Evitar otro fracaso de la virtud

Macri, el bronce, y las ilusiones de la Argentina blanca

escribe Carolina Mantegari

Macri -o El Mauri- va razonablemente por el bronce.
Confirma que quiere “gobernar para todos”. En especial “para los que menos tienen”. Se impone creerle.
Sin embargo, entre los fastos puntuales del traspaso, pudo percibirse que el corte es transversal.
Es social, es económico, pero sobre todo es cultural (entonces el director le encarga el artículo de sociología cotidiana a esta cronista).

Gente linda, contenta y blanca

Toda gente linda. “Gente como uno”. Tanto adentro como afuera.
Movilizada por sus propios medios. Sin necesidad de alquilar micros. Sin distribución de choripanes.
Gente en general bien vestida, contenta y blanca.
Sin presencias de pobres. De desposeídos. Sin un morochito -siquiera- para disimular. Revisar material gráfico y filmografías.

Los cristinistas se enojaron cuando se les dijo, desde aquí, que un gobierno no podía sostenerse con el apoyo exclusivo de los que sacan.
Y enfrentado, para colmo, a los que ponen. Los sutiles ciudadanos silenciosos que pagan impuestos, terapias, consumen pasajes, prepagas, y mueven la economía. Aunque no inviertan. Por desconfianza.
Son los entusiastas que protagonizaron las ceremonias colectivas de los cacerolazos. En España, con mucha menos concentración de multitudes, sus promotores crearon Podemos. Hoy disputan el poder. Aquí, en cambio, sus promotores, los ingeniosos programadores de la improvisación, consiguieron, a lo sumo, empleos como prenseros. Y fatigan las redes sociales.
Hoy todo cambió. El mecanismo es a la inversa. Gobierna la algarabía de los que ponen, y a lo mejor por la confianza en Mauri pueden invertir alguna parte, aunque sea ínfima, del “canuto”. A pesar que El Mauri, en su tránsito hacia el bronce, mantiene intenciones de favorecer a los que sacan. Cambiarles la vida para que no necesiten sacar más.
Ripioso camino el del bronce. Con precipicios a los costados.

Lo importante es que la Argentina blanca disfruta de su fiesta postergada. De su “esperanza”. Del contagioso optimismo que se transmite, en circuito cerrado. Del reencuentro con las ilusiones que se suponían irrecuperablemente extraviadas.
Por la certeza de disponer de un gobierno que la representa. Y que se propone trascender (es la idea fija del bronce).
Con la incorporación del desplazado a la alegría colectiva. Para que aparezca, al menos de refilón, en la foto actual.

El fracaso de la virtud

Eufóricos transgresores blancos se fotografiaron burlonamente con “las patas en la fuente” de una plaza. No fue en la Plaza de Mayo. Como en la evocación del poema de Alfredo Carlino. O de Leónidas Lamborghini.
Pero el efecto buscado se logra: consiste en burlarse del peronismo -por fin- vencido.

Abundan los leñadores de árboles caídos. Como otros transgresores que prefieren discutir si La Doctora se vuelve a Santa Cruz en clase turística, o en exclusiva. O si el pasaje entero estuvo reservado para la militancia, para evitar sorpresas, abucheos. Como el abucheo que se divulga con más entusiasmo. Es un video de 30 segundos, donde se puede ver a osados vecinos de Recoleta, honorablemente irritados, bien curtidos con experiencias en aquellos cacerolazos.
Le gritan a coro “¡Chorra, chorra!”.
Conste que fueron años de rencor sigilosamente acumulado.
La presencia de La Doctora, en aquel rincón elegante de Juncal, ya no es bienvenida. Como cuando la aceptaban.
Entonces La Doctora criticaba a Menem en los canales de cable. Y las señoras que viajaban a Miami sin visa se encontraban oportunamente hartas de la cultura menemista. Ya “no garpaba”. Coincidían esos sentimientos con las posiciones de La Doctora. Por lo tanto era una peronista perdonable, presentable, hasta simpática. Como Bárbaro lo es hoy. Un peronista perdonablemente pintoresco que entretiene.

Los venerables vecinos, inoculados por la pasión del neogorilismo, liberan el resentimiento contenido. Pero desconocen, en simultáneo, la importancia energética que transfieren. La representación del Mal.
Y aquí se equivocan los vecinos enfurecidos porque el Mal, a la larga, atrae. Sobre todo porque lo que siempre fracasó, en la Argentina, es la virtud.
No sin razón, en la más ajustada de sus versiones, el peronismo es catalogado como el “fenómeno maldito del país burgués”. John William Cooke. Alguien para colmo muy leído, en los 70, por Jaime Durán Barba.

