La selectiva lógica del poder cristinista

sobre informe de Consultora Oximoron
Redacción final de Carolina Mantegari

Introducción
Penúltima recuperación

En “Pelota a Paleta”, se alude al juego de La Doctora contra el frontón (que es la realidad).
Para Consultora Oximoron, La Doctora juega políticamente sola. Sin contrarios a la vista.
Confronta con la tendencia hacia la autodestrucción (de la que suele recuperarse). Y confronta con la indignación permanente de la sociedad que oposita. Es un sentimiento racional, democráticamente vacante, que no canaliza ningún exponente de la oposición.
La sociedad que oposita no encuentra el opositor que la represente.
Entre 1930 y 1976, el hartazgo equivalente pudo haber sido aprovechado por algún General.
Ante la complacencia de la sociedad, Uriburu, Onganía o Videla tomaron el poder. Para generar -de facto- los respectivos fracasos cíclicos. Posteriormente condenados por la misma sociedad (siempre inocente).
La capacidad de recuperación, que sucede a las declinaciones, es un atributo principal del cristinismo.
Son caídas que admitieron la falsa evaluación del “boleto picado”. La certeza de toparse ante la crisis final, de la que -invariablemente- el cristinismo resurgía. Caídas que fueron tan innumerables como las recuperaciones.
Tal vez se asiste, en la actualidad, a la última recuperación. Pero por prudencia corresponde escribir la “penúltima”.

Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron

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Los ejemplos de Héctor Magnetto, El Beto, de Jorge Bergoglio, San Borocotó, y del general César Milani, El Seductor de Sexagenarias, sirven para interpretar la lógica selectiva del poder cristinista.
En Guerra de Convalecientes se reflejaron aquí los tensos tramos del litigio recíprocamente devastador entre Kirchner-Cristina y Magnetto-Clarín.
Un divorcio contencioso que se arrastra hasta el cierre del informe. Entre 2003 y 2007 fue una relación pasional de conveniencia mutua.
Se mantuvo inalterable el apasionamiento similar de la pelea. Agravada por el epílogo de la llamada “crisis del campo”. Cuando perdieron Los Kirchner. Hasta quedar, en el declive, casi debajo de la lona.
Pero la respuesta de El Furia fue letal. Recurrió a la lealtad cautiva del parlamento para impulsar la Ley de Medios. Instrumento que en 2009 nació viejo, especialmente obsoleto y sobre todo vano.

De todos modos, cinco años después, La Ley de Medios sirve para que La Doctora no se dé por vencida y lo vuelva a acosar, a través de Sabbatella, El Psicobolche II, al enemigo heredado.
Al contrario de El Furia, La Doctora nunca pudo disfrutar de los beneficios de la complacencia informativa de Clarín. De la armonía registrada en los tiempos de la amistad con Magnetto.
Acontecía que El Beto, para El Furia, estaba adentro. Y de los aliados sólo esperaba incondicionalidad absoluta. Sin las menores sutilezas que presenta el fenómeno de la comunicación.
“O están conmigo o no”, era la consigna.
Al tomar distancia crítica, por cuestiones profesionales o comerciales, Magnetto se transformaba en el enemigo total.
Para el kirchner-cristinismo la construcción del enemigo siempre fue básica, casi esencial. Meros leños para la hoguera de la causa épica. Y de ningún modo era porque aplicaran las teorías esotéricas de Laclau, al contrario. Los buscapinas que teorizaban era para explicar la acción, siempre previa.
Sea contra el jugoso neoliberalismo de los 90, la papelera de los uruguayos, la inagotable prensa concentrada de Clarín. O los buitres de Griesa.

Reciedumbre del olvido

En menor medida, cualquier desdichado que haya estado adentro, y se haya distanciado, padece su irremediable condena. Se hace acreedor a la reciedumbre del olvido. Y si sobrevive y eleva la cabeza, el sujeto tiene un destino asegurado de desprecio. Objeto marcado de aniquilación.
Magnetto, Francisco y MilaniSea Alberto Fernández, El Poeta Impopular, arrastrado en la tormenta anti-Clarín.
O sea Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia. Es el peor. El que osó vencer imperdonablemente a La Doctora. Hoy es el declarado máximo enemigo del cristinismo. Para colmo es un objeto de desconfianza, aparte, por Magnetto. Por estar Massa condecorado con la amistad de la dupla Vila-Manzano. Y sobre todo por Alberto Pierri, El Muñeco de Echenagucía.
Y por si no bastara Massa se encuentra mantenido a la distancia también por el venerable Francisco. El Papa que se derrite de tanto amor que desparrama ante el universo, aunque mantiene inalterable el rencor por mezquindades terrenales.
Sea también, acaso, Juan Carlos Fábrega, El Sensato Marginal, que inteligentemente opta por alejarse. Para aspirar a los atributos del olvido. Como si estuviera en falta imaginaria por algo.
En su lógica del poder, el cristinismo nunca redime al que estuvo adentro y prefiere tomar distancia. Menos puede permitir que, aquel que se vaya, parta con algún atisbo de prestigio. Como Fábrega.
O los humille con un triunfo ofensivo. Como Massa.

