Mientras sube Kicillof cae Boudou

Dos no peronistas responsables del colapso de un gobierno estampillado como peronista.

sobre informe de Consultora Oximoron
Redación final Carolina Mantegari

Introducción
El no ser peronista como atributo

El ascenso de Axel Kicillof, El Gótico, debe interpretarse a partir del descenso de Amado Boudou, El Descuidista.
Ambos protagonizan la misma pendiente. Boudou y Kicillof se unifican a través de la no pertenencia al peronismo.
Emergen -para Consultora Oximoron- como los responsables primordiales del colapso de un gobierno estampillado, sin rigor, como peronista.

Osiris Alonso D’Amomio
Director/ Consultora Oximoron

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Siglas

El Descuidista arrastra la picaresca bonaerense desde los inicios de Mar del Plata. Y durante los manejos presupuestarios entre los balnearios del Tuyú.
La sustancia del yuppie rockero es complementada por diversas siglas. CEMA, por la Universidad que le aportó la cuota académica de liberalismo. Consecuencia del paso estudiantil por UPAU. Cantera de la UCD. El partido en extinción de la familia Alsogaray, que catapultara a don Jorge Pereira de Olazábal, referente del olazabalismo.
El Gótico, en cambio, encarna la picaresca ideológica de la metrópoli. Con arrebatos de marxismo universitario de bajas calorías.
Sustancia de la formación del intelectual de la economía, que compuso un extenso ensayo sobre Keynes.
En una inquietante cursilería antidemocrática, El Gótico tuvo la osadía de desplazarse, durante alguna jornada electoral, a 500 kilómetros del domicilio de avenida Las Heras.
La abstención del sufragio, aquí, se entiende como otro atributo. Transgresión pero no tanto. Irreverencia cubierta legalmente por la distancia.
La chiquilinada se plasmó a partir de la consigna “que se vayan todos”. Es la épica de la agrupación “Tontos pero no Tanto”.

“Cuidado, porque el Axelito abarca mucho pero aprieta mucho más” -sostenía una de sus tías. Apostaba por su gloria.
Como corresponde a la tipología del pícaro, ya estudiada en la literatura del siglo de oro español, estos dos muchachos, Amado y Axel, ideológicamente antagónicos, se las ingeniaron para escalar en el palo envenenado. A partir de la proximidad del poderoso, al que de antemano se proponían superar.
Después de las peripecias en el Mar del Tuyú, y con la complicidad inalterable de José Nuñez, El Descuidista utilizó para ascender a Benigno Vélez, El Maligno. Fue para acceder al PAMI.
Pronto, en PAMI, Boudou se le hizo indispensable a Massa, La Rata del Tigre, el interventor. Al que iba a suceder, en cuanto Massa fuera promovido hacia la jefatura de gabinete.
Es aquí cuando Boudou utiliza a Massa para llegar a La Doctora y El Furia. Se postula con audacia, de la mano de Massa, para resolverles los problemas de financiamiento. Con la idea providencial de manotear los fondos de pensión. Las AFJP. Siempre con siglas.
Conste que la característica eficaz del pícaro consiste en la capacidad de identificar los problemas del superior. Para resolverlos.
El ministerio de Economía estaba ahí nomás. Mera escala técnica hacia la vicepresidencia.

Abarcar y apretar

Para abarcar y apretar, a Kicillof le bastó con arrimarse a Recalde chico. Un baluarte de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Como subgerente, logró transformarse en su colaborador principal.
Recalde chico suplantaba a Julio Alak en la “recuperada” Aerolíneas Argentinas. Es el dinero-ducto por donde se derraman cotidianos millones de dólares, a canilla libre.
Para un ascendente vocacional como Kicillof, pasarlo por arriba a Recalde chico, fue una simple cuestión de meses.
Bastó con acercarse a Máximo, En el Nombre del Hijo. Justamente cuando Máximo ya detestaba a El Descuidista. Por filtrar intimidades indiscretas, para colmo falsas.
Bastó además que La Doctora lo escuchara. Siempre estaba a punto de enternecerse con la juventud inquieta. Axel abarcaba. Era brillante.
Aparte del no peronismo, que los fortalecía, Boudou y Kicillof compartieron también un puente. Fue un vaso comunicante. Hernán Lorenzino. Un encantador ministro de Economía que se reportaba a Boudou. Y al que Kicillof, como su segundo, debía consolidar.
Pero Lorenzino, para Kicillof, fue aún mucho más pichi que Recalde chico.
Se lo despachó -a Lorenzino- como embajador. Hoy apenas le llega a Bruselas, junto con el sueldo y el olvido, algún cable.

Significa confirmar que aquella tía, o acaso su madre, tenía razón. Axelito no sólo abarcaba. Sabía apretar.
Puede testimoniarlo Julio de Vido, el Ex Superministro. Le duró pocos rounds de pié. Hoy está casi fuera de combate. Sostenido por los glóbulos rojos que tiene contados. En condiciones de entregarse a sus pajaritos, con fondo de tangos.
O Milton Capitanich, El Premier, al que se le cuentan los días. Como Massa a La Doctora.

Milton cuenta los días para exiliarse en el Chaco. Mientras es El Gótico el que decide si quiere sucederlo. Y dejarle el ministerio, en todo caso, a Álvarez Agis, El Culata, que ya se lanza hasta a hablar.
Pronto Zannini, El Cenador, también podrá testimoniarlo. El que logró desembarazarse de De Vido y cree ser el gran estratega. El que suele anotarse, a su favor, cualquier alternativa. Menos, claro, la de la derrota. Como ocurrió con el disparate del default (“que no es ningún default, si Argentina paga”).
Pero Kicillof, según nuestras fuentes, se arregló con La Doctora para dejar desairado también a Zannini.
El Cenador pone el adecuado rostro del perro al que le hacen violentamente el amor, y no clarifica, ante nadie, para qué demonios envió a Nueva York al “empresario” Gustavo Cinosi, el Competente Vendedor de Humo.
Cinosi se desplazó a los efectos de mediar, en nombre de Zannini (o sea La Doctora) entre los banqueros que, por invitación de Fábrega (y a pedido de La Doctora), se mandaban también hacia Nueva York para salvar a la Argentina de los trapos del ridículo. Y no “por la patria” desinteresadamente.
Para salvarla del default (que no es ningún default, llamémoslo Pirucho).
Cuentan que fue memorable cuando Cinosi, mientras desplegaba su mercadería de humareda, pretendió erigirse, en representación de Zannini, como el intermediario entre los banqueros y los buitres.
Entonces Sebastián Palla, el enviado de Jorge Brito, lo corrió a Cinosi, con amable celeridad. Como si le dijera “la tuya está, quedate en la reunión, pero ni abras la boca, el que negocia soy yo”. Ampliaremos en algún próximo despacho.

Pelucas, bigotes, anteojos oscuros

Por su apasionamiento por las monedas, El Descuidista sirvió, en principio, para profundizar el fenómeno delictivo del kirchnerismo.
Induce a ilegitimar la reacción higiénica que, como consecuencia de tanto despojo, se reserva la sociedad.
Es la anunciada epidemia de transparencia. La peste de decencia, con sus terribles bacilos de moralidad.
La Justicia, necesitada de purificación, se sitúa a la vanguardia del flagelo de pureza que invade. Al amparo de la espiritualidad que llega desde Roma.
En cambio Boudou sirve, en la coyuntura, para exhibir una figura convenientemente atacable.
El objetivo es que los medios se entretengan con el caramelo de madera de Boudou y no busquen otro muñeco. De los tantos muñecos que aguardan.
Sin ir más lejos, el pobre Lázaro, El Resucitado, enriquecido y casi abandonado. Decir Lázaro es como decir Máximo. O La Doctora.

La idea de ser el sucesor de La Doctora quedó en el sueño dificultoso de El Descuidista.
Como la perspectiva de irse, al menos, con la chapa de gobernador. Como desde la vicepresidencia saltaron otros héroes como Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas), Ruckauf, El Sonriente Arrugador, o Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol.
Hoy Boudou traga explicables flemas de resentimiento. Cuentan que, para salir a la calle, según nuestras fuentes, a veces suele disfrazarse. Producirse.
¿Será verdad que El Descuidista se calza alguna peluca? Que se pega bigotes, que se pone anteojos oscuros. Y que tal vez así, con aspecto fantasmal, puede tocar el timbre. Sorprender a algunos amigos. Pocos. Decirles “Soy Amado, abrime, no digas nada”.
Trasciende aparte que aquel José Núñez, el de la dupla de su novela picaresca, al cobrar los primeros pesos considerables se agregó el social Carmona.
Dicen que hoy Núñez Carmona mantiene algunos deseos de embestir contra La Doctora. Para llevarla puesta. Sobre todo si se dispone a entregarlo a Amado.

Para concluir, consta que a una alta fuente policial no termina de convencerle para nada el extraño asalto que padeció la bella Agustina.
El robo de dos computadoras. El cristal roto de su Audi estacionado en una cuadra elegante de Belgrano.
Nadie precisamente sospecha, según nuestras fuentes, de Agustina. Pero ronda la paranoia del robo sigilosamente preparado.
Entonces nadie podrá sorprenderse si de pronto comienza a soltarse alguna información inquietante. Derivación de las penetraciones informáticas a alguna pecé robada.
Aunque, en realidad -dicho sea para consolar a la fuente, y a la dama robada- ya casi no queda ninguna tropelía del kirchner-cristinismo que no se sepa. Abundan las agencias y embajadas recargadas de más datos de los necesarios.
Pero para Oximoron, siempre existe, como en el tango, “un pecado nuevo para estrenar contigo”.
El tango, como el medio, también es el mensaje.

Desde la Rufo hacia la aceleración

La imperdonable vocación por subestimar al argentino medio

Escribe Bernardo Maldonado-Kohen – Economía, especial para JorgeAsísDigital

 

Chistes de argentinos

Ofender la inteligencia emocional del argentino medio, o subestimarlo culturalmente, es -para el cristinismo- una aventura posible. Aunque imperdonable. Confirma que a la impericia, a la permanente mala praxis, se le debe agregar, en adelante, la mala fe. Semejante tergiversación colectiva admite que el país penetre, de pronto, en el laberinto del papelón. Del ridículo, sin salida.

Mientras tanto, desde los países vecinos, o un poco más alejados, se brindan muestras de solidaridad. Aunque se sonríen, en el fondo, por lo bajo. Se tapan la sonrisa con la mano. A los efectos de inspirar próximos chistes de argentinos. Para festejar. Y disfrutarnos.

 

Cláusula de aceleración

Los irresponsables sumergen a la sociedad en el descenso del default. Pero tratan de convencerla, paradójicamente, que no se trata, en definitiva, de ningún default. Como “la Argentina paga”, el default no es default. Es una alucinación de conspiradores furtivos. O sostenerlo es una elemental “pavada atómica”.

Aquí se movilizan sentimientos básicos de nacionalismo torpe. Pero combinado con dosis siniestras de anti-imperialismo tardío. A través de la creación de los enemigos imaginarios. Y del “carnaval del mundo” capitalista que nos condena por nuestros atributos.