Cierto intelectual, un desaprensivo “ideólogo de la barbarie”, después del nuevo fracaso de los virtuosos, dijo:
“¿Qué m… pasa en este país para que nosotros, que somos lo peor que hay -repito, lo peor que hay- tengamos la obligación moral de resolver todos los problemas de esta sociedad?”.
El gran drama en la Argentina no lo produce la presencia del Mal. Sí suele producirlo el fracaso de la Virtud. El verdadero desafío de Macri y sus gerentes consiste en evitar otro fracaso de la virtud.

Aceleraciones, excitaciones

Los kirchneristas también se enojan cuando se les dice, desde aquí, que instalaron una Revolución Imaginaria. Que pese a la recitación de los adelantos sociales, la marginalidad es más grave que en el 2001 (cliquear).
Para colmo la marginalidad también está acelerada. Excitada por la fantasía de la inclusión. Por la creencia que el gobierno (popular) les pertenecía.
Una marginalidad franeleada por la fábula de la inclusión. Mientras, en la práctica, se los excluye. O a lo sumo sólo se los contiene.
Por lo tanto los pobres, los morenitos, los desposeídos, nada tienen que celebrar entre los fastos del cambio.
Los excitados de hoy son también aquellos caceroleros virtuosos. Los que creen disponer del gobierno que les pertenece.
Curiosamente es más fuerte el deseo de denostar aquello que se va que exponer la bienaventuranza de lo que posiblemente viene.
Sostenido, sobre todo, por el hartazgo que produjo el que se va.

Evitar otro fracaso de la virtudLa intolerancia minoritaria de los caceroleros sensibles -los precipitados de decepción fácil- amaga con convertirse en un obstáculo para la cercana estrategia del nuevo presidente. El Mauri que llega para conquistar el bronce. Para hacerle una muesca a la historia. Y gobernar para todos. En especial -nunca olvidarlo- para los que menos tienen.
Los que hoy desaparecen transitoriamente de la pantalla del festejo. Son muchísimos, y sin embargo esperan.

El juego del poder es para vivos y perversos

La unión de Macri, Massa y Sanz para contener a La Doctora y Scioli.

Sobre informe de Consultora Oximoron, por Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

Salvo que quieran que triunfe Daniel, Mauricio y Sergio deben ponerse de acuerdo. Arreglar. Para dejar de ser funcionales a La Doctora. O sea a Daniel.

Ocurre que Mauricio tiene misericordias en Buenos Aires. Y Sergio recopila compasiones en el Artificio Autónomo de la Capital.

Para que Mauricio eventualmente lo acepte, de mala gana, significa que Sergio debería “bajarse”. Resignar la ambición presidencial y conformarse con el premio consuelo de la gobernación. Tarea que, en la provincia inviable, es mucho más difícil que ocupar la presidencia.

“¿Y por qué no hacemos a la inversa?” -consigna la Garganta de la Franja de Massa- “Si la provincia aporta muchos millones más de votantes”, insiste.

Con razonamiento similar reacciona De la Sota, El Cuarto Hombre, de valorada experiencia pero que viene más retrasado. Cuando le dicen que Massa pretende llevarlo en la fórmula presidencial como su vice, según nuestras fuentes, dice: “Mirá vos, en cambio yo lo quiero a Massa para que sea mi gobernador en Buenos Aires”.

 

Resignada convivencia

Entre Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, y La Doctora, hoy persiste una concordia transitoria, pero que deja al borde de la banquina a Randazzo, El Loco. En condiciones de ser rebajado, como cualquier Precios Cuidados, para destacarse en adelante como un partenaire, casi un sparring ideal, intrascendente como Urribarri, El Padre del Marcador, o Rossi, El Chivo, al que nadie toma en serio ni en El Cairo, bar emblema de Rosario.

La nueva relación Líder-Doctora fortalece, en el interior del cristinismo, el sentimiento de permanencia. Más arraigado que el sentimiento de pertenencia. Entonces los “camporistas” deben asumir que Scioli -quién iba a decirlo- les pertenece. Y sentir que en cada uno de ellos habita un Mariotto dormido, en potencia.

“Todo camporista guarda un Mariotto en un rincón del corazón”.

Entonces creen que van a quedarse. “Partir, qué triste alternativa”, canta Chico Novarro. Aún pueden asegurarse la continuidad.

