Escribe Oberdán Rocamora, redactor estrella.
Como el final del ciclo del cristinismo (que a lo mejor se extiende), se extiende el final del peronismo vegetal (que se transforma sin dramatismo).
Hasta aquí -junio de 2015- el instrumento electoral, el Partido Justicialista, no registró el menor brote de reacción interior. Apenas un par de desprendimientos. En Córdoba, San Luis, La Pampa, Buenos Aires.
Pero los peronistas mayoritarios siguen adentro. Se ajustan a la patología del kirchnerismo. Y suscribieron, sin pudor, como si fueran documentos, los memorándums redactados por el antiperonista más célebre que los conduce. Carlos Zannini, El Cenador.
Pese a sus desastres seriales, en 2015 puede triunfar la versión cristinista, con el sorpresivo blend Scioli-Zannini. A partir de 2016 es el turno de la sumisión. La transformación total. Continuar leyendo