Derivaciones de la manifiesta incapacidad para gestionar. De las picardías estremecedoras que salieron mal.

La estrategia dilatoria, a través de la estética deplorable del pedal, concluyó en el extraordinario bochorno. En el acto consciente de negar la realidad.

Y cuando todavía los ineptos, los que gobiernan, los que abusan de la complacencia opositora, no terminan de convencer a nadie acerca de las terribles maldades de la cláusula Rufo, tienen que sorprenderse con la previsible moda de las “cláusulas de aceleración”. Las que ya comienzan, según nuestras fuentes, a presentarse. Sin que importe un reverendo pepino la semántica narrativa del default. Si existe o no.

Por lo tanto habrá que preparar una próxima agenda defensiva, para imponer los discursos articulados de La Doctora y de Axel, El Gótico.

Faltaría pronunciarlos, en adelante, en la Organización Mundial de la Salud, en el plenario de la Interpol, en la Sociedad Masónica de Cangallo. O en la FIFA.

 

Martínez y Pigasse

Matthieu Pigasse, exquisito multimillonario francés, de la Banca Lezard, es editor de Le Monde y dueño de la revista rockera Los Inrockuptibles. También, según Heitz Dieterich, es el principal asesor externo de Nicolás Maduro. Y así le va, al presidente que agrava los escombros de la Venezuela Bolivariana.

Es a través de Venezuela que Pigasse desembarca, según nuestras fuentes, en los negocios abiertos de la encepada Buenos Aires. Y de algún modo, Pigasse se las ingenia para sugerir la conveniencia práctica del default para la Argentina. Idea perversa que, aunque lo desmienta con entusiasmo, también supo acercar el financista mejicano David Martínez, del fondo Fintech.

Para colmo socio de Héctor Magnetto, El Beto, el baluarte Martínez mantiene excelentes vinculaciones con el cristinismo. Hoy por los teléfonos, en un tiempo no muy remoto fue Ciccone, antes del ingreso de The Old Fund, artificio que marcó la gloria y la sepultura de Boudou y La Banda de los Descuidistas. Ampliaremos.

Hoy Martínez mantiene una sobria influencia moral, según nuestras fuentes, hasta con Carlos Zannini, El Cenador. Es acaso el máximo responsable de la estrategia que condujo al flamante naufragio de la Argentina. Presentado, como se acostumbra, como una epopeya.

Entonces Pigasse y Martínez coincidieron en instalar la idea que el default no es grave. Al contrario. Y ni siquiera tampoco es default. Y sin que nadie sospeche que ambos baluartes rápidos “están jugados en CDS”. O sea en el llamado Crédito Default Swap. Otro artificio teórico invalorable, inventado en 1994 por Blythe Masters, del JP Morgan.

Es uno de los instrumentos más modernos de Wall Street. Merecería ser estudiado por De Pablo, y tratado por el colega Monteverde. “Los CDS se utilizan en el aseguramiento de grandes corporaciones. En el aseguramiento de paquetes de referencia crediticia, o en el aseguramiento de los bonos de deuda soberana. Se dieron a conocer tras el estallido de la crisis subprime. Su monto mínimo de operación es de 10 millones de dólares” (referencias tomadas del Blog Salmon).

 

Don Julio no murió

Dijimos que todavía no terminó de clarificarse la cuestión irritante de la clausula Rufo cuando cae, sobre el cuello de la Argentina, el cadalso de la cláusula de la aceleración. Para ser más específico, se trata de la aceleración que gatilla el “cross default”. O sea el default cruzado. Melconián tendría que explicárselo pronto a Maxi Montenegro.

Trátase de las presentaciones que ya mismo pueden realizar los tenedores de bonos que se atrevan a juntar el 25 % de cualquiera de las 16 serie de bonos, y que de pronto se presentan por ventanilla a cobrar. Por ejemplo los tenedores de series de Bonos Par, los que vencen en 2038.

Si se juntan más del 25 por ciento de los bonos emitidos se mantiene “el derecho de acelerar”. De pedir cobrar al contado la totalidad. Obliga al Estado emisor a negociar. A abreviar los plazos. Y para semejantes desventuras Kicillof no está aún preparado. Aunque recurra a su ayuda Álvarez Agis, al que Morenito pronto lo apodó El Culata.

Pero según La Doctora y El Gótico el default no es, en definitiva, ningún default. Como sostener que don Julio Grondona, en definitiva, no murió. Se lo vela, se lo sepulta, pero su obra nada tiene que ver con la muerte. Por lo tanto don Julio vive. “Todo pasa”.

 

Alineamientos y envoltorios

La esquizofrenia cotidiana se encuentra garantizada desde lo más alto del poder. Y lo que se escriba aquí puede ser más tarde corregido. Impugnado de inmediato. Declarado falso. Inexistente. Persiste una crisis de superproducción de la conjetura. Instiga a diseñar los acuerdos que tampoco existen. Arreglos virtuales, soluciones mágicas que sólo encuentran refugio en el voluntarismo. O en la imaginación.

Lo que resultó admirable -y debe aceptarse- es la manera en que el cristinismo envolvente supo contagiar su propio desconcierto. Sobre todo a lo que puede denominarse “oposición envuelta”. A los “opositores envueltos” por el cristinismo que siempre sabe utilizar, y esmerarse, en la preparación del envoltorio.

“Están todos alineados”. Se lo aseguraron al importante gobernador que se anota, naturalmente, para la sucesión. Por más que se le esmeren en la presentación de trabas.

Por supuesto que Daniel, invariablemente “alineado”, no iba a representar ningún problema. Porque Daniel “es del palo”. Pese a los cotidianos esmerilamientos de La Doctora. Al énfasis ninguneador de Zannini, el máximo responsable del desastre.

El problema es que divulgan que mantuvieron también “alineados” a Mauricio y a Sergio. Los opositores mejor posicionados. Invariablemente envueltos.

El primero, a través de la línea magistral que bajara Durán Barba, El Equeco. Y que instrumentara Marquitos, El Pibe de Oro, que provocó la resignación piadosa de los economistas de cabecera.

El segundo, por el respeto visceral que, entre los economistas de la Franja de Massa, se le mantiene a Roberto Lavagna, La Esfinge.

“Lavagna fue de los primeros en alinearse”, confirma la Garganta.

Sospechan las fuentes que Lavagna, que es en el fondo un melancólico, mantiene la insólita esperanza de volver a caminar por los jardines. De ser convocado, acaso, como en 2002. A los efectos de aportar su innegable cuota de patriotismo y rescatar a la Argentina. Por segunda vez. Porque fue arrojada, por impericia, hacia el segundo foso del siglo.

Lo recomendable entonces, en tramos decisivos, era callar. Permitir. Otorgar. Mientras La Doctora, Zannini y Kicillof conducían la profundización del disparate.

No debían referirse demasiado al riesgo del default (“que no existe, ¿de qué default hablan?, si Argentina paga”).

Lo conveniente era plantear las inofensivas generalidades dilatorias. Ante la resignación, la sigilosa impotencia de los economistas de medialuna enarbolada. Los que no podían desconocer que se dirigían, frontalmente, hacia la debacle.

Para chocar, otra vez, la calesita de la improvisación.

 

Bernardo Maldonado-Kohen, para JorgeAsisDigital.com

¿Quién le teme al Clavel Inerte?

“Con la que aquí se llevaron por Ciccone no lo van a entregar”.

escribe Carolina Mantegari

A Amado Boudou, El Descuidista, se le teme. Es el hombre que sabe demasiado.
Cabe la pregunta. ¿Quién le teme a Boudou? Como si fuera la Virginia Woolf del drama de Edward Albee.
En este drama más doméstico, casi naturalista, las alternativas son unánimemente horribles.
Conste que La Doctora lo designó a Boudou, como compañero de fórmula, por un atributo doble (al margen de la guitarrita y del pelo al viento con la motocicleta).
Primero, fue por su debilidad política. Segundo, fue por no ser un jefe del peronismo.
Cometido el error, y asumido el papelón, La Doctora siente que no puede entregarlo.
Si lo entrega, supone que vendrán inmediatamente por Lázaro, El Resucitado. Hombre muy deprimido, al borde de la cesación de pagos (como el país). Planifica trasladarse desde Santa Cruz hacia el Chaco y quiso, según nuestras fuentes, enviar alguna moneda bastante considerable al Paraguay. Pero el presidente Cartes -como “la chica de al lado” del baión- dijo que no. Y eso que intercedió un misionero actualmente importante. Ampliaremos si viene al caso.
Decir Lázaro es una manera indirecta de aludir a Máximo, En El Nombre del Hijo. A quien le dieron un irresponsable poder, y en simultáneo desprotegieron.
Pero también poner a Lázaro en el primer plano, que largamente merece, es trazar una bisectriz para aludir a La Doctora misma.
Por la incalculable herencia económica dejada por El Furia. Y que no se supo, ni se pudo, manejar. Conste que no se trata de ningún reproche. Por lealtad elemental, la transparencia aquí no debía existir.
Lo reprochable, en cierto modo, es la tergiversación. El intento explícito de canonizar a El Furia como si fuera el Eternauta que ofrendó su vida por la felicidad del pueblo.
¿Quién le teme al Clavel Inerte? A esta altura, con la información que abunda, y con los multiplicados bolsos migrantes y ocultos, “sanmartinizar” a El Furia constituye una ofensa elemental a la inteligencia del argentino medio.

El optimismo es un pecado perdonable

“Con la que aquí se llevaron, a Amado no se lo van a llevar puesto por la tontería de Ciccone”, confirma la Garganta.
El efecto comparativo reduce el escándalo Ciccone a la magnitud de una propina. Caja de empleados.

Pero si La Doctora no lo entrega a Boudou el problema se le agrava. Se obstaculiza el demencial objetivo de continuidad. Aunque si pudieron ganar en 2011 con el contrapeso de Schoklender, perfectamente pueden arriesgarse al contrapeso de El Descuidista. Y mientras los palos vayan convenientemente para Boudou se postergan los palos para Lázaro.
Aunque parezca poesía, La Doctora planifica persistir en el poder. El cristinismo no se entrega.
Creen que le ganan, en primera vuelta, a cualquiera. Pero que también pierden en segunda vuelta con cualquiera.
Pero el optimismo es un pecado perdonable. Por lo tanto suponen que vale la pena dar la batalla.
Tiene encuestas de consultoras amigas que le aseguran contar con el favor del 30% del electorado.
Entonces el candidato preferido de su escuadra va a ser aquel que garantice contener mejor el 30. Y que se las ingenie para armar alguna política de alianzas que le permita abrochar el 40.
Se reitera aquí el escenario de 2003. Ganador será aquel que, en primera vuelta, salga segundo.
Como Néstor Kirchner, con el miserable 22%, en la elección que perdió con Menem, el ganador derrotado.