“Porque en octubre los vamos a embocar de nuevo”, confirma la Garganta. Y agrega: “LTA”. Es el fatídico maradoniano: “la tenés adentro”.

Manera perversa de explicitar el fracaso de Clarín. Después de siete años de confrontación con el enemigo predilecto, los cristinistas están agrandados. Se proponen acabar con la elección en la primera vuelta de octubre.

Trasciende que la resignada convivencia entre Daniel y La Doctora se consolidó cuando el Líder de la Línea Aire y Sol resultó fundamental para doblar el voto de cierto camarista gravitante. Acción que colocó el Caso Nisman en la antesala del archivo. Apenas un crimen de verano que amenazó con cargarse a La Doctora. Gracias a camaristas puntuales jueces señalados, los efectos inicialmente devastadores del crimen de verano se diluyeron en el otoño. Hasta transformarse a la fuerza en un suicidio.

El gravitante alivió llegó. En asombrosa coincidencia con el estancamiento de los dos principales candidatos opositores. Sergio, primero, y Mauricio después.

El freno motivó el impulso bastante tardío de De la Sota. El Cuarto Hombre decidió cubrir costosamente la totalidad del paño, con el pretexto de su vocación literaria y con declaraciones múltiples. Para aplicar la estrategia de “ver qué pasa”. Hasta dónde se llega. Si alcanza al menos los irrisorios 10 puntos. Para pactar con Adolfo, El Alma de la Puntanidad, y sobre todo con Sergio, que lo reclama, tal vez para embocarlo. O para conciliar las hondas diferencias con el cristinismo, por razones exclusivamente pragmáticas.

Ocurre que los 12 o 15 puntos que se le reservan para el kirchnerista Accastello, pueden resultar fatales, en Córdoba, para el anunciado “regreso de Juan”. O sea, Juan Schiaretti.

Sin acuerdo con Accastello, el “delasotismo” está más cerca de perder la provincia. En Córdoba avanza el acuerdo que algunos interesados quisieran trasladar hacia el plano nacional. Entre los radicales de Aguad, El Milico, para gobernador, y Mestre, El Alcalde, para repetir, y con Juez (para la Planta Permanente del Senado). Y con Baldassi, El Soplapitos, para la vice. Es del PRO, expresión institucional del macricaputismo.

El entendimiento de Córdoba permite vaticinar, con optimismo superior, un acuerdo para antes de las PASO. Contempla la presentación de la fórmula que sigilosamente vuelve a tratarse. Macri-Sanz.

Para desazón intelectual de Jaime Durán Barba, Accastello,  El Librepensador del Horacio, defensor fundamentalista de la máxima pureza del PRO, sin contaminaciones de la acabada “política vieja”.

 

Los mangados

La etapa es atractiva. Está en juego lo más apasionante de la actividad política. La lucha por el poder. Un juego, el del poder, para vivos, perversos e inteligentes.

Consiste en unificar la fuerza propia y fragmentar las fuerzas contrarias.

Desborda la simpleza: hay que buscar la unión o evitarla.

Debe aceptarse que el ejercicio del gobierno facilita los movimientos. El afán de quedarse parece ser mucho más intenso que el afán de desalojar al adversario.

Es curioso, tiene más hambre de poder el que quiere quedarse que aquel que se propone echarlo.

Sobre todo porque, el que se queda, contiene mayor solidez espiritual en sus argumentos. En cambio, aquel que debe desalojar, plantado como opositor, se encuentra naturalmente obstaculizado por un conjunto de contradicciones. Egolatrías infinitas que desembocan en rencores personales.

Y los que mejor se mueven, en la actualidad, para enrolarse entre los vivos que quieren desalojar, son, según nuestras fuentes, los “mangados”.

Los aportadores frecuentes de los fondos sacros. Distan de caracterizarse por el romanticismo. Ganaron mucho dinero con el kirchner-cristinismo, cobraron juntos, la contaron. Sobre todo durante el primer tramo de la década. Los Mangados tienen un efectivo interés en acabar con la insoportable inmanencia del cristinismo.

Se habla, por ejemplo, de un fuerte petrolero. Un Dragón acosado por el inversor del comisario que pretende infatigablemente llevárselo puesto.

Pero también se alude a otros industriales institucionalmente poderosos, cañonero sin costura, adoradores de Sanz, y de algunos banqueros frecuentadores de la Franja de Massa. Incluso, se barajan hasta los destacados conductores de algunos grupos mediáticos que brindan el escenario sustancial.

