Como el menemismo antes de Cavallo

Macri no tiene los amigos que tenía Carlos Pellegrini

Especial para JorgeAsísDigital

El Tercer Gobierno Radical, que preside Mauricio Macri, hoy se encuentra como el menemismo antes de la llegada de Domingo Cavallo al ministerio de Economía. Avanza a los tanteos graduales. O se estanca. Amaga con los ajustes mientras ajusta. Se contradice. “Es un caballo de boca fácil, sintetiza la Garganta. “Se lo tironea un poquito y ya afloja”.

Como en aquel lapso inicial del minué menemista. Danzado por el infortunado Roig, por Rapanelli o Herman González. Cuando la Argentina en banda tenía muchos activos para liquidar.

“Se necesita una firme conducción política, que falta”, confirma otra Garganta. “Una mano  transformadora para implementar el plan económico. Y un guapo para pelear por los precios”. Como si se invocara la necesidad de que Macri se coloque la máscara molesta de Carlos Menem.

Que Alfonso Prat Gay se olvide de los agradables paseos por la playa con la atractiva señora Donda y con el calvo Tumini, y se atreva, con el permiso resignado de Macri, a cumplir el rol de otro Cavallo.

Y que consigan, de alguna parte, un epígono presentable de Guillermo Moreno. Un guapo racional, en condiciones de enfrentar a los comerciantes que se lanzan al orgiástico festival de las remarcaciones.

La realidad de la ficción

“Macri me cae bien, te juro, pero la guita cada vez me alcanza menos”.

La Garganta complementa: “Detestaba escucharla por cadena nacional, pero con Cristina comía afuera una vez por semana. Iba al cine, compraba ropa, podía cambiar el auto”.

Ficción, pero “la década ganada” le duró doce años.

¿Acaso a la Garganta no le correspondía socialmente comer tanto afuera o veranear? “Si fue ficción que viva entonces la ficción. Me c… en la realidad. Metete la realidad en el…”.

Es como la ficción del dólar con Menem, aquel uno a uno con el peso. “En los noventa pude irme a Miami, comer atún español, y hasta ahorré en verdes”.

¿Para qué arrastrar al pueblo hacia la realidad? Como sostiene el artista Daniel Santoro “el peronismo te brinda siempre satisfacciones rápidas”.

Bala de plata

Es comprensible que, en su rostro, el presidente del Tercer Gobierno Radical muestre señales prematuras de amarga preocupación. De seguir así, en un par de años, nuestro jovial Freddie Mercury se parecerá más al rígido Mariscal Pétain.

Según la evaluación, en lo que resta de 2016, difícilmente podrá darse alguna buena noticia. Y probablemente hasta resulten perjudiciales las fotografías familiares que aluden a la felicidad (atención Marquitos con la política de comunicación).

Se necesita la emergencia de un Caso Stiuso semanal para atenuar el impacto de los aumentos.

Tanto entre la dirigencia, como entre los dirigidos, hoy nadie puede bancar el axioma “sangre, sudor y lágrimas”. Aquí nadie quiere poner ni una gota de sangre. Hay que sudar lo menos posible y llorar es un acto inútil.

No hay lugar, siquiera, para remitirse a la “economía de guerra”. La que se atrevió a pregonar Raúl Alfonsín. Cuando el país aún estaba entero, durante el primer gobierno radical (de la versión democrática iniciada en 1983).

A lo sumo queda alguna iniciativa para descargar las culpas en el gobierno anterior. Una catarsis gratuita. Para respirar un par de meses con el efecto desastrosamente comparativo. Pero es una onda que lamentablemente se gasta.

Es una bala de plata que ya se disparó en el discurso del 1° de marzo, tal como lo reclamaban La Nación y Clarín. Son los que mandan a Macri al frente, junto a la extraordinaria conjunción de Buscapinas. (Es de esperar que no vayan a dejarlo a Macri, en la primera de cambio, solo).