Los cautivos

En cualquier escenario, Boudou es un Clavel Inerte.
Traba a la colección de invierno de los postulantes que La Doctora impulsa, y que complementan la acción programada de esmerilar a Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol.
Ninguno de ellos aún aparece en pantalla, donde figuran, lo más campantes, Mauricio, Sergio y Daniel. Los protagonistas de la consagrada miniserie.
Se precipita Sergio Urribarri, El Padre del Marcador, para colarse en la foto.
Con tal de ser ungido por La Doctora, Urribarri se atreve a cargarse, en la campaña, hasta al propio Boudou. A babucha.
Otro afectado sustancial, que pugna por meterse de perfil en la foto, es Florencio Randazzo, El Loco de la Florería, enemigo íntimo de El Descuidista.
Crece Randazzo entre el universo cerrado de los funcionarios. Y se convence, en pleno esmeril, que en la interna del cristinismo le gana a Scioli.
Al que aún no toma nadie con seriedad es a Rossi, El Soldadito de Milani. Aunque se ponga detrás de un árbol, no tiene posibilidades de aparecer en pantalla.
No es el caso del meritorio Domínguez, El Lindo Julián. Ambicioso que sugiere que “no es tiempo de candidaturas”, mientras el ingenio de Pepe Albistur, su sostén principal, colma Buenos Aires con los afiches inspirados. Como el “no pasa naranja”. Esmeril -cuando no- a Scioli.
Pronto El Clavel Inerte podrá ser también probablemente una carga electoral para Axel Kícillof, El Gótico.
Después que Axel acuerde, en el minuto final, a los billetazos limpios, con Los Buitreros. En su heroica condición de “negociador”, habituado a pagar siempre mucho más de lo que corresponde.

De todos modos, tampoco El Descuidista “está dispuesto a rendirse”. En esta actitud sintoniza con La Doctora.
Aunque no pueda posar su gruesa sentadera en la presidencia del Senado.
“Quiere dar la pelea hasta el final”, confirma la Garganta.
En el descenso, la debilidad se le convirtió en fuerza.
El Descuidista mantiene cautiva a La Doctora, como si fuera la protagonista del “poema épico” de Esteban Echeverría.
También mantiene cautivos a los postulantes que aspiran a suceder a La Cautiva.
Se explica entonces que El Clavel Inerte apele, con insolencias límites, el procesamiento del Juez Lijo. Que se disponga a llegar hasta la Suprema Corte.

Colas sucias

Hasta el cierre del despacho, sólo el senador Pichetto, El Postergado Eterno, fue el único que se atrevió frontalmente a ponerle un freno. Abundan rostros distantes de disconformidad, rumores de desacuerdo, las condenas. Las invocaciones al terrible error de La Doctora. Pero nadie se arriesga a exigir la tarjeta roja.

En el cristinismo predominan colas sucias que huelen mal. El temor fluye entre los despachos.
Hoy Boudou es la estampilla indeseable. Como lo definió el Portal, es un Clavel Inerte.
El pícaro ascendente de Mar del Plata, que políticamente cautivó a la veterana de Tolosa, ya nada tiene para perder. La libertad, apenas, pero en el largo plazo. Aunque, en cierto modo, ya este preso. No puede ir a Happening, al Duhau. Ni siquiera puede caminar por el barrio bajo de Puerto Madero.
“En su estado, que duerma, es un mérito”, confirma un transgresor del peronismo. Al que “por bandido” -y sólo “por bandido con temple”- Boudou comienza a parecerle casi simpático.
El Clavel Inerte es el peligro oculto. Se refugia en el aguantadero que no puede presidir.
Resiste las 335 fojas del juez Lijo mientras aguarda la estocada crucial del juez Bonadío. El primero -Lijo- lo cruza por corrupto. El segundo -Bonadío- es peor. Lo cruza por trucho.

El Producto Mauricio (consumir con moderación)

escribe Oberdán Rocamora

Redactor Estrella, sobre Informe de
Consultora Oximoron, especial

Introducción

Sociedad cargada de pesares

La dilatada miniserie “Daniel, Mauricio y Sergio” es indispensable. Por ella, el Portal sobrevivió con argumentos, durante dos años.
Al iniciar la “tercera época”, la historia de final incierto mantiene la frescura tensa, y el interés en aumento.
Ocurre que tampoco apareció ningún otro que supere la medianía estética. Signa (la medianía) la actitud de los tres reconocidos protagonistas. El consumidor los conoce de memoria. Por lo tanto no tiene mayores posibilidades de sorprenderse.
El trío -que compite por la presidencia- conecta, en perfecta armonía, con el estado paradójicamente light de una sociedad cargada de pesares. De situaciones límite.
Cuesta entonces situarlos, a los tres héroes, a la altura de los pavorosos problemas que La Doctora, al partir, lega a la sociedad. La sociedad paradójica que prefiere consumir productos light. Frescos. Sin litigios ni confrontaciones que marcaron las turbulencias del kirchner-cristinismo.
Hasta el cierre del primer capítulo de esta “tercera época”, uno de los tres se calzará la banda.
Ya que José De la Sota, El Cordobés Profesional, no aparece aún visible en la fotografía. Por más que se obstine en méritos mediáticos.
Como tampoco aparece en la pantalla ningún exponente de la colección de precandidatos de invierno, de los que impulsa La Doctora para esmerilar a Daniel. Ni Domínguez, El Lindo Julián; o el inflamado Randazzo, El Macho del Off; o Urribarri, Padre del Marcador. Mencionar en la acumulación a Rossi, El Soldadito de Milani, simboliza un acto de piedad.
Por su parte, Los 5 Latinos de UNEN, amontonan las imposibilidades que los hacen descender. Colectivamente decepcionar. Hasta someterse a la sentencia perdonavidas de los consultores.
“Aún no miden”. Pese a los atributos morales del conjunto musical.

Osiris Alonso D’Amomio
Director-Consultora Oximoron

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Bandera verde

Al margen de la multiplicación de operaciones entrecruzadas, que inspiran el objetivo brutal de demoler recíprocamente al adversario, “Mauricio, Daniel y Sergio” se encuentran -para Consultora Oximoron- a la par. Empatan con alrededor de un cuarto del electorado para cada uno. Sea dicho a pesar del fuerte operativo en marcha que consiste en degradar tanto a Daniel, El Esmerilado, como a Sergio, El Enemigo
Al primero, Daniel, porque se lo da ya por tercero cómodo, mientras se pone en duda que sea candidato.
“Hoy pierde con Randazzo en la interna del kirchnerismo”, confirma la Garganta.
A Sergio, en cambio, porque se especula acerca del momento de capitular y sentarse a negociar.
“La meseta, para Sergio, representa un retroceso”, confirma otra Garganta.
(Ampliaremos en los próximos capítulos).

Significa confirmar que persiste otro 25 por ciento, para repartirse entre el Resto del Mundo. O para ser rapiñado por alguno de los tres que empatan.
Infortunadamente, existe un extendido espacio libre que aún no alcanzan a ocupar Los 5 Latinos.
Trátase de la célebre conjunción metropolitana que admite el lucimiento televisivo de la señora Elisa Carrió, La Demoledora. Notable primera voz, en su rol de Estela Raval. Acompañada por los cuatro correctos caballeros, que le hacen el coro para cantar “Juntitos Juntitos”. Pero es una melodía que no prende.
Cleto Cobos, El Malvinero Sentimental. Pino Solanas, El Dirigente Universitario. Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto.
Y por último el acosado Ernesto Sanz, la Esperanza Blanca. A quien el PRO -expresión institucional del macricaputismo- supo imaginar, sin mayor disimulo, como el compañero de fórmula ideal de Mauricio Macri, El Niño Cincuentón. Lo divulga en sus comidas hasta la informada señora Mirtha Legrand, Dorian Gray.

Debe aceptarse, a esta altura, que Mauricio es “el vedette del momento”. Hoy está de moda pontificar sobre la onda Macri. Y arriesgarse en apostar por su “destino manifiesto” de sucesor.
Entonces Sanz está presente en las planificaciones de los informatizados que movilizan el Producto Mauricio (para consumir con moderación). Aunque los astutos macricaputistas prefieran instalar los beneficios transitorios de proyectarse en soledad. A través de la Tercera Vía (invención independiente del radicalismo y del peronismo). Una fórmula de escasa originalidad que ya cultivó Francisco Manrique, El Paco, con suerte bastante relativa, en los setenta. Pero para diferenciarse de Ricardo Balbín y Juan Domingo Perón, dos emblemas de una política no precisamente light. Aunque condenada al fracaso. En el país donde todo, absolutamente todo, termina mal.

El Vedette

Mauricio -dijimos- emerge hoy como el vedette principal del trío.
Es sugestivo que el crecimiento del Producto Mauricio coincida -para Oximoron- con los avances positivos de su relación políticamente platónica con La Doctora.
La dama ya no sólo le atiende el teléfono desde hace seis meses. Instruyó aparte al doctor De Pedro, El Wado, para que colabore en resolver todos los problemas que lo afecten a Mauricio. Judiciales incluidos.
Sin ningún enigma trasciende por todas partes que La Doctora, como Sucesor, lo prefiere a Mauricio. Lo cual brinda la garantía que el razonamiento es -en definitiva- falso.
Mientras la atmósfera frentista tiende hacia el entendimiento entre Mauricio y Sanz, trasciende que existe un retroceso en el entusiasmo del primero. O sea de El Niño Cincuentón. Son los números inapelables que suele acercarle, según nuestras fuentes, el pensador Jaime Durán Barba, El Equeco. Con la sentencia cruel: “Los radicales, Mauricio, no miden, salvo en Córdoba”. Donde el Producto -se ufanan- está primero.

Significa confirmar, por la numerología de Durán Barba, que se enfría el acuerdo que maduraba naturalmente. Entre el macricaputismo y un sector de la milenaria UCR.
Para simular y cederle al tiempo la oportunidad del reacomodamiento, en el macricaputismo se plantea la reedición de la fórmula triunfal que ganó el Artificio Autónomo.
De Mauricio con la señora Gabriela Michetti, La Princesa de Laprida. A los efectos de suministrarle, según nuestras fuentes, a la difícil Gaby, un potente caramelo de madera (ligeramente espolvoreado con azúcar impalpable). Para que la distraiga un poco de la causa perdida de suceder a Mauricio en el Artificio Autónomo.
Pero trasciende que esta vez no será fácil pasarla al cuarto a La Princesa. Como cuando se desprendieron de su vicejefatura para clavarla como diputada por la capital. En beneficio de la causa macricaputista. Se complica ahora el proyecto de sacarla de la pelea por el Artificio Autónomo. Postulación que nadie le saca, según nuestras fuentes, de la amplia boca, a don Horacio Rodríguez Larreta, El Carismático de Pompeya. Para algarabía de todos aquellos que se disponen a enfrentarlo. Sin saber que tendrán que enfrentarse, en realidad, con Mauricio, paraguas protector de El Carismático de Pompeya.