Planifican, Los Mangados, la osadía de acercar a las tres fuerzas fundamentales que, si se unifican, pueden resultar posiblemente imbatibles. Ni siquiera resisten la chicana menor de ser comparadas con la reencarnación de la Alianza. Aparte, prácticamente no existen diferencias de fondo entre ellos.

Mauricio, El Niño Cincuentón; Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia; Ernesto Sanz, La Eterna Esperanza Blanca.

 

Idea utópica de perdurar

Pero rescatar el probable entendimiento entre Mauricio y Sergio hoy es una indigna manera de perder el tiempo. Así cualquiera de los dos, para ir por la provincia, decida “bajarse”.

Ocurre que el mero acercamiento de Sergio con Mauricio produciría un colapso por el vendaval indeseable de la señora Carrió, La Empresaria de la Demolición (hoy comprometida con Mauricio).

Otro comprometido, pero con Sergio, es Francisco De Narváez, El Caudillo Popular. Un clavado candidato para la provincia, al que Macri detesta por razones ya detalladas en La Tragicomedia de Mauricio y el Francisco. Texto del Portal.

Sin embargo Narváez es mucho más razonable que Carrió. Y ya le advirtió, según nuestras fuentes, a Sergio.

“Si decidís bajar a la provincia lo voy a entender. Sólo te pido que me lo avises antes”. 

El pragmatismo de los profesionales del poder suele ser siempre más importante que la sedimentación de los egos. Conceder es, en definitiva, un acto de inteligencia personal y colectiva.

Y si Sergio y Mauricio alcanzan un acuerdo electoral con Sanz casi pueden asegurarse la gobernabilidad. Una indeterminada cantidad de legisladores, para cuerpear la transición. Lo menos que se aseguran es el paso hacia la segunda vuelta, algo letal para el cristinismo y la idea utópica de perdurar.

Entre Tigre y Barracas

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

De los tres personajes de “Mauricio, Daniel y Sergio”, consagrada miniserie del portal, el que la tiene peor es Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol I. En simultáneo es también quien la tiene mejor.
Peor, por los esmerilamientos perceptibles que el positivista debe soportar. Trabas innumerables que La Doctora suele plantarle. Con la invención de los rivales internos y la agitación de conflictos gremiales que logran el propósito de desgastarlo. Pero que al mismo tiempo lo consolidan. Dialéctica pura. El desafío de explicar a Hegel a través de Scioli, y la ideología del vitalismo milagroso. Aire y Sol.
Mejor porque, si Daniel llega al final, es por el respaldo plácido del Partido Justicialista Vegetal (PJV). En adelante, tiene sólo que dejarse llevar por la propia estructura que le facilita el trabajo territorial.
Los “gobernadores atragantados” hoy pueden ayudarlo a Scioli a salir segundo con decorosa indignidad. Aunque mantiene reservas “de fe y de esperanzas”, para ser el primero. No obstante las encuestas, al cierre del despacho, hoy no lo favorecen (ampliaremos con un próximo estudio de Consultora Oximoron).

Casualmente, es la estructura (la que tiene servida Scioli, con el PJV), lo que les falta armar a Sergio Massa, Aire y Sol II, y a Mauricio Macri, El Niño Cincuentón. La cuestión transitoriamente se simula con la prioridad de la televisión, que es, en definitiva, lo que más importa hoy en política. Comunicar, aparecer, decir. Para ser. Ontología que lo hubiera desconcertado a Heidegger.
Otro desafío: explicar a Heidegger a través de Massa y Macri.

La Renovación de la Permanencia

Uno, Sergio, titular de la Franja de Massa, el cuadro mimado por las encuestas, se proyecta desde el Frente Renovador. Así se proponga, en la práctica, a renovar la permanencia. Junto a un combinado de patriotas que revolotean a su alrededor y se enrolan detrás del carisma.
El conjunto massista recrea alguna nostalgia del menemismo. Como aquel Menem del 88, pero sin patillas rosistas ni ropa brillante.
Pero Sergio les hace creer a todos los enrolados en la Franja de Massa que les hace caso. Incluso, que los toma en serio, aunque en realidad, según nuestras fuentes, el muchacho apenas si le hace caso al influyente “malenismo”.
Pese a la presencia tutelar de Tito Lusiardo, alias Juanjo, el jefe de la campaña de Sergio es Sergio.
Y el massismo, o sea la Renovación de la Permanencia, es, hasta hoy, lo que dice o hace Sergio y su circunstancia. A través de sus acertadas sobreactuaciones que lo colocan en el primer plano. Evidencia que habilita el admirable armado de filas de empresarios emocionados, que lo surcan para ofrecerle sus aportes generosamente espirituales.