La utopía de la normalidad

Sin embargo hoy ya puede proclamarse con relativo orgullo: “Pagaremos a los Buitres, los humillaremos a billetazos”.

Como humillamos oportunamente, con Axel Kicillof, a los billetazos, a los burócratas del Club de París. O como los tapamos con billetes a los españoles de Repsol. O como heroicamente supo humillar Kirchner, con la valentía de los billetazos, al Fondo Monetario Internacional, que pretendía auditarnos.

Aquí nada, en lo inmediato, va a cambiar. Sólo la vida se pondrá más grave. Y habrá que reducirse, porque la financiación para el resurgimiento no aparece.

Habrá que endeudarse para pagar las deudas. Para lograr que vuelvan a prestarnos y continuar con la cadena interminable de equivocaciones. Y sin ninguna idea. Ni siquiera mala.

Abundan las palmaditas y los reconocimientos hacia Macri, pero ningún argentino va a arriesgar la conservación de su canuto. Mejor activar el mecanismo de la espera.

Aunque llegue un presidente del exterior por semana. De los que admiten la ilusión de creer -como en los 90- que el mundo vuelve a tenernos en cuenta.

Deben valorarse los logros ya mostrados del Tercer Gobierno Radical. Sus medidas sustanciales. La salida del cepo (que al final resultó que era una soguita). Y el arreglo en camino con los holdouts. Con los Buitres que perfectamente pudo haberse arreglado antes.

La utopía de la normalidad está cada vez más cerca.

“Estamos de acuerdo en que había que levantar el cepo y arreglar con los Buitres”, dijo un gobernador peronista, Insfrán, en la reunión del Consejo Federal de Inversiones. “No entiendo entonces por qué no lo hicimos nosotros. Tal vez porque alguien no quería que ganara el peronismo”.

La montaña de inversiones que se alucinaba no existe. Meros arrebatos orales de la inocencia.

Con suerte, con pulso firme, entre la recesión instalada, puede aguardarse alguna alegría auspiciosa para el segundo trimestre de 2017. Año -para colmo- electoral. Cuando Massa, máximo dador involuntario de gobernabilidad, los va a contemplar con menor simpatía.

Canutos

“Aquí no aparecen los amigos de Carlos Pellegrini”.

La Garganta alude al episodio de 1890. Con Juárez Celman como presidente renunciado. El país se encontraba al borde de lo que hoy se llama “default”. Y el vicepresidente Carlos Pellegrini no estaba dispuesto a administrar el país quebrado. Para asumir, recurrió al patriotismo de los amigos. Otros tiempos. Los amigos pusieron.

Por más que Macri se exceda en sus concesiones, en las retenciones, aquí ni los petroleros, ni los cosechadores, ni los comerciantes o los financistas van a poner ninguna moneda.

Menos en nombre del manoseado patriotismo. Valores de antes, superados.

Ninguno de los cientos de miles de holgados que se salvaron va a recurrir al canuto individual para aliviar el peso de la desgracia colectiva.

Aunque si Macri, como se dice, gobernara de verdad para los ricos, y mantuviera algún liderazgo real, no debería costarle mucho conseguir, sin ir más lejos, cien mil argentinos, en condiciones de anticiparle mil miserables dólares cada uno. Como adelanto del pago de próximos impuestos.

Y si Macri sigue el ejemplo de Carlos Pellegrini y logra juntar las cabezas de 10 mil holgados de verdad, en condiciones de adelantar 5 mil dólares cada uno, podría armarse otra vaquita, en efectivo. Hagan cuentas.

Con los amigos de Macri podría reiterarse aquella hazaña moral de los amigos de Pellegrini. Apenas faltaría, en todo caso, algo que según nuestras fuentes no existe. Un plan económico elemental.

Pre-cavallismo

El Tercer Gobierno Radical de Macri necesita amigos como los de Carlos Pellegrini para que no se le consuman aceleradamente los leños de las adhesiones. Y evitar que el fuego derive, en todo caso, en la crisis social que algunos creen percibir en el horizonte. Pesadilla que de ningún modo puede atenuarse con los agravios inútiles a la memoria del cristinismo.