Unificación de elecciones

La sucesión en el Artificio Autónomo es -para Oximoron- el principal problema de la Mutual PRO.
Dilema que no alcanza a resolver el Equipo de Comunicación Directa que controla Marquitos Peña, El Pibe 10. Instrumentador eficaz de la estrategia que dicta el pensador Durán Barba, y que promueve los atributos del Producto Mauricio con el rigor que se invierte en vender un champú, o imponer una marca de jeans.
La duda sucesoria instiga, por otra parte, a no convocar elecciones separadas entre el Artificio y la Nación. Mejor es que El Carismático vaya prendido detrás de la candidatura presidencial de Mauricio. “Chupado”, como se dice en la jerga del automovilismo. Y celebrar las elecciones el mismo día. Para que Mauricio arrastre, también en Buenos Aires, la provincia inviable, a la señora María Eugenia Vidal, La Muchacha del Flores de Girondo. O en todo caso a Jorge Macri, El Primo (que era) Pobre. Imbuidos por la perspectiva de repetir la peripecia de Raúl Alfonsín, de 1983. Creer que la potencia del candidato presidencial -Mauricio- vaya a arrastrar al candidato a gobernador de La Inviable. Y que de yapa pueda beneficiarse también Rodríguez Larreta.
Demasiada exigencia para un Producto vendible que mantiene los astros alineados. Y que se encuentra en pleno crecimiento personal. Sumido en el romance platónico con La Doctora, que lo lleva de la mano, como Gretel a Hansel, para cortar cintas. Así sea para inaugurar cincuenta metros del carril de una autopista.
Sin embargo, para Oximoron, el macricaputismo aún no logró armar ninguna fuerza de consistencia nacional. Son apenas números de encuestas excitadas. Pese a los esfuerzos y a la eficacia de los maxilares de Emilio Monzó, El Diseñador.

La fantasía del BRICSA

La Doctora intenta seducir a Putin y a Xi Jinping mientras choca con la reticencia de Dilma

escribe Bernardo Maldonado-Kohen
Primero fueron los BRIC. Brasil, Rusia, India y China.
Con el advenimiento de Sudáfrica pasaron a ser los BRICS.
Hoy La Doctora estimula la fantasía de transformar el BRICS en BRICSA.

En vísperas de la zozobra del default, con la institucionalidad quebrantada por el procesamiento judicial del vicepresidente, La Doctora aspira saludablemente a recuperarse.
A retomar la iniciativa. Con la base de hierro de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, la estrategia que le diseña Zannini, El Cenador, e instrumenta el ministro estrella, Axel Kícillof, El Gótico.

Ahora se apuesta por la fantasía de incorporar a la Argentina al bloque de los BRICS. Los grandes “países emergentes” que avanzan, desde 2008, en la gestación del nuevo polo de poder. Que se diferencie, en la práctica (ya no sólo en la retórica) del poder gastado que controlan Estados Unidos y algunos fuertes países de la Unión Europea.
Los BRICS celebran su VI Cumbre en Fortaleza, Brasil, el 15 y 16 de julio. Dos días después de concluido el Mundial de fútbol.

La salvación geopolítica

Podría facilitarse el camino de la salvación geopolítica a través de la interesada amabilidad de Vladimir Putin. Es el zar contemporáneo de Rusia, que llega a la Argentina justo un día antes del partido final. Por diez o doce horas.
O a través de Xi Jinping, el chino competidor íntimo de Putin, que llegará después de los discursos de Fortaleza.
Podrá aplaudirlos La Doctora. Se encuentra invitada, acaso a su pesar, por la señora Dilma. Junto a la colección de invierno de los presidentes de países que componen el invento de Unasur.
La Garganta sostiene que los otros “países hermanos” ligaron la invitación a Fortaleza merced al sobreactuado comportamiento de la Argentina. Es que aquí se festejó el amague de convocatoria de Putin, como si invitaran directamente a adherirse a la congregación.
La salvación geopolítica viene entonces, prioritariamente, por el lado de Rusia. Impulsada, semanas atrás, en Moscú, por el canciller Timerman, junto al canciller Lavrov.
Lo gravitante es que ambos líderes, Putin y Xi Jinping, marcarán separada presencia en la regalada Buenos Aires. Donde sobrevive un gobierno debilitado que necesita anuncios. Aunque sean hipotéticos. Como también necesita mostrar conexiones que quiebren la idea del aislamiento.

Contra Breton Woods

En Fortaleza, con las presencias al máximo nivel, los presidentes de los BRICS planifican avanzar con proyectos medulares. Ya fueron tratados en la reunión preparatoria de Moscú (ver “Los BRICS perforan el aislamiento de Irán”, cliquear), como en la anterior Cumbre de Durban.
Trátase de la creación del Banco de Fomento y de un Fondo de Reservas. Invenciones que comenzarían a funcionar en 2016. Con sede central – según el Financial Times- en Shanghai.
La creación del banco contiene el objetivo explícito de financiar proyectos de infraestructura (de aquí el entusiasmo de La Doctora).
En definitiva, los BRICS optan por crear riesgosos mecanismos de sustitución. Sobre todo para superar la decadencia del Fondo Monetario Internacional.
En su maniqueísmo, los críticos crípticos del “discurso único” consideran que el FMI está hegemonizado por los norteamericanos y los europeos líderes. Los que impusieron, según el criterio predominante en la gesta, el sistema financiero injusto, que se encuentra inspirado en los acuerdos de Breton Woods, surgidos de los resultados de la Segunda Guerra Mundial, que no registran el verdadero cuadro del poder actual.
Son acuerdos que, para China y Rusia, están anacrónicamente agotados. Sobre todo también para India y Brasil, dos gigantes que aspiran a elevarse, al extremo de reclamar la condición de miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Con la previsible reticencia de Japón y Pakistán, en el caso de India. Y con la reticencia de México y Argentina, en el caso de Brasil.
Aparte, en Fortaleza tratarán un punto aún más complejo. La creación de la moneda común de Los BRICS, que desafíe la hegemonía del dólar y del euro.

Diplomacia a la bartola

Tanto con Putin, como con Xi, La Doctora aspira a anunciar algunos acuerdos que le permitan recuperar la iniciativa. Para abandonar la idea instalada del gobierno estancado. En pleno retroceso, que se desangra entre los papelones judiciales del vicepresidente y el riesgo viable del default. Pero ya no por desidia, falta de credibilidad, improvisación patológica o simple mala praxis.
“Como consecuencia del sistema financiero injusto”. Es el verso que pregonan los apóstatas de la emergencia.
Es justamente aquí donde, para la diplomacia a la bartola de la Argentina, se enlaza el afán de seducción a los BRICS, con la incentivación de las condenas retóricamente chiquilinas en los foros multilaterales.
La jugada audaz del cristinismo intenta suplir la fragilidad del PBI (Producto Bruto Interno) con la sobreactuación político-ideológica, en ámbitos como la OEA o en la ONU.
Semejante adolescencia estratégica puede brindarle, a la Argentina, cierta espesura racional a la catastrófica opción de internacionalizar el conflicto con Los Buitreros. El litigio que debe resolverse en el despacho judicial, y no en los foros multilaterales con traducciones simultáneas en las “cinco lenguas de trabajo”..
Cuesta entender que la OEA, La ONU o El Grupo de los 77, en el despacho del juez Griesa cuenta con tanta influencia como algún pronunciamiento solidario de Médicos sin Fronteras, la Organización Mundial de la Salud o del Servicio Sacerdotal de Urgencia.

Putin y Xi

Al cierre del despacho, en la Unión Industrial Argentina se acelera, según nuestras fuentes, la redacción apurada de acuerdos cooperativos. De indispensable utilidad para componer alguna fotografía de La Doctora con Putin, para la posteridad indiferente. Trasciende, aparte, que alguna empresa rusa se muestra bastante interesada en la construcción de una central nuclear en Neuquén. Ampliaremos.
Con Xi Jinping, en cambio, acaso para consolidar la tristeza de Lázaro, El Resucitado, planifica La Doctora anunciar la definitiva construcción de las represas Condor Cliff y La Barrancosa. Rebautizadas, en la penúltima vuelta, como Néstor Kirchner y Jorge Cepernic.
El lacerado Lázaro Báez descontaba, según nuestras fuentes, que las represas iban a pertenecerle a su Austral Construcciones. Tiene decenas de máquinas a la intemperie, adquiridas para la ocasión, que se oxidan mientras El Resucitado se tutea con la cesación de pagos y planifica rajarse al Chaco.
Muerto Kirchner, El Furia, y desatado el escándalo de la marroquinería y La Rosadita, se impuso la superior concepción moral de Zannini. Entonces la última licitación signó el triunfo inapelable de Electroingeniería. Es la empresa cordobesa del santiagueño Acosta, y sobre todo de Gerardo Ferreira. Hoy asociada, para las represas, a Gezhouba, de China.
Al cierre de la crónica no se puede asegurar si don Xi Jinping dispondrá la financiación de los cinco a seis mil millones de dólares. O si renueva aquella ingenuidad del cuento chino de 2003, que signó la inexperiencia internacional de El Furia.
Al margen de los eventuales negocios que puedan encararse, lo que políticamente interesa a La Doctora es el apalancamiento de Rusia y de China. A los efectos de facilitar el ingreso a los BRICS. Y convertirlos en la fantasía de BRICSA.

Final con bolilla negra

Pero la primaria ambición lícitamente choca, según nuestras fuentes, con el sutil obstáculo de la presidente Dilma. De su bolilla diplomáticamente negra, puesta con una sonrisa y un abrazo.
El gobierno de Brasil se encuentra escasamente interesado -según la Garganta- en tener como asociado, ahora también en una liga superior, al vecino que se muestra reticente a la idea de rendirse. Para colmo se supone e n condiciones de ofrecerle una cierta competencia, ya no sólo futbolística.
En materia de BRICS, La Doctora es diluida por Dilma entre la ficción oral de la Unasur. Por lo tanto es factible que su faringitis registre alguna recaída que le impida desplazarse hacia Fortaleza.
Para Dilma, La Doctora es una vecina más. Del montón. Equiparable, apenas, a Nicolás Maduro. Con quien La Doctora tiene, a propósito, demasiados puntos en común. Sobre todo la condición compartida de ser dos sucesores de líderes que les dejaron, como herencias, dos patéticos desastres.
Desperdicios históricos imposibles de domar.

Desde Boudou (Lijo) a Kicillof (Griesa)

La Argentina estancada. Imagen congelada de teleteatro.

escribe Oberdán Rocamora 
Redactor Estrella, especial

La Argentina se debate entre las fojas de la causa que conduce Ariel Lijo, con las fojas de la causa que deriva en el Juez Griesa.
En un marco de estancamiento, que los técnicos califican de estanflación. Coctel de recesión con inflación. Desde la decadencia del gobierno, se agudiza el hábito de la mala praxis. Ineptitud complementa la falta absoluta de credibilidad.
Basta agregarle al cuadro naturalista la atmósfera espesa de una campaña electoral prematuramente desatada. Con los comportamientos de las primeras figuras que dependen, en general, de los veredictos sabios de los encuestadores, y los consejos relativamente frívolos de los asesores de imagen.
Quien enlaza ambas causas, para unificarlas, es el ignoto Guido Forcieri, flamante emblema de la argentinidad al palo. Forcieri impregna de superior grotesco a la actualidad. Pretexta (a Lijo) que no puede comparecer en la Causa Ciccone, ya que debe colaborar con la patria en la comedia inflamada de los fondos buitres (que dirige Griesa). “Mi reino por un caballo”. Lo prioritario, siempre, es zafar.