El caputismo-macrista

El otro, Mauricio, adopta el cuento ameno de la Tercera Vía, y se proyecta a través del PRO, agrupación gerencial que sostiene el macri-caputismo, que se transforma en caputismo-macrista.
Con su tácito diagrama vertical, que los mantiene, allá arriba, a los amigos de la vida. Mauricio, El Niño Cincuentón, y sobre todo Nicky, Numerario de la Logia Neumann.
En un peldaño visible, situado más abajo, se encuentra el imaginario caudalosamente agotable de don Jaime Durán Barbas, El Equeco. Con su arsenal numerológico de encuestas de entrecasa y los efectistas “focus groups”. Es el rebusque que imponen los consultores como de gran utilidad -sobre todo para facturar- y que le preparan a El Equeco sus dos colaboradores. Productores de las enseñanzas estratégicamente medulares que aplica Marcos Peña, El Perfil Bajo Bajito. Mientras Horacio Rodríguez Larreta, El Carismático de Pompeya, instrumenta la acción del gobierno local que sacó chapa de buena gestión con la magia del MetroBus. Aparte, El Carismático de Pompeya distribuye los diversos lineamientos para el resto de los gerentes encuadrados. Los que suelen dedicarse a criticar interiormente los deslizamientos nacionales que se le ocurren, con suerte relativa, al inspirado Emilio Monzó, El Diseñador. A veces en tandem con Humberto Schiavoni, El Desarrollista Moderno.

Mientras tanto Mauricio pregona los atributos especulativos de la Tercera Vía por donde interesa. Los medios de comunicación. Como la señora Gabriela Michetti, La Princesa de Laprida, y la señora María Eugenia Vidal, La Chica del Flores de Evaristo Carriego.
Pero trasciende que El Niño Cincuentón hoy se siente tironeado. Tentado, operado, por las posturas severamente antagónicas.
Una, la más notoria, lo instiga a cesar seducido por las teorías que aluden al inevitable turno (engañoso) del “no peronismo”. Le admite alucinar con los cantos de sirena nutrida, como los salmos mediáticos de la señora Elisa Carrió, La Empresaria en Demoliciones (que nunca sabe qué hacer con los escombros que produce). O por las incitaciones inteligentes de Oscar Aguad, El Radical Amarillo, o del pragmático Coti Nosiglia, el Ex Richelieu que mantiene el exclusivo objetivo de ganar. Y colmar a su partido de psicopedagogos y abogados de concejales, intendentes, legisladores. Para conformar el ogro indispensable del aparato.
La movida consiste en lograr que Mauricio pueda ser finalmente aceptado por la progresía inmaculada de UNEN, amontonamiento que prepara su próximo recital para el 22 de abril. Aunque no puedan desprenderse de las imágenes desastrosamente tutelares de Álvarez, El Chacho, y de Fernando de la Rúa, El Reivindicado, aunque no se atrevan a reivindicarlo (ampliaremos).
Pero aún Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto, suele echarle el antiguo flit a las ambiciones presuntas de Macri. Como le echa también flit Fernando Solanas, El Dirigente Universitario.

Entre Tigre y Barracas

Pero otra postura lo tienta, a El Niño Cincuentón, a “arreglar con Sergio”. Una idea que La Doctora -de repente una dama cordial- nunca toleraría.
Sergio es, precisamente, el problema principal de Mauricio. Aunque también Sergio podría ser también la solución. Para ambos. Si se entienden, como ya se entendieron en 2013, se resolverían dos territorios fundamentales.
Uno, Buenos Aires, la provincia (inviable), el bastión de Sergio.
El otro es el Artificio Autónomo, el bastión de Mauricio.
Trasciende que el ex gobernador Ramón Puerta, y presidente por tres días, extiende un activo puente automovilístico entre las nuevas oficinas de Tigre, donde atiende Massa, y las de Barracas, donde atiende Macri.
Avanza, entre Tigre y Barracas, en la extraña gestación de una interna nacional, a los efectos de consagrar la fórmula Massa-Macri, o Macri-Massa.
Ambos, mientras tanto, se diferencian (siempre por los medios). Se dedican alguna chicana, pero mantienen la alternativa en carpeta. Sin intentar cerrar nada, por lo menos hasta después del mundial de fútbol.