Al cierre del despacho, se desconoce si Alfonso Prat Gay tiene las condiciones para ser como aquel Cavallo que hoy falta en la Argentina. O si se conforma con el objetivo plácido de ser el próximo canciller. Para fastidio de Marquitos.

Por ahora, Prat Gay cuida sus pasos. Hace buena letra, simula el elitismo pasional que lo retrasa. Evita los celos potenciales de Marquitos y contiene la proyección que irritaría al propio Macri, quien no suele compartir cartel.

Ya alejado de la señora Donda y del calvo Tumini, hoy Prat Gay participa de las reuniones de rutina con lo más nutritivo del equipo político, que paradójicamente no muestra grandes signos de fortaleza. Más bien, de bienintencionada liviandad.

Con Rogelio Frigerio, cada vez más parecido al abuelo homónimo. Con Emilio Monzó, el único que al menos sabe armar un mecano. Con Marquitos y hasta con el Mariscal Pétain, que siente la ausencia cotidiana del emancipado Horacio Rodríguez Larreta, hoy un ostensible cuentapropista.

Todos con deseos de hacer lo mejor posible su trabajo. Sumidos en el juego extrañamente gradualista del pre-cavallismo. Pero sin sombras, siquiera, de un Cavallo.

Mientras tanto, los voluntariosos que vivían exactamente hartos del énfasis de La Doctora, y se entregaron a la blancura gestual de Macri, sienten que el dinero se les desvanece. Persisten entre reducciones y temen al encender la luz. Para colmo no aparecen los buenos amigos de Pellegrini. Ni nadie los busca. Aunque se perfile, invariablemente, el crecimiento del malhumor. El temor a una crisis que desborde a la señora Stanley. Ya que no hay manera de crear un solo empleo. Ni de evitar que cotidianamente cesen los puestos de trabajo, o que tristemente desaparezcan. Cuando ya ningún ministro puede competir, en eficiencia y mérito, para demostrar quién echa más cientos de ñoquis. Por las maldiciones de la caprichosa realidad que suele despojarnos de los placeres de la ficción.

Sólo tres en la pantalla

El Fenómeno Insaurralde-Jesica y la competencia para seducir radicales

 

Sobre Informe de Consultora Oximoron

Redacción final Carolina Mantegari, especial para JorgeAsísDigital

 

Introducción

La construcción del buitre

Mauricio se opone de entrada. Siempre listo como boy scout Daniel apoya. Sergio opta primero por la cautela y luego también se opone.

El episodio sirve para marcar diferencias entre los tres exclusivos protagonistas de la gran pantalla.

Son los que ocupan la centralidad. Pese a los innumerables participantes que pretenden colarse, con lícito derecho, en la fotografía.

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¿Ubi est nostram? (¿dónde está la nuestra?)

LA POLÍTICA SWINGER (II): Macri con Sanz, De la Sota con Massa. Mientras se lanza El Lindo Julián.

El armado de las parejitas, en el club de la “política swinger” prosigue con su obscenidad aceptable. Casi inofensiva.
Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, se muestra, en la selectiva universidad, con Ernesto Sanz, La Eterna Esperanza Blanca.
Mientras tanto José De la Sota, El Cordobés Profesional, trata de acercarse a Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia. Pero también le guiña un ojo a Macri. Como si lo cabeceara, para danzar.
Por su parte Eduardo Duhalde, El Piloto de las Tormentas (generadas) insiste, con suerte relativa, en su condición de Celestino. Para que vuelvan a rozarse Massa y Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol.