La picaresca bonaerense   

El anecdotario que ilustra los berenjenales de ambas causas es bastante nutrido. Se detalla con generosidad en los grandes medios.
Anécdotas ideales para ser comentadas, apenas, en el entretiempo. Con el complemento del Mundial de fútbol, la realidad televisiva es perfectamente tolerable. El torneo tendría que ser eterno.
Las coloridas peripecias de Amado Boudou, El Descuidista, y de su “Cataliñón”, José María Núñez Carmona, Nariga (que se atienden en Lijo), en el imaginario colectivo se mezclan con las excursiones “negociadoras” de Axel Kícillof, El Gótico (que se atienden en Griesa).
Las primeras producen la actual sobredosis de Boudou. Remiten a la literatura picaresca del Siglo de Oro español, del siglo XVI.
Para entender a estos antihéroes, que podían haber desfilado en El Lazarillo o en Guzmán de Alfarache, hay que recurrir a la astucia ofensiva del pícaro. Pero son exponentes de la picardía bonaerense generada entre los siglos XX y XXI. De los que sin grandes escrúpulos encararon la utopía del ascenso social. A través de la salvación individual, que depara la riqueza.
“Hacerla”, como sea, es la consigna. Para llegar. 
Aquí emerge Boudou como el prototipo del oportunista que supo distinguir el claro. Aprovechar hábilmente los agujeros por dónde infiltrarse, para crecer. Y “hacerla”.

Consta que desde el inicio El Descuidista aprovechó todo lo que pudo. En ámbitos ya superiores, supo utilizarlo de canal a Sergio Massa, La Rata del Tigre, para consolidarse en Ansés. Se las ingenió también para que Massa, entonces Premier, lo acompañara a presentar cierta idea salvadora a La Doctora. Ya que el pícaro, para escalar, siempre debe resolver los problemas al poderoso. La idea consistió en pegar el manotazo furibundo hacia los fondos previsionales de pensión. Aquí el pícaro se excedió: conquistó no sólo a La Doctora. También lo sedujo a Néstor, El Furia, tan reacio y desconfiado para tratar con “los lindos”. Como Boudou. Que enterneció (con fondos y soluciones) hasta a la señora Hebe de Bonafini. Tocaba la guitarra, cantaba a dúo hasta con Cabandié, andaba en motocicleta con el pelo al viento, mientras una rubia extraordinaria se abrazaba a su cuerpo.
Muestras que el pícaro había escalado. La “había hecho bien”. Y El Ganador fue rápidamente ministro, para algarabía de su Cataliñón, Núñez Carmona.
Juntos, los pícaros hubieran cometido menos desprolijidades si sospechaban que La Doctora iba a escoger a Amado como compañero de fórmula presidencial. 
Si se conformaba con ser candidato a la jefatura del Artificio Autónomo, para perder con Macri e instalarse.

No olvidar cuando La Doctora, que aún tenía el vibrante manejo del suspenso, convocó a los tres aspirantes. Filmus, El Psicobolche, Tomada, El Buenito, y Boudou, Para dictaminar: “Filmus, vas vos”.
Tampoco se debiera olvidar que El Furia lo barajaba a Boudou para postularlo como gobernador de Buenos Aires. En uno de los innumerables esmerilamientos a Scioli.
La cuestión que El Pícaro, muy pronto, se había acostumbrado a las alturas. Acumulaba manejo informativo. Aunque siempre, invariablemente, en algún momento, le saltaba el trucho que aún habita en su interior. Por ejemplo cuando lo visitó la embajadora de Estados Unidos, y le dijo que le fascinaba esquiar en Aspen, surfear en California. Pero la embajadora debía entenderlo. No lo podía decir.
Como hoy tampoco El Descuidista puede decir: “¿Por esta tontería de Ciccone me voy a caer?”. “Con la que aquí se llevaron me van a llevar puesto por esto”.
En el ocaso, en la caída, El Pícaro se convierte en el problema. Porque es del estilo tierno. Melancólico. Casi mimoso. De los que no les gusta irse solo.
Quiere estar acompañado. Extraña mucho.

La tragedia ideológica

Así como el dilema de Boudou remite a la literatura picaresca (que despacha Lijo), el dilema de Kícillof remite al riesgo de la tragedia (que administra Griesa).
Mientras Boudou se atormenta por el procesamiento de Lijo, Kícillof tiene que encarar la animadversión de la sentencia de Griesa.
Aquí, para ser ecuánimes, debe diferenciarse la moralidad de cada sujeto.
Boudou es el pícaro descubierto que bregó por la salvación individual, mientras lo de Kícillof es más grave. Es el crédulo que apostó por un proyecto colectivo, que hoy confronta con la realidad. Y hace estragos en su identidad. El post keynesiano, casado con una crítica literaria, debe hacer un curso acelerado de pragmatismo y batirse interiormente entre su discurso y su acción.
El ideologismo de centro de estudiantes de Kícillof nada tiene en común con la amoralidad atractiva de Boudou.
Lo que tienen en común, sin embargo, es la confianza que La Doctora depositó en ellos, a los que hizo ministros de Economía.
Primero en Boudou, que se convirtió en el gran error de su administración de viuda. Cuando El Descuidista de Mar del Plata sedujo políticamente a la muchacha de Tolosa, al extremo de formar la dupla de la Ruta 2.
Es la misma confianza que La Doctora ahora deposita en Kícillof, intelectualmente seducida por la arquitectura de sus razonamientos.
Hoy Kícillof es el ministro principal, sobre todo después del superlativo desgaste de Milton Capitanich, El Premier.
Si a El Gótico le va más o menos bien con la instrumentación de los inventos que instruye La Doctora, va a ser, según nuestras fuentes, el Elegido para intentar sucederla. Así sea en elecciones posiblemente adelantadas.
Se impone Kícillof en la predilección de La Doctora sobre Sergio Urribarri, El Padre del Marcador, que sobreactúa su lealtad y tiene el defecto de ser peronista.
Y por supuesto Kícillof cuenta con mayor legitimidad que Rossi, El Soldadito de Milani, o Florencio Randazzo, El Loco de la Florería. o Domínguez, El Lindo Julián. Estimulados, todos, por la devoción más irracional de La Doctora, que heredó también de El Furia. Esmerilarlo a Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol.La epopeya de los fracasos 

Paulatinamente Kícillof se eleva como el continuador ideal. Aunque remite a la tragedia.
El Gótico se habituó a la rutinaria tergiversación de presentar los grandes fracasos como epopeyas gloriosas. Imposturas que los opositores envueltos deben comerse, con la salsa de su incapacidad.
La catástrofe más simbólica fue la confiscación de YPF. Aquí Kícillof superó el desgaste irreverente. Pasó del amague de no pagar una moneda a provocar -por instrucción resignada de La Doctora- la glorificación de Brufau. En España deberían construirle hoy a Brufau un monumento en Plaza Cibeles. Por haberle cobrado dinero fresco al moribundo, aunque anticipado por la Banca Morgan, a la cuenta diferida del futuro que deberán saldar alguno de los opositores envueltos.
Hoy Kícillof y Galluchio juntos enlazaron a YPF con Chevron. Con aspectos que no deben saberse, en un acuerdo que va a terminar, según nuestras fuentes, mal. Para algarabía de Carlitos Bulgheroni, El Dragón del Cerro. Ampliaremos.
Otro fracaso de Kícillof, que se celebra con cohetes y cañitas voladoras, es el arreglo con el Club de París. En su rendición incondicional, Argentina se comprometió a pagar hasta el punitorio más inimaginable. Y  algunos créditos que –se sospecha- no contaban con el seguro de crédito a la exportación. Miles de palos de más para que el relato derrumbado conserve alguna migaja de credibilidad para los “muchachos que bancan el proyecto”. Para sacar del acuerdo al Fondo Monetario Internacional que Argentina integra. Y no arriesgarse al examen de un artículo 4 que no le importa, en definitiva, a nadie. Ni siquiera a los viatiqueadores del Fondo que llegan a las capitales con más deseos de aprobar todo que de irse.

Kícillof, la estrella del cristinismo, tonto pero no tanto, es el instrumentador de la estrategia del pedal que castiga Griesa. Y que conduce, para nuestro horror, Carlos Zannini, El Cenador que se mantiene dispuesto siempre a los churrascos. 
A los billetazos limpios, Kícillof debe combatir el default permanente que habitamos. La cesación de pagos. La situación de quebranto a la que se llegó por la combinación de mala praxis, desidia e ineptitud.
Pero con estilo envolvente. Útil, apenas, para envolver opositores. Al que se le agrega la alucinante internacionalización del conflicto que ya se dirimió en el ámbito judicial (Griesa).
A partir del colapso de la irresponsable estrategia del pedal, Kícillof lleva el conflicto a las Naciones Unidas. Como si hablara en una asamblea estudiantil, lanza su prédica casi antimperialista en la ONU. Y ahora se dispone a mangar solidaridad, para colmo, en la OEA, que tiene menos utilidad práctica, incluso, que el Grupo de los 77, aunque se le incorpore China, anotada en el cinismo multilateral..
A partir de hoy, 30 de junio, Argentina ingresa en la moratoria. Con la guillotina sobre su piadosa estructura, mientras suplica por solidaridades intrascendentes, que se agotan en los discursos encendidos que se apagan a medida que se emiten.

La picaresca de Boudou brinda el desbarajuste institucional que termina, a lo sumo, en Zamora, El Neo Juárez. El santiagueño, mucho más pícaro y efectivo que El Descuidista, se prepara para –llegado el caso- encargarse del Ejecutivo. Y llamar, en caso de no poder evitarlo, a las elecciones anticipadas. ¿Ampliaremos?
Los desplazamientos orales de Kicillof, en cambio, mantienen el final incierto. Un riesgo de calesita chocada.
Con el país estancado, congelado. Como una mala imagen de teleteatro vulgar.

Jugar el destino en el despacho de Griesa

La tristeza de endeudarse para pagar las deudas.

Escribe Bernardo Maldonado-Kohen
Nueva York, especial

Salvo que Dan Pollack -flamante intermediario impuesto por el juez Thomas Griesa- nos llegue con la “stay” (cautelar) bajo el brazo, en seis días Argentina ingresa en el descenso -aún evitable- del default.
Significa confirmar que la fecha fronteriza no es el 30 de julio, como se creyó con optimismo. Es el 30 de junio. El lunes próximo.
“La postergación del pago por 30 días sólo activa el seguro privado que tienen los bonos”, confirma la Garganta.

