridad. Se le concedió el poder inusual a la Gendarmería, que irritó a la Policía (y también al Ejército, aunque aún no contaba).
Emergía Gendarmería como la fuerza geisha del cristinismo (Ver “Gendarmería para la Victoria”). Hasta que al cuerpo le estalló la propia crisis que asustó al gobierno desprevenido hasta el espanto.
Era tarde, aparte, para entregarse a la policía. Contenía el flagelo del conflicto que estallaría definitivamente en el último diciembre, en la vanguardia de Córdoba. Para expandirse.
Con el marco desolador, como paisaje brutal, de la estrategia triunfal del narcotráfico. Y con las catástrofes del gobierno inepto, a la deriva, surcado por la mala praxis y atemorizado por el presagio del mal final.
Desde entonces, el Ejército es la única fuerza en que confía el cristinismo. O sea, para ser rigurosos, Carlos Zannini, El Cenador, La Doctora y a veces Máximo, En el Nombre del Hijo.
Es en el Ejército donde persiste el General inquietante. El Seductor de Sexagenarias. Casi carismático, poco escrupuloso, de ascenso irresistible. Acumula cadáveres en los placares, pero ya supo proporcionar muchos más servicios de los necesarios.
Está encuadrado, es “del palo”. Enternece hasta a la señora Hebe de Bonafini, La Comandanta, improvisada como entrevistadora.
Supo desgastarse en el periodo de los méritos y en la tensa eliminación de competidores.
Y se pronuncia, por si no bastara, a favor de “la causa nacional”. A la que pone el Ejército a su disposición.
En un cierre circular, llegado el caso, ya transformado en el Jefe de Estado Mayor, el Teniente General César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani asegura la movilización de tropas para sostener al gobierno. Apenas hay que darle todo lo que pide. Tragarse sapos. Y bancarlo.

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David, el juntador de cabezas

Martínez, socio de Magnetto en Cablevisión, compra las acciones de Telecom Italia. ¿Acercamiento entre el Gobierno y Clarín?

escribe Oberdán Rocamora

David Martínez Guzmán es el poderoso inversor mexicano de Monterrey. Oscila cotidianamente entre sus pisos de Nueva York y Londres. 56 años.
Suele molestarle, según nuestras fuentes, que los tilingos lo llamen “deivid”. Prefiere que lo llamen David.
Como si celebrara su propia proeza. Desde la humildad social del origen, hasta convertirse en el equivalente de otro mexicano emblemático. Carlos Slim, el paisano más rico del mundo.

Con la astucia de su mirada penetrante, y con cierto sospechoso movimiento de los labios que remiten a la sugerencia, David Martínez Guzmán inquieta a sus interlocutores.
Los cautiva. Una de dos: David genera invariable admiración o instintivo rechazo de piel.

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