Macri-Sanz

Por el tenor de las complicidades, el entendimiento entre Macri y Sanz parece estar, según nuestras fuentes, cerrado.
Sería un logro de Emilio Monzó, El Diseñador, por el cual brega desde hace meses. Con argumentos pacientemente seductores, hacia los radicales necesitados de un buen candidato que sea nutritivo para su aparato (que el portal prefiere denominar esqueleto).
La componenda induce a la alianza natural entre el esqueleto que no tiene una cabeza convincente (La Unión Cívica Radical), con la gran cabeza (Macri) que carece del elemental esqueleto.
La fusión representa la manera casi ideal de armarse para enfrentar al culpable peronismo en una segunda vuelta. Con posibilidades de triunfo.
Si gana, Macri podría nacionalizar la festiva ceremonia del bailecito. “No me arrepiento de este amor”. Y hacer, del país entero, una interminable vía rápida, como en la avenida 9 de Julio.
Aquí el radicalismo centenario podría incorporarle su fibra al esqueleto. Pero recargarse con infinidad de legisladores e intendencias. A los efectos de reciclarse.
Si pierde, Macri podría dedicarse a disfrutar de la tranquilidad de su familia. De Antonia. A comprobar -en fin- la veracidad de otra sentencia clásica de Vernet, el filósofo positivista de Rosario. Reza:
“Cuando un político dice que quiere disfrutar de su familia es porque lo cagaron”.
En cambio los radicales, si pierden, se quedan con el aparato renovado. Recargado y en condiciones de ponerlo a disposición de una cabeza propia. La del promovido Sanz.
Más problemática resulta la posibilidad de entregárselo a Cobos, El Cleto No Positivo. A quien no le perdonan haberse ido en 2007 con Kirchner, El Furia.
Aunque nadie en el radicalismo está en condiciones de perdonar a nadie, menos después de haber apoyado, en 2007, al peronista Roberto Lavagna, La Esfinge. O que El Alfonsinito haya pactado, en 2011, con Francisco de Narváez, El Caudillo Popular.
Consta también, en el boliche swinger, la suave ironía de Sanz. Cuando prefiere alterar los términos de la fórmula para proponer Sanz-Macri. Hasta el cierre del despacho nadie registra esa posibilidad.
El amontonamiento de FAUNEN, de darse la fórmula pragmática Macri-Sanz, nació seguramente partido.
Los mormones del socialismo, y los buscapinas de la izquierda, tienen ganas de ganar. Pero consideran que es muy alto el precio de ganar con la escafandra de Macri. Al que consideran de derecha. Aunque Mauricio ya no sabe qué hacer para que los progresistas lo acepten como un par. Como si fuera otro Alfonso Prat Gay, El Amalito.
Pero abundan los extendidos límites morales que entienden que Macri representa una frontera que los dignos no deben cruzar. Para cuidar la identidad, y poder dirigirse tranquilos a la emisión de Maxi Montenegro, sin objeciones de conciencia. Como por ejemplo Fernando Solanas, El Dirigente Universitario, que está abonado.
O el propio Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto, al que quieren recluirlo en Santa Fe, donde los radicales se aferran también al presupuesto.
Trasciende, aparte, que de existir un gran arreglo con Macri, la cabeza de Del Sel no será entregada como parte de pago. La alianza puede ser por la presidencia, pero con las manos libres en materia de gobernación.
Por supuesto, si se hostiga el arreglo hasta evitarlo, y Macri y Sanz van previsiblemente por su lado, se facilita la permanencia del peronismo. En cualquiera de sus dos vertientes, Franja de Massa o Milagro-Scioli, podría entonces resolverse el conflicto de manera natural. Con los peronistas en el gobierno que brindan la ventaja de tener identificado al culpable de todas las desgracias.