Manual de equivocaciones escogidas

En la antología de las equivocaciones escogidas del cristinismo no podrá faltar la idiotez de publicar las solicitadas. En Wall Street Journal y en New York Times.
El error se explica con un fundamento cronológico: las páginas fueron alquiladas antes de la admirable acrobacia que La Doctora protagonizó el viernes. Fue la arena de tres pistas de Rosario. Cuando se pasó de acusar “extorsión” a suplicar por mejores condiciones para pagar.
El destino inmediato del país se debate, en adelante, en el despacho del juez Griesa, de primera instancia. Es en el último piso, el 16 (que tiene para él solo) del edificio de Pearl al 500.
Desde sus ventanales se participa de la generosa tarjeta postal de Manhattan. Un mero complemento de la sobria escenografía.
El Juez, un decano venerable, ya tiene un “master en argentinos”. Cuentan que se acostumbró a que los funcionarios lo maltraten desde los medios de comunicación.
No puede decirse que la situación lo divierta. Tampoco que las diatribas lo irriten. Son las contingencias de dirimir en un caso que mantiene fuertes tensiones, tan dramáticas como emocionantes.
Consta que Los Buitreros de Paul Singer están pendientes de las declaraciones de nuestros lenguaraces. Las mandan traducir para depositarlas, con perversidad documental, en la mesa de entradas del despacho.
Sin embargo, que le puntualicen las diatribas desde las páginas alquiladas de los medios que leen sus nietos en New York ya comienza, según las fuentes, a alterarlo.
Para colmo, en las solicitadas lo acusaron de tener animosidad contraria hacia los intereses de la Argentina. Insinúan que es juez y parte.
“En inglés básico el gobierno argentino quiere decir que Griesa trabaja para los litigantes”.
Que no cumple con la obligación de la ecuanimidad. A cambio, probablemente, de alguna recompensa pecuniaria.

Es tratar de corrupto a un jurista que sólo tiene para cuidar, a esta altura, el jardín de su prestigio.
Aparte de ser grave, la acusación es idiota, ya que el Estado Argentino, “una de las partes”, necesita de su cooperación. Sobre todo si pretende encontrar otra salida más racional para “la cosa juzgada”.

Repetir el error de Videla

Con el tenor de solicitadas semejantes, La Doctora -acaso sin saberlo- reitera el error primario del general Jorge Rafael Videla.
Aquel Videla autorizó al ministro Martínez de Hoz para contratar a la Agencia Burson-Marsteller (ahora instalada también en Buenos Aires). Fue a los efectos costosos de encargarse de construir la inutilidad de otra imagen del gobierno militar, en vísperas del Mundial ’78.
Curiosamente, durante el Mundial 2014, y desde la democracia, La Doctora sigue el ejemplo de Videla. Autoriza al ministro Kícillof para alquilar las mismas páginas que alquiló Martínez de Hoz. Para reproducir las palabras alquiladas que no persuaden, en definitiva, a nadie. Sirven apenas, según las fuentes, para indisponer aún más al juez decano, que ya se encuentra lo suficientemente harto de los desmanes.
Consta, por ejemplo, que Griesa ni siquiera vaciló en levantar la cautelar. El “stay” que impedía, a Los Buitreros, encarar la carnicería de los embargos.
El “stay” que ahora, en una cartita doliente, el ministro Kícillof solicita restablecer. Pide una “medida suspensiva”. Para pagarle a los reestructurados, sin que los carniceros le embarguen los fondos.
Pero Griesa disponía de competencias para mantener aquel dichoso “stay”, sin que se lo pidieran, durante 25 días más. Así Argentina presentara, ante la Corte, un “re-hearing”. O sea, una reconsideración. Una apelación que la Suprema Corte iba nuevamente, con seguridad, a rechazar. Pero que podía permitirnos ganar (o perder) un poco de tiempo.
Sin embargo “la estrategia del pedal” (cliquear) tratada en un texto anterior, se fue a la lona. Cuesta rescatarla. Imposible levantarla, en realidad, con solicitadas.

Testimonio de una rendición

“Primero, los argentinos no tienen que hablar más de negociación”, aconseja la Garganta de Wall Street. “Ni siquiera en los medios de Buenos Aires”.
Hablar de “negociación” aquí irrita -por lo que trasciende- hasta el paroxismo. No tiene cabida ninguna “negociación” cuando ya no hay nada que “negociar”. Podía haberse “negociado” años atrás.
Ahora sólo debe tratarse la “forma del pago”. Sin ninguna posibilidad de desplazar el “lugar” del pago.
“Lo de pagar en Acoyte y Rivadavia, olvídese, no va”, asegura otra Garganta.

Sin abusar de la lógica mundialista, que se apodera hasta de los Woody Allen de Manhattan por el desempeño de la selección (norte)americana, a los argentinos les conviene -para la Garganta- dejar de hablarse encima.
“Se hacen, con las palabras, muchos goles en contra”.

Lo importante es que, en su magnífica lección de acrobacia, La Doctora ahora decide pagar. Tardíamente. Debió haberlo decidido dos años atrás. Cuando se padeció el fallo adverso de la Cámara.
Pero La Doctora expresa la decisión de pagar como consecuencia de una capitulación. Es la resignación fatal, ante la derrota inapelable.
“Ponerse como una gansa” implica, en su caso, el testimonio de una rendición.
Abandonar las imposturas que la hicieron regularmente temible. Pero sólo por la imprevisibilidad de persistir.
Es el peor complemento para una credibilidad absolutamente desmoronada. Imposible, a esta altura, de reconstruir. Es la muestra cara de la fragilidad.
Cuesta entonces tratar formas de pago con Griesa. O ahora con el flamante lawyer Pollack, en Park Avenue. Desde una posición tan vulnerable.
En todo caso, La Doctora debería atender la sugerencia de Consultora Oximoron (ver “Estamos, Butch, en problemas”). E intentar una Moncloa rápida. Una Moncloa express. Una Moncloa reducida y veloz para impulsarle cierta consistencia a su sorprendente resignación racional. A la decisión de pagar que debiera acordarse con los eventuales sucesores. Sea Macri, Massa, Binner, Cobos, Sanz, o el desmarcado Scioli.
Los que tienen que hacerse cargo de las extraordinarias facturas que La Doctora les va a legar.

Fracaso colectivo

Debe asumirse la tristeza de endeudarse para pagar la deuda. Vicios del círculo.
El énfasis del modelo -como la moral- está también por el piso. El relato del modelo sostiene un desenlace lúgubre. Final abierto.
Las críticas, ahora, son tan innecesarias como los lamentos.
El ridículo es demasiado obvio. Como son obvias las contradicciones. Los comparativos del declaracionismo.

Debe asumirse también que Argentina se transformó en el hazmerreir del continente (la gozan, en secreto, los vecinos cordiales que amagan con solidarizarse).
Es el ejemplo del estado fallido, por culpa de la imaginativa irresponsabilidad de una dirigencia alucinada.
Colmada, eso sí, de pedantes a veces simpáticos. De inteligentes que suelen destacarse por la superioridad individual que dramatiza, en el fondo, el grandioso fracaso colectivo.

Final con Buscapinas

Hoy analizar el comportamiento de La Doctora implica regodearse.
Enumerar las imposturas representa ya una manera del encarnizamiento.
Correspondería sacar el tema de las primeras planas. Dejar la cuestión de los holdouts para los especialistas. Los que presuntamente conocen de las sutilezas de las pari pasu, o los pormenores de la clausula Rufo.
Pero es imposible desalojar el tema del primer plano. Porque “el infierno tan temido” -que tan bien describía Juan Carlos Onetti- se encuentra muy cercano.
Habrá que resignarse, como La Doctora. Endeudarse para pagar la deuda. Y celebrar también la aparición providencial de los buitres dobles. Los buitres al cuadrado.
Son los Buscapinas. Los financistas internacionales que se aproximan para encargarse del negocio despojado de la capitulación.

 

En Derecho Penal pagan los muertos

Moneta sirve más enfermo que sano a la Banda de Los Descuidistas

escribe Oberdán Rocamora

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“El que se muere pierde”
J.A.
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“Con frecuencia, en Derecho Penal suelen pagar los muertos” confirma la Garganta.
Después del clavado procesamiento de Amado Boudou, El Descuidista, con superior prepotencia emergen las caudalosas fojas de Lázaro, El Resucitado.
A la larga, culpas, como las responsabilidades, van a descargarse en la memoria del muerto principal. El más importante. Néstor, El Furia.

Significa resaltar que La Doctora tiene razones de sobra para espantarse. Y encargar la causa perdida de defender a Boudou, representación de su primer -y peor- error de viuda.
Cada vez que habla, El Descuidista se desliza por el tobogán de la credibilidad. Parece, incluso, procesarse solo.
La Doctora sabe que Lázaro, según nuestras fuentes, está mal. A punto de quebrarse también moralmente. Le llegan mensajes. Algún hijo, acaso la hija, tiene registrado todo. Absolutamente todos los secretos y los lugares…
El Resucitado está convencido que vienen por él. Desde Comodoro Py y desde la celeste y blanca Suiza. Teme por la suerte de un hijo demasiado involucrado.
El tema transversal de los hijos instala un escenario de tormento. Por los dedos pegados que signan la inexperiencia. Por el manto de impunidad que paulatinamente se desvanece.
Tal vez también se encuentra irresponsablemente comprometido Máximo, En El Nombre del Hijo. No lo cuidaron. Lo rifaron. Le proporcionaron poderes desmesurados y protecciones insuficientes.
La alternativa consiste en transferirle las responsabilidades al que no está. Atributos de la ausencia. El que se fue debe liberar de culpas a los que persisten en la tierra de la vida.

La peste de transparencia

“Habrá que monetear al Muerto”, confirma la Garganta.
Como neologismo, “monetear” deriva de Raúl Moneta, El Rulo. Empresario vigoroso y banquero deteriorado que hoy se encuentra físicamente fuera de juego. Recluido en su departamento. Imposibilitado para testimoniar. De hacerse cargo siquiera de su sombra.
Con rasgos de inusual nobleza, para salvar a un amigo, al que le debe en cierto modo la sobrevida financiera, antes de caer Moneta le puso el pecho, según nuestras fuentes, al desastre de Ciccone. Aunque no hubiera puesto una moneda de los cincuenta millones que puso un amigo equivocado. Debía arrojarle una soga a Jorge Brito, quien, en su vida colmada de aciertos oportunos, tuvo lugar también para la trascendencia del error. El que compartía, en el fondo, con La Doctora. Consistía en apostar por el destino manifiesto de Boudou. Sin imaginar, ninguno de los dos, ni La Doctora ni JB, que el encantador muchacho de la motocicleta y la guitarra era apenas un Descuidista.
Ahora que los códigos estallaron se asiste al espectáculo frívolo de encontrar culpables.
Ahora que los pactos flotan en el aire. Precisamente cuando asoma el momento difuso de la salvación individual.
Cada uno debe custodiar los secretos ocultos de su propio ano.
Trasciende que los jueces federales más creíbles, y determinados fiscales, se pusieron de acuerdo. ¿Ya lo sabe De Vido, el Ex Superministro?
Asoma en el horizonte, sin estupor ni perplejidad, un festival de procesamientos.
Como si se estuviera en las vísperas de concretarse la interpretación informativa del Portal. Indica, para algarabía de Francisco, que en la Argentina se viene nomás la epidemia de transparencia. La peste de moralidad. Bacilos de decencia que van a instalar la idea insólita. “Ser honesto garpa”. La honestidad deja de ser un mérito para giles.
A este paso, va a suplicarse por un poco de corrupción. Por migajas de trampas. Para construir, al menos, una sociedad entretenida.