Territorios

La cuestión de la capital. Para constar en actas, Sergio armó un acto con figuras relativamente movilizadoras. Como Alberto Fernández, El Poeta Impopular (que oportunamente fue al Tigre para negociar en nombre de Scioli pero prefirió quedarse). De Alberto Iribarne, El Embajador que no Fue, y Daniel Arroyo, Ex Alicista.
Tres ex funcionarios del cristinismo, como Sergio. Perfectamente pueden pasar todos como grandes “renovadores de la permanencia”.

La cuestión de la provincia (inviable). Si arreglan, Sergio resolvería el dilema político-familiar que se le presenta a Mauricio con Jorge Macri, El Primo (que era) Pobre, hoy mini-gobernador de Vicente López.
Aparte podría blanquearse, de una vez por todas, la excelente relación triangular que Sergio mantiene con Rodríguez Larreta. Al extremo de asegurarse (casi) que el Carismático de Pompeya es el hombre ideal de Sergio para el Artificio Autónomo.
Aparte, a Mauricio se le ahorraría el esfuerzo titánico por armar algo trascendente en la provincia (inviable). Problemática que dista de resolverse sólo con declaraciones en emisiones de cable y los focus de El Equeco. En el intento conquistador, hoy sacrifican a la vice jefa de gobierno, La Vidal, la chica que evoca a Evaristo Carriego.

Final con flit

Lejos está el Portal de hostigar el entusiasmo de Ramón Puerta (que se recupera de una operación brutal para destruirlo, impulsada desde el máximo nivel y por cadena nacional, con denunciantes sobornados que se arrepienten). Pero en los alrededores de Sergio y de Mauricio se encargan de tirarle espeso flit a su idea superadora. Para enturbiar el puente entre Tigre y Barracas.
Si los consultan, Sergio y Mauricio lo van a desmentir, dirán “son locuras de Puerta”. Como corresponde a dos políticos que aprendieron el oficio.

Por otra parte, Sergio aguanta también las operaciones bien intencionadas de Eduardo Duhalde, El Piloto de las Tormentas (generadas).
Duhalde quiere acercarlo a Sergio, en cambio, con Daniel. En nombre de la unificación del peronismo superador.
Una idea que recibe flit, según nuestras fuentes, desde todos los costados.

La felicidad aplicada a la política

DANIEL, MAURICIO Y SERGIO III: El macricaputismo. Entre Dale Carnegie, la meditación y Sir Bertrand Russell.

escribe Carolina Mantegari

Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, Jefe de Gobierno del Artificio Autónomo -máxima expresión del macricaputismo- se muestra contagiosamente feliz.
Tiene la vida abrochada. Planifica retirarse de la política en diez años. A los 64.
La asignatura pendiente -la única que le queda- es ser el presidente de la república.
Es la ambición lícita que comparte con los compañeros de la miniserie.
Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol I, y Sergio Massa, La Rata del Tigre, Aire y Sol II.
Ahora, a los 54, Mauricio se encuentra en perfecta sintonía con su historia. Se ve que disfruta, aparte, del presente.
Se le debe creer cuando confirma que está muy bien con su familia. Conforme con su cuerpo (hace 40 minutos de caminata diaria).
Explora discretamente los márgenes trillados del budismo. Para el circuito interior, la vaguedad que solía explotarse antes como “lo espiritual”. Con aquellos mantras colectivos -o con frecuencia individuales- que aportaron los sucesivos divulgadores que instalaron la trascendencia necesaria de la meditación. Un sistema de furtiva relajación que se trasplanta desde la lentitud del Tibet, para el consumo rápido de las grandes capitales.

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Daniel, Mauricio y Sergio

A Cristina, La Doctora, le despojaron la centralidad.

escribe Oberdán Rocamora

“Cristina, Mauricio y Daniel” es la consagrada miniserie del Portal que mantiene su continuidad.
Sólo que hoy se asiste al desplazamiento de Cristina, La Doctora. Al personaje femenino se le reserva la gravitación lateral.
A su pesar, Cristina cede importancia. En favor de Sergio.
Es -Sergio- el protagonista que, desde La Franja de Massa se dispone a alborotar los destinos de los otros tres. A condicionarles las respectivas cuadraturas personales.
En principio, Sergio desaloja a Cristina del centro de la escena.
Mutis por el foro, durante algún capítulo. Sólo se escucha esporádicamente su voz, con aplausos menos convincentes.
En adelante, la miniserie pasa a titularse “Daniel, Mauricio y Sergio”.
Con suficientes actores de reparto. Podrán lucirse, incluso, con alguna aparición tangencial.

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