Cordobecismos

Por su parte De la Sota también está con la caña al borde del dique. Nada quiere saber con ser de nuevo gobernador de Córdoba (como quieren conformarlo a Cobos en Mendoza). Ni conformarse con la parsimonia de la senaduría (que es lo que ambicionan capturar para siempre Reutemann, Rodríguez Saa y Romero).
El Cordobés Profesional confirma que está para presidente o para disfrutar de la familia. Para comprobar la veracidad del Teorema de Vernet.
Como no quiere quedarse solo en el boliche swinger, después de haberle dado la espalda al vegetalismo peronista, De la Sota plantea una interna en las PASO con Massa. Y en un arranque de astucia cordobecista lo incluye también al propio Macri.
A Massa, en principio, le convendría, ya que necesita ganarle a alguien, a los efectos de no perder meses de presencia electoral. Pero también le asusta porque la jugada es proclive a la perversidad de las operaciones. Y a lo mejor De la Sota hasta le puede ganar, y dejarlo afuera. No olvidar que De la Sota no es un bocadito tierno, como Insaurralde.
Tal vez Massa hubiera preferido encarar una interna con Adolfo Rodríguez Saa. Pero los habitantes del Estado Libre Asociado de San Luis son lo suficientemente pícaros como para cobrar muy cara una “interna para perderla”.
“¿Cuál es la nuestra?”, confirma la Garganta, como si le preguntara, en latín “¿ubi est nostram?”. ¿Dónde está la mía?

El Lindo Julián

Alejado del boliche swinger, por sus preceptos católicos y su tradicional monogamia, el que se largó es Domínguez, El Lindo Julián. Sin poder entrar aún en ninguna pantalla, ni siquiera en una selfie.
Con un sistema inverso, desde abajo hacia arriba. El Lindo Julián arrancó con una comida con diez amigos, y les pidió a cada uno que, para la próxima comilona, cada uno llevara otros diez (que pagara su propia cuenta). A la segunda fueron casi cien los comensales. Volvió a repetir el mecanismo hasta alcanzar un núcleo fundador de hierro, Casi 800 buscapinas julianistas se disponen a acompañarlo. Para tratar de mantener mojadas las medialunas, que consumen desde hace años, sin pausas de relajación.
El Lindo Julián mantiene, como proyecto movilizador, la idea del alfonsinismo. Trasladar la capital hacia Santiago del Estero. Sería un enorme alivio para los porteños.
Lo acompañan los patriotas que mantienen los pies adentro del plato del Partido Justicialista Vegetal. Kunkel, Díaz Bancalari, la señora Bielsa, Eduardo Valdés, Calcagno y Oporto.
Como la mayoría de los postulantes del vegetalismo, El Lindo Julián tiene su fotografía en los paredones, con el inquilino de la Nueva Puerta de Hierro, El Vaticano.
Un Francisco que, con la interna peronista, en el fondo, según nuestras fuentes, se divierte.

Oberdán Rocamora

Romance del Mauricio y La Doctora

Escribe Oberdán Rocamora

Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

 

En blanco y negro, El Romance del Aniceto y La Francisca es de los films más logrados de Leonardo Favio, el ingenio que nos falta. Se lo evoca apenas como punto de partida para tratar la enternecedora relación vecinal de La Doctora -lejos de ser la María Vaner de La Francisca- con Mauricio, El Niño Cincuentón, que poco tiene del Federico Luppi que hacía de Aniceto.

El romance político de Mauricio y La Doctora irrita por igual a los sensibles radicales -como Gerardo Morales, El Milagritos- y a los massistas ambiciosos como Darío Giustozzi, El Habitante Eterno del Cable.

Algo despechados, ellos creen asistir a las derivaciones graves de un pacto. Al contrario, la relación del Mauricio y La Doctora es, según nuestras fuentes, perfectamente cándida, platónica, casi naif. Aunque impregna de ternura la política swinger del sustancial 2014.

El entremés romántico, hasta hace tres días, era sólo telefónico. Aporta una tensión reconfortante a la parsimonia achanchada de Daniel, Mauricio y Sergio (cliquear). Consagrada miniserie del Portal que atraviesa la segunda época de sucesos.

El idilio facilita la convivencia. Atenúa los ataques devastadores del “anibalismo”. Posibilita la resolución de los temas pendientes entre los vecinos cordiales. Conversaciones que rozaban la problemática municipal. Con la idea de resolver los conflictos. Desde arriba se instruyen las soluciones, para que tres funcionarios casi familiares las concreten desde abajo. Viejos conocidos de la provincia de Buenos Aires, La Inviable.