La novela de Moneta

A La Banda de los Descuidistas, Moneta les fue de mayor utilidad enfermo que sano.
Cuando estaba pleno y sano, era un católico convencido que vivía admirablemente al borde. Capitalizado por protecciones místicas, deparadas por la fe.
Una existencia comercial entre altibajos emotivos. Ascensos fulgurantes y caídas dramáticas. Con juicios rutinarios. En permanente estado de sospecha.
Hoy, en su piadoso retiro de enfermo, Moneta fue transformado en una suerte de cinturón ecológico. Una versión del Ceamse espiritual.
Para salvarse, los Descuidistas le arrojan los residuos de la catástrofe comercial.
Si Moneta estuviera consciente, lo ideal sería penetrar en su pensamiento. Para componer la gran novela. El desafío de tratar los últimos 30 años de la historia argentina desde el punto de vista de su epopeya. La relación con los gobiernos y con sus caballos danzarines. Como los personajes de Pirandello, la memoria de Moneta reclama, a los gritos, por un autor.
La última vez que el Portal lo trató a Moneta fue por aquel viaje desopilante hacia Roma. En avión privado. Cuando el secreto narrador Matías Garfunkel, El Depilado, en cerrada connivencia con La Doctora y El Furia, recurría a la experiencia de Moneta, entonces su socio en varias radios, para quedarse con las míticas acciones de Telecom.
La experiencia del viaje fue para producir un film neo realista. Acompañados por Frank Holder, Corcho Rodríguez. Un despliegue argumental matizado con situaciones alucinantes, avales comerciales inconsistentes y encendidas noches romanas (de las que Moneta, según nuestras fuentes, católicamente prescindía).
La historia contenía el marco complementario de La Guerra de los Convalecientes. La libraban dos enfermos poderosos. Kirchner contra Héctor Magnetto, El Beto. El gran enemigo común que El Furia ahora compartía con Moneta.
Antes que El Furia, Moneta fue el único suicida que le ofreció años de resistencia a Magnetto. A Clarín. Supo sobrevivirlo, hasta desde la clandestinidad.

“Todo aquel que decidiera enfrentarse con Moneta tenía que estar dispuesto a todo” confirma otra Garganta.
Como amigo, Moneta era reconocidamente frontal y leal. Como enemigo era de lo peor. (Curioso es escribir en tiempo pretérito. Casi injusto decir “era”).
Aún hoy perduran los enemigos, anteriormente amigos, que creen que Moneta los mandó –digamos- apretar. O asustar.
Sucede que los enemigos implacables son siempre aquellos que fueron, en algún momento, amigos. O socios. Y Moneta supo pleitear con varios ex socios. Hasta abreviarse.

Magnetto, el enemigo íntimo

Moneta persiguió detalladamente el proceso de la severa enfermedad de Magnetto. Otro que debe contar con poderes especiales. Naturalmente, Magnetto supo desprenderse de sus enemigos.
Cuando Magnetto amenazaba con partir, Moneta lo tenía, según nuestras fuentes, penetrado. Mostraba a sus visitantes copias de los análisis clínicos. Conocía hasta la medición exacta del hematocrito de Magnetto. De su vida agonizante en Estados Unidos. Faltaba apenas el desencadenante cese final.
En el principio, Moneta era impresentable para el kirchnerismo. El Furia no lo quería tener cerca. Pero mantenía, según nuestras fuentes, una excelente relación, a través de cierto intermediario, entonces de presencia constante, como Rudy Ulloa. Otros aluden, en cambio, también a Cristóbal. Cuentan que por intermedio de Rudy le envió a El Furia un memorandum confidencial. Junio de 2003. Le expresaba que, si de verdad quería gobernar, imponer sus criterios, ser un estadista, debía avanzar invariablemente sobre Clarín.
“Se tendrá que aguantar cincuenta o sesenta tapas desagradables, pero no tienen más que eso”.

El Furia decidió no hacerle caso al consejo de Moneta. En su pragmatismo ejemplar prefirió acordar con Magnetto. Tiempos líricos de Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Etapa sustantiva para la consolidación del poder personal.
Entonces Moneta volvió al combate desigual. Con sus medios marginales. Con el despliegue de radiografías, de tomografías, cuando era Magnetto el que estaba fuera de juego, en alguna clínica de Chicago.
A esta altura de la crónica debiera aceptarse que Magnetto venció en la Guerra de Convalecientes. Pudo testimoniar sobre la partida final de El Furia, su desafiante, octubre de 2010.
Del mismo modo Magnetto puede testimoniar hoy sobre el epílogo lento de Moneta, el enemigo íntimo. Ambos tienen la misma edad, exactamente son Monos de Madera, de 1944. Dos monos de 70 años que hicieron recíprocamente lo imposible por masacrarse.
Este mano a mano con Moneta también Magnetto parece ganarlo. Como se lo ganó a Kirchner.
“El que se muere pierde”. Sentencia de nuestro director.
En la Argentina, además, aquel que muere, como Kirchner, o el que está fuera de juego, como Moneta, debe salvar a los amigos acosados por el Derecho Penal.

Clement y la estrategia del pedal

escribe Bernardo Maldonado-Kohen

“Para Estados Unidos, Argentina es más importante que el gobierno argentino”, confirma la Garganta.

En especial cuando se trata de un gobierno que tiene fecha de vencimiento.

La pelota del default hoy se encuentra en Washington. Precisamente en el campo sutil de la Supreme Court of the United States.

La circunstancia le aporta alguna tensión narrativa a la dramatización nacional de los holdouts. O sea, a la Guerra de Los Buitreros. Bonistas obstinados que se quedaron afuera del canje de la deuda. Negociación que Néstor Kirchner, El Furia, supo encarar con Roberto Lavagna, La Esfinge, y Guillermo Nillsen, El Flaco. Y que el kirchnerismo suele presentar, hasta hoy, como uno de los más grandes méritos de la década.

La acción se enmarca en el antagonismo apasionante de los lobbies alquilados. Y de los abogados con reputación que cobran por hora.

El Estado argentino está representado por el estudio Cleary Gottlieb Steen & Hamilton. Aunque, para este tramo, debe confiarse en el aporte de otro “lawyer”. Paul Clement. Ampliaremos.

El tema, en vísperas del torneo mundial de fútbol, moviliza cuestiones profundas de identidad.

Es motivo incluso de la partida, hacia Washington, de la inquietante delegación de legisladores. Patriotas que asumen el desafío de los viáticos para cumplir la misión esclarecedora. La encabeza el presidenciable Domínguez, El Lindo Julián, titular de los Diputados. La comitiva incluye cuatro opositores admirablemente envueltos que participan de una “política de Estado”. Grandeza que explica a los próceres cotidianos del Billiken de la actualidad, que pretenden la utopía de influir, a esta altura, sobre los parlamentarios norteamericanos. Para que estos, a su vez, influyan favorablemente para la causa nacional, en la decisión de los 9 miembros de la Supreme Court. Se reúnen el próximo jueves 12. Para dar a conocer el fallo el lunes 16.

Tres escenarios

Tres escenarios deportivos se abren (o se cierran) para la posición.

1.- Que La Corte acepte el delirio de tratar el reclamo argentino (triunfo).

2.- Que lo rechace (derrota)

3.- Que se traslade la cuestión hacia la Procuración General. “El Solicitor General”, suerte de Gils Carbó. Del Tesoro (el empate más conveniente, para la estrategia del pedal).

“Lo más racional sería que se diera el segundo escenario, que la Corte no acepte tratarlo”, confirma la Garganta.

Pero en el Departamento de Estado parece producirse una ola positiva, de esperanza y de fe. Una manera de sciolismo internacional, destinado a evitar que Argentina se vaya de nuevo al descenso. Que caiga en el suspenso del “default”. Se percibe desde Sullivan, el piso, Encargado de Negocios, hasta Obama, la altura, El Keniano. Con doña Roberta Jacobson, en el intermedio, responsable del Área Sur. Una reacción destinada a eclipsar a Los Buitreros de Paul Singer, que suele bancar a los republicanos insensibles. Aunque también proliferan los demócratas lícitamente hartos de las letras tristes de nuestros reclamos. Útiles para la estrategia de la dilación.

Para La Doctora, la quiebra técnica, el default, sería una consecuencia indecorosa. Acompañada por Kicillof, El Gótico Genial, hasta aquí, La Doctora brindó expresivas señales. Muestras caras de cambios.

Al humillar a billetazos, por ejemplo, a los “titanes catalanes” de Repsol, que hicieron finalmente el negocio de su vida. Al cobrarle, de más, al moribundo que amenaza con recuperarse gracias a la Vaca Muerta.
O someter, también a billetazos feroces, a los decadentes miembros del Club de París. En un acuerdo secreto que no debe figurar en ninguna web. Con notables incrementos que se tragan, inadmisiblemente, los opositores siempre bien envueltos, de criterio frágil y de impotencia generalizada. Ampliaremos también.

Internas de abogados

Por los cuantiosos intereses en juego, con las respectivas especulaciones derivadas del precio de mercado de los bonos, la pugna interna por los abogados se volvió vibrante. Pudo percibirse cuando se filtró el memo confidencial del Estudio Cleary Gottlieb, enviado al filtradero del Ministerio de Economía. Un texto tan confidencial que apareció en simultáneo en el portal Seprin. Hubo quienes atribuyeron la maniobra a los hackers que se encuentran a sueldo de mister Singer, El Gran Buitrero. Pero también se registró la posible maldad de algún maligno de Economía, interesado en el recambio de los profesionales.

En aquel memo se detallaban las diversas acciones a seguir. Incluso hasta la conveniencia de entrar en default. Por supuesto, el ultraje a la confidencialidad fue aprovechada por Los Buitreros, que operaron de inmediato en Nueva York sobre el Juez Thomas Griesa, El Anthony Quinn de Notre Dame.

Trascendió, incluso, que hasta el propio Griesa se enterneció con semejante suspenso narrativo. No fuera cosa que estos argentinos pícaros, los deudores seriales, lo utilizaran otra vez como un plástico. A los efectos de producirle la condena del default que podía ser, en el fondo, el objetivo.

Entonces Griesa se obligó a distribuir valiums, para tranquilizar a las partes en conflicto.

A esta altura ya puede asegurarse que, aunque la Corte rechace el tratamiento, escenario dos, y ni siquiera se envíe el dossier hacia el Solicitor General, escenario tres, Argentina no se irá irremediablemente al descenso. Griesa llamará a negociar. Invitará al Estado argentino a ponerse de una vez.

Pese a que el estudio Cleary Gottlieb cuenta con el eficiente Jonathan Blackman, que se encuentra siempre preparado para lucirse en una gestión ante la Corte, la Argentina lo contrató nomás a Paul Clement. Fue el Procurador General de George Bush junior, en 2005, y antes fue el segundo de otro Procurador, Ted Olson.

