escribe Bernardo Maldonado-Kohen
Con las derivaciones transitoriamente aplacadas del crimen de Nisman, el cristinismo asume el riesgo de pensar en sucederse a sí mismo.
Constatan que pueden quedarse. El final de ciclo es un mito que se extiende. Se dilata.
La bomba económica, que vaticinaba Héctor Méndez, estaba plantada para que le estallara al sucesor. Ahora amenaza con explotar en pleno rostro de Scioli. Acaso de Randazzo. Dos máscaras, en definitiva, de La Doctora.
Mientras tanto Macri, el sucesor preferido, se complica sin necesidad. La confrontación interna entre Rodríguez Larreta y la señora Michetti pone en cuestionamiento su razón de ser. Y de funcionar. Al extremo de imponerse la consigna más extraña: “Horacio o Muerte”. Ampliaremos.
El tercero en la discordia, Sergio Massa, a Daniel y a Mauricio los corre ahora desde atrás. Sin la responsabilidad de cargar con el mote del “favorito”.
Como dejó de ser el aventajado en las encuestas, Massa es consciente de la especulación de los que pugnan para que se baje. En beneficio de alguno de los otros dos. Aunque aún, según nuestras fuentes, aspira a estampillarlos con una derrota.
Por último, emerge la señora Margarita Stolbizer. Desde la superstición saludablemente progresista.
Es la máxima beneficiaria del acuerdo entre el “radicalismo centenario” de Sanz con la estrella ascendente de Macri. Entendimiento que Stolbizer, con astucia, prefiere interpretarlo como una rendición incondicional.
Lejos de acompañar, los radicales que perdieron en la Convención de Gualeguaychú, democráticamente se rajan. Para recalar directamente en Macri, o seguir la vocación testimonial con Stolbizer.
Clarín, jefe de campaña de Máximo
Apenas un logro del Kirchner-cristinismo es relevante. Haber signado la intrascendencia de Clarín.
Con la pólvora empapada, hoy Clarín catapulta al que se propone destruir.
Ocurrió con Máximo Kirchner. Excesos básicos del antikirchnerismo pasional. Por la falta de criterio al creer que Néstor Kirchner, en 2005, podía dejar 40 millones de dólares en la cuenta de su hijo Máximo.
Los ilusos compraron el salmón nauseabundo y promovieron la réplica más inesperada. Para algarabía de los camporistas que suponen contar con un conductor, Clarín consolidó a Máximo.
Al tensar tanto la cuerda de la confrontación, Clarín instala el galimatías que más le conviene al cristinismo. Indica que se está con el gobierno o con Clarín. Segundos afuera. Cuando lo recomendable consiste en ser crítico del cristinismo, pero sin someterse a las imposturas estratégicas y comerciales del Grupo Clarín. Con una frontal agresividad que desdibuja -y sobre todo debilita- a los profesionales que ejercen el rol de opositores. Como Massa o Macri. Sin recitar el catecismo en exámenes bilaterales con Magnetto, para disponer, como contrapartida, del favorable tratamiento informativo.
El anticristinismo bobo que impulsa Clarín legitima que La Doctora -con Scioli- pueda volver a vacunarlo. En primera vuelta.
Horacio o Muerte
“Es Horacio o muerte”, confirma la Garganta.
Debe celebrarse que finalmente el PRO produzca información y algo de intriga entre sus tensiones internas. Que penetre, incluso, la perversidad, entre “el encanto de lo light” (cliquear). Hasta fondear sobre la verdadera identidad de la agrupación.
Hasta aquí, el macricaputismo se agota en el manejo de la estructura atractiva de negocios que bien administrados deben perdurar. Los mecanismos que se ponen en riesgo a través de la interna sucesoria.
Por su enternecedora vocación por la transparencia, Gabriela Michetti puede convertirse en un blando bifecito de lomo en la jaula de los leones. O transformarse en una suerte de King Kong, soltada en una cristalería ya pacientemente preparada.
El mantenimiento de la estructura justifica que Macri apueste por Horacio Rodríguez Larreta, para preservar los réditos políticos derivados del control de la ciudad. Pero con una sobreactuación inicial que parece haber menguado. Aunque aún resulte insuficiente para calmar el sentimiento de desaire de Gabriela.
Jaque Mate
“La jugada de Jaque Mate se reserva para el final y sin avisar”.
Lo dijo Sergio Massa, mientras comía un sándwich tardío en su oficina de Rodríguez Peña.
“Si Macri y Massa no llegan a un acuerdo, Cristina con Daniel los emboca”, confirma la Garganta.
Lo que está en juego es simplemente el poder, que es lo más apasionante de la lucha política. Corresponde dejar al costado las egolatrías que obstaculizan las jugadas sorpresivas de impacto.
Sergio y Mauricio dividen conscientemente el voto opositor. Disputan el mismo electorado. Juntos vencieron, en 2013, al cristinismo. Pero en la práctica son irreconciliables para 2015.
Cierto estratega del cristinismo odia a Massa casi tanto como La Doctora. Pero confiesa, bastante más pragmático, que está en condiciones de sacrificarse para que Massa no pierda consistencia. Al contrario, quisiera que Massa recupere lo que perdió. Lo suficiente como para equipararse con Macri. Cuestión que ninguno de los dos supere los 25 puntos.
Significa confirmar que para el estratega, Scioli con La Doctora está más cerca de llegar al 40 que Macri o Massa de alcanzar -separados- el 30.
Téngase en cuenta que el cristinismo sospecha que ahora puede quedarse de verdad. Que el fin de ciclo es un mito. Sus máximos exponentes saben que luchan ya no sólo por la permanencia. También por la libertad.
Con La Doctora que se pone la campaña en la cartera. Con el PJ Vegetal que adorna con su presencia en todos los distritos. Con dinero a discreción. Con el manejo de la totalidad de los resortes del estado. Para explotar la fragmentación servida del opositor funcional.
La superstición progresista
Para colmo, la verdad cruel de la política atenta contra la contabilidad ilusoria de quienes sumaban los votos radicales y del PRO. Los que ya se veían con la segunda vuelta garantizada. Una goleada de Macri a Scioli. Sin embargo, los que perdieron en Gualeguaychú no terminan de resignarse culturalmente a sufragar por Macri. Aunque se trate de indisciplina partidaria hoy contemplan seducidos a Margarita Stolbizer. Para remendar los estragos de aquel UNEN, con Los 5 Latinos que se diluyeron.
La superstición del progresismo resiste la idea de fundirse con el charlatanerismo de izquierda que La Doctora intenta inyectar en su fuerza. Pero también la superstición se resiste aún más a fundirse con lo que consideran el paradigma de lo conservador. Un neo liberal. Macri.
“Así salgamos cuartos cómodos”, sentencia un binnerista, que ingresa en el combo con Margarita. Sin que le importe un pepino ser funcional al cristinismo, que se beneficia hasta el entusiasmo con la conveniente fragmentación cultural.