Son Eduardo De Pedro, El Wado, y Florencio Randazzo, El Loco de la Florería, por parte de La Doctora. Y Emilio Monzó, El Diseñador, por el costado de Mauricio.

Desfila desde la culminación del tramo de la autopista hasta el traslado del jarrón chino del monumento a Cristóbal Colón.

Sin embargo la comunicación dejó de ser exclusivamente por telefonía celular. Fue La Doctora quien blanqueó el encuentro privado del primer tipo. El que debía mantenerse en el secreto.

Entonces Mauricio quedó como el “alma del bandoneón”. En “orsay”. Como en el tango.

 

Problemática nacional

Al adelantarse, La Doctora lo dejó a Mauricio fuera de juego. Como un caballero sin memoria, El Niño Cincuentón se bancó la desubicación. Como lo tratado sólo lo saben los dos, crecieron las especulaciones que aluden a la marcada preferencia de La Doctora. Para que Mauricio sea El Sucesor, en desmedro de El Enemigo, o sea Sergio, Titular de La Franja de Massa, y de El Esmerilado, Daniel, Líder de la Línea Aire y Sol (leer “El Enemigo, El Sucesor y El Esmerilado”).

El encuentro furtivo de los epígonos del Aniceto y La Francisca marca, pese al secreto, algunos cambios notorios. Es la primera vez que Mauricio se atreve a plantearle a La Doctora problemas nacionales. Nada tienen que ver con el erotismo municipal. Por ejemplo liberar las obstrucciones a la exportación de trigo. O colocar, en el momento cumbre del romance, la problemática que alude a una palabra que nunca debiera pronunciar un festejante educado. Inflación.

Ante el cambio del panorama, las segundas líneas de ambos gobiernos se esmeran en ostentar la obediencia. A creer que, entre los perversos tortolitos, está todo arreglado. Y que el mito bacheletiano (cliquear) de La Doctora puede convertirse en realidad. Por interesado amor, Mauricio se presta entonces para ser el Piñera que La Doctora necesita, para volver. Aunque aún ni remotamente piense en irse. Quedan alternativas. Ampliaremos.

No obstante, el idilio presenta sus incómodos inconvenientes para uno de los amantes. El varón. En el plano, sobre todo, electoral. Ya que el opositor duro que abunda, y que se siente representado en El Niño Cincuentón, sueña tiernamente con verla presa a La Doctora. La pobre, de pronto, pasa a transformarse en otro jarrón chino. Como el monumento a Colón.

¿Dónde poner a La Doctora? ¿Cómo desconocer el poder que aún detenta? En franca declinación. En el esplendor de la etapa lazarista del cristinismo. Pero con la botonera a su disposición, durante otros 17 meses. La Doctora va a utilizar la temible botonera hasta el último día. Y más aún.

 

El deporte de tirarse con La Doctora

Preguntas similares surgen también en el airesolismo sciolista. En medio de la trampera, Daniel, El Milagroso, tiene que esforzarse, primero, en conseguir el apoyo imposible de La Doctora.

Ella duerme poco sólo para disponer de más tiempo despierta. Para esmerilarlo.

Pero Daniel mantiene la potencia optimista del milagro. Y merced a la ideología del vitalismo va a ser el candidato (cercado) de La Doctora.

Por lo tanto el positivista tendrá que esmerarse después para lograr que el apoyo de La Doctora no lo sepulte. Para que no le espante a los hartos de las capas medias, que la detestan con énfasis. Y que, si aún respetan al Milagro Scioli, es porque El Milagroso se las ingenia, a pesar de todo, para diferenciarse.

El Aire y Sol trasciende en un extraño laberinto. No es como los que inexorablemente deben apoyarlo. Ellos prefieren, de entrada, apoyarlo a Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta, que compra cristinismo en pie. Entero. A ciegas y llave en mano. Nada tiene para perder, en definitiva.