Fue George Soros quien recomendó especialmente a Clement. En la entrevista personal que mantuvo con La Doctora, según nuestras fuentes, en septiembre pasado, durante la Asamblea General de Naciones Unidas.
En apariencia, Clement mantiene cierto ascendente sobre los miembros republicanos de la Corte.

Puede confiarse en que el doctor Clement consiga el traspaso hacia la Procuración. Le permitiría, a la Argentina, pedalear a los holdouts durante un par de meses, nunca menos de seis, como para terminar con los bonistas que se aferran a la cláusula Rufo. Los que ya cobraron con el canje anterior y pretenden, en el revoleo, volver a cobrar.

Con Clement la estrategia del pedal puede estirarse, con alguna respiración, hasta diciembre.

“Después vamos viendo”, confirma otra Garganta, habituada a la apasionante improvisación.

La Doctora y Menem, epílogos paralelos

Final de ciclos peronistas. Similitudes y diferencias.

Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

Para el desenlace de la historia sólo resta saber si el Scioli de 2015, en volumen político, va a superar al Duhalde de 1999.

En versión casi grotesca, quince años después se reitera otro final de ciclo peronista. Con el respectivo gobernador de la provincia de Buenos Aires, La Inviable, entregado al proyecto sucesorio.

Aquel Duhalde de 1999 mantuvo un clavado epílogo de derrota. Confirmó el maleficio esotérico de la gobernación. La condición de destino final, y no de mera escala intermedia, para una conquista de envergadura superior. Aunque ser un aceptable gobernador de Buenos Aires es tan dificultoso como ser un presidente eficaz.

Hoy Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, apuesta otra vez por la anulación de aquel designio que adquiere el carácter de fundamentada superstición. Con el objetivo de perforarlo. Sin repetir, en lo posible, el mal interrumpido de Antonio Cafiero, Oscar Alende, el propio Eduardo Duhalde, y tantos gobernadores que se propusieron después saltar hacia la presidencia. Para quedar colgado de los cables.

Sólo Duhalde, en cierto modo, alcanzó a quebrar el citado maleficio. Pero de un modo ultra-excepcional. Accidente previsible del sistema democrático.

 

Estilos imperiales

Acontece que aquel Menem del 99, o La Doctora de 2015, más allá de sus circunstancias, distaron de caracterizarse por producir continuidad.

Antes de destacarse como el Piloto de Tormentas (generadas), Duhalde logró imponer su candidatura. A pesar del escaso interés del presidente Menem, que invariablemente se iba.

Del mismo modo hoy Scioli, con suerte bastante relativa, trata de imponer la suya. A pesar del esmerilamiento cotidiano que le aplica La Doctora que -invariablemente- debe irse.

Consecuencia absoluta del estilo imperial para el ejercicio del poder. Típica del caudillismo peronista.

En la patología, el comportamiento de Menem parece unificarse con el que comparten Kirchner, El Furia, y La Doctora. Situados en las antípodas, en materia de ideología impostada. Del rumbo que, cada uno de ellos, le dio al peronismo, adaptable hasta el pragmatismo.

Por la inacción de sus conductores, el peronismo dejó de ser un Movimiento para transformarse, en los distintos periodos históricos, en un complemento apenas partidario. Un instrumento vacío para sacarlo a relucir en las vísperas de la competencia electoral.

Este Scioli de 2014 se muestra mucho más aferrado, en cierto modo, a los lineamientos compulsivos que baja La Doctora. Mientras aquel Duhalde, ya en 1998, plantaba diferenciaciones erróneas con el modo de empleo que bajaba Menem. Lujos que le facilitaron, en definitiva, la derrota.

En la previa de la campaña, Duhalde manifestaba claras disidencias con la política medular de Menem. Entonces pasaba por la Convertibilidad.

En cambio Scioli hoy se diferencia de La Doctora sobre todo en el estilo. En las formas que pulverizan el todo. Tiende más al consenso, a la cohesión, que a la confrontación, fenómeno que dejó de ser redituable.

Lo que atormenta a La Doctora, como lo atormentaba también a El Furia, en vida.

Sin embargo, al menos exteriormente, Scioli respalda cada una de las catastróficas políticas implementadas por el cristinismo que declina. Aún así, Scioli debe someterse a una especie de examen rutinario donde en general es aplazado. Con retos descalificatorios para cualquier dirigente normal. Pero que el personaje de la referencia ni los registra.

Como si las agresiones le resbalaran, el Milagro Scioli continúa, como si nada, con el atletismo positivista del Aire y del Sol.

 

Disolución en varias candidaturas

Otra diferencia sustancial de La Doctora de 2014 con aquel Menem de 1998 consiste en la perversidad de estimular precandidaturas, a los efectos de atenuar la postulación del gobernador de La Inviable Buenos Aires. Por peso prepotente de provincia, el gobernador siempre suele considerarse el candidato natural.

En algún momento Menem supo alentar al popular Palito Ortega (que fue rápidamente absorbido por Duhalde, que lo estampilló de vice). Y también hasta estableció alguna breve complicidad, a mediados de 1999, con la ambición recatada de Adolfo Rodríguez Saa, en una fórmula de literatura pendiente con Jorge Asís. Pero no pasó, por suerte, del amague.

En cambio La Doctora alienta la instalación de otras cuatro precandidaturas que sirven, en el fondo, para disolver con vaselina la postulación del gobernador de La Inviable.

Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta, catapultado por la potencia estructural de la Tía Doris. Domínguez, El Lindo Julián, con su tráfico admisible de francisquismo. O Florencio Randazzo, El Loco de la Florería. Cuesta mencionar también la carta de intención de Agustín Rossi, El Pollo de Milani.

Por lo que trasciende, semejante pluralidad que convoca a la abundancia de la oferta, no termina de conformar a muchos de los kirchneristas desasosegados de paladar negro. Los que más presienten la proximidad del final. Son los incondicionales que apostaron por la revolución imaginaria, que exhiben la conformidad hacia “las políticas públicas”.

Son los kirchneristas que no contiene Scioli. Los que renuevan las imágenes de la angustiosa soledad de aquellos menemistas que tampoco Duhalde podía contener.

 

Para salvar los trapos

“Nos vamos mal, no tenemos ningún candidato que nos represente”, confirma la Garganta K.

Como si se enfrentara, de pronto, a la desolación del fracaso prematuro.

Sin continuadores confiables, el kirchner-cristinismo se desvanece con celeridad. Persiste la tierra arrasada, y a los adeptos incondicionales les queda el consuelo de dedicarse a una suerte de resistencia, a los efectos de lograr el regreso triunfal de La Doctora. En 2019. El regreso que Menem no pudo consolidar en 2003.

Se explica que La Doctora, antes de partir, planifique ilusoriamente el regreso con gloria. Para aproximarse a semejante objetivo, La Doctora impone que los presidenciables del diluido Frente para La Victoria lleven la misma lista de diputados. Seleccionados, por supuesto, por ella. Por la próxima jefa de la oposición. Para oponerse a Macri, El Niño Cincuentón, o a Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia. Y también, por qué no, para oponerse, llegado el caso, a Milagro Scioli. Si no consigue desmoronarlo antes. Con estampillas y condicionamientos.

Los kirchneristas huérfanos de paladar negro también saben que, a medida que pasen los meses, y que se acorte el duro momento de la despedida, a La Doctora le será más difícil asegurarse el rol de la conducción. Y como ni los contiene Urribarri, que se dispone frontalmente a comprar -llave en mano- el kirchnerismo, en su versión cristinista, en el estado (piadoso) en que se encuentra. A pesar de la magnitud desgastante de Lázaro, El Resucitado, y del clavel inerte de Boudou, El Descuidista.

Urribarri compra la mercadería en bloque y en pie. Pero no logra entusiasmarlos.

Tampoco, hasta hoy, los contiene Domínguez, El Lindo Julián. Ayudado, en su caso, con su densidad espiritual, y por saberse depositario de la esperanza de determinados kirchneristas históricos como Eduardo Valdés, cada vez más privilegiado por La Doctora, por Carlos Kunkel, El Bataclano, Pepe Albistur y sus cartelones. Por su parte Rossi aún no encuentra ningún perfil y mantiene el discurso extraviado. Tampoco los contiene Randazzo, aunque suene, en este caso, a obcecación que deriva en injusticia. Como con Scioli, que bancó la totalidad de los arrebatos y aún no lo aprueban.

La última esperanza que les queda a los nostálgicos peronistas de la izquierda, que se encuadraron en el kirchnerismo, como a tantos buscapinas independientes que se referencian en Unidos y Organizados, es que se presente la candidatura de Jorge Taiana, El Inadvertido. Aunque sea meramente testimonial. “Para salvar los trapos”.

 

Soledades comparadas

La soledad de Menem, en el último año del poder, después de haberse desvanecido el intento equivocado de la re/reelección, contuvo la mansedumbre lenta y triste de alguien resignado, que no quería despedirse. Fue menos patética, en realidad, que la soledad de La Doctora. Después de haberse derrumbado el sueño de la Cristina Eterna. La pedantería del “ir por todo”.

La Doctora contempla el universo como si la humanidad siempre estuviera en deuda con la magnitud de su obra. Hostiga cuando puede a Scioli, ya de manera casi deportiva, como si fuera un comodín. La pobre cada vez habla con menos elegidos. La mayoría de sus funcionarios pueden verla para aplaudirla en los actos ya menos convincentes. Y su mecanismo de consulta y de toma de decisiones se encuentra cada vez más acotado.

Sobre el final, Menem pasaba largas horas de golf. O pensativo, solo, en Olivos, mientras tal vez Alberto Kohan, Jorge Rodríguez y Carlos Corach se encargaban de las tareas administrativamente rutinarias del gobierno que partía.

En cambio, en la plena crueldad de la etapa lazarista, La Doctora inicia sus consultas con Máximo, En El Nombre del Hijo, para terminarlas, según nuestras fuentes, en el propio Máximo.

Entre ambas terminales pasa el inmanente Carlos Zannini, El Cenador, acaso el próximo integrante de la Corte Suprema, a los efectos de encargarse de atajarle los penales posibles que se vendrán desde el lado de la Justicia. En medio de la peste de transparencia, de la epidemia de moralidad que vaticina el portal, de los bacilos de decencia que irreparablemente van a apoderarse de la Argentina.

Después de Zannini es el turno de De Pedro, El Wado, el instrumentador discreto y de criterio, que hizo un curso acelerado de resolución de problemas. Después probablemente, la consulta roce a Kicillof, El Gótico, al que considera genial y casi la arrastra, con desenfado y cierta jactancia, hacia el pantano. Para concluir el ciclo decisorio exactamente donde se inició. En Máximo. Sin que ningún exponente de la sociedad pueda imaginar, siquiera, el motivo. Para ocupar semejante rol, el muchacho debe ser necesariamente idóneo, certeramente eficaz. De una sabiduría conmovedora. La sociedad merecería descubrir, acaso, las claves secretas de tan invalorables atributos.

Oberdán Rocamora

para JorgeAsisDigital.com