Con los que quieren a La Doctora, en cambio, a Daniel no le alcanza para ganar nada. Aparte, para habilitarlo como el candidato “del espacio”, La Doctora le va a pegar otra estampilla como vice. Un nuevo Mariotto. Y va a llenarle la canasta de diputados. Que es precisamente lo que necesita La Doctora para hacerse la jefa de la oposición a Mauricio. Y perseguir los pasos de la señora Michelle Bachelet.

Tirarse con La Doctora amenaza con convertirse en un deporte de riesgo.

De los tres, quien menos padece ese furioso deporte es Sergio. Al escogerlo como El Enemigo, La Doctora lo purifica a Sergio ante los independientes hartos. Lo construye entonces como El Renovador. Así renueve, probablemente, la Permanencia.

 

Juan Manuel, Florencio y el Tío José

¿Habrá lugar para un cuarto personaje en la miniserie?

Pudo haber sido Milton Capitanich, El Premier, pero El Montenegrino Denso se derritió enseguida.

Parece postularse Juan Manuel Urtubey, El Bello Otero, que suele hacerse el tonto con inapelable idoneidad.

Al amparo del agotamiento posible del trío, el planteo de Urtubey, según nuestras fuentes, deriva en una jugada combinada, con obstáculos. Quiere asegurarse otros cuatro años como gobernador de Salta. Debe ganarle en abril de 2015 a Juan Carlos Romero, El Desperdiciado, que adhiere a La Franja de Massa. Con el territorio asegurado, Urtubey planifica saltar después hacia la carrera nacional. Nada tonta la ambición.

Pero el obstáculo de Urtubey no es solo Romero. Es el creciente Partido Obrero, que va por el control de Salta, La Troska.

Otro que amaga es Randazzo, El Loco de la Florería. Para diferenciarse, El Loco no estuvo presente en la kermesse del Mercado Central, organizada por el cristinismo duro de circuito cerrado, para lucimiento alucinante de Zannini, El Cenador, que se equivocó de década y habló como si fuera Agustín Tosco.

La Doctora, que en el fondo nunca lo quiso a Randazzo, según nuestras fuentes, lo amonestó. Pero El Loco es el único islote del archipiélago cristinista que funciona solo. Sostenido por documentos de identidad que sella, o por los vagones chinos que atenúan el escándalo por los vagones chatarra comprados en Portugal.

Los camporistas tampoco lo quieren. Aunque Máximo, con frecuencia, lo llama. Por ejemplo para ordenarle, según nuestras fuentes, que vaya a cerrar un acto en Córdoba. Contra José Manuel De la Sota, El Cordobés Profesional, que hoy figura en la miniserie como el complementario Tío José.

La felicidad aplicada a la política

DANIEL, MAURICIO Y SERGIO III: El macricaputismo. Entre Dale Carnegie, la meditación y Sir Bertrand Russell.

escribe Carolina Mantegari

Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, Jefe de Gobierno del Artificio Autónomo -máxima expresión del macricaputismo- se muestra contagiosamente feliz.
Tiene la vida abrochada. Planifica retirarse de la política en diez años. A los 64.
La asignatura pendiente -la única que le queda- es ser el presidente de la república.
Es la ambición lícita que comparte con los compañeros de la miniserie.
Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol I, y Sergio Massa, La Rata del Tigre, Aire y Sol II.
Ahora, a los 54, Mauricio se encuentra en perfecta sintonía con su historia. Se ve que disfruta, aparte, del presente.
Se le debe creer cuando confirma que está muy bien con su familia. Conforme con su cuerpo (hace 40 minutos de caminata diaria).
Explora discretamente los márgenes trillados del budismo. Para el circuito interior, la vaguedad que solía explotarse antes como “lo espiritual”. Con aquellos mantras colectivos -o con frecuencia individuales- que aportaron los sucesivos divulgadores que instalaron la trascendencia necesaria de la meditación. Un sistema de furtiva relajación que se trasplanta desde la lentitud del Tibet, para el consumo rápido de las grandes capitales.

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