La captación del enemigo

En cambio Jorge Bergoglio, El Cardenal, nunca fue amigo. Ni tampoco estuvo adentro. Como estuvieron Magnetto o Massa.
El Cardenal se diplomó de enemigo cuando desmoronó la estrategia de permanencia que Kirchner había diseñado. Fue en 2006, cuando autorizó al Obispo Piña a confrontar con Carlos Rovira, en aquel plebiscito de Misiones. Y El Cardenal le ganó, justamente cuando El Furia tenía el país rendido. Arrodillado ante su bragueta.
En adelante Bergoglio pasó a ser diabolizado como el enemigo principal. Con fundamentos. Porque detrás del planteo de reelección de Rovira se ocultaba el proyecto de santacrucificación total. La reelección indefinida, como en Santa Cruz. Proyecto pulverizado con la imagen del San Miguel Arcángel.
La respuesta no se hizo esperar: El Furia decidió humillarlo a Bergoglio a través del parlamento cautivo. Pegó donde más le dolía. Lo castigó con La Ley de Matrimonio Igualitario. Pero le otorgó a la década la pátina progresista que brindaba, hacia el mundo, la máxima imagen de la tolerancia.
Para Oximoron, el manejo absoluto del parlamento resulta indispensable para aplicar el rigor del cristinismo explícito. Para valorar la admirable capacidad para la readaptación.
Teoría que se comprueba cuando el enemigo, el Cardenal, es designado Papa. Para convertirse en el Francisco emotivo y racional, distribuidor de la esperanza.
Es cuando La Doctora se somete al poder de Francisco. La supera. Espiritualmente la da vuelta. La doblega pero la contiene.
Entonces La Doctora se somete ante el que fue enemigo, pero para captarlo. Y hacerlo amigo. Lo grave es que lo capta.
Hoy La Doctora y San Borocotó se llevan como Hansel y Gretel. Pasean de la mano por el prado del anti-capitalismo, y cautivan juntos a Vladimir Putin, para quien el manejo del poder es natural como el té de la mañana. Putin es un zar de Rusia como lo fue Stalin, pero sostenido por el PC superador de la Iglesia Ortodoxa, que legitima la persecución medieval hacia los homosexuales rusos, de La Siberia o de San Petersburgo. Lo cual no impide que Putin y La Doctora mantengan el diálogo más enternecedor, y justamente en materia de comunicación. Es la conmovedora alianza entre quien persigue a los gays, como si fueran delincuentes, y quien se jacta de tener el Matrimonio Igualitario para todos y todas.

Final con Brinzoni y Milani

El general Brinzoni, ex jefe del Estado Mayor del Ejército, no entendió la lógica del poder que estaba por instalarse en 2003.
Antes de asumir la presidencia, y por teléfono, El Furia le preguntó:
“General, ¿usted está conmigo o no?”.
“El Ejército no hace política”, le respondió Brinzoni.
“Lo sé, pero lo que quiero saber si usted está conmigo o no”.
Brinzoni no captó la dinámica del lenguaje que después percibió perfectamente el general Milani.
Situado en el balcón de la historia, Milani no vaciló en asegurarle a La Doctora que el Ejército estaba identificado con el modelo de inclusión.
Un modelo progresista bastante extraño que merece un informe especial de Oximoron. Es defendido por la inteligencia carísima y sofisticada del Ejército. Y que cuenta, para colmo, con el apoyo sustancial del máximo nivel del purpurado.

David, el juntador de cabezas

Martínez, socio de Magnetto en Cablevisión, compra las acciones de Telecom Italia. ¿Acercamiento entre el Gobierno y Clarín?

escribe Oberdán Rocamora

David Martínez Guzmán es el poderoso inversor mexicano de Monterrey. Oscila cotidianamente entre sus pisos de Nueva York y Londres. 56 años.
Suele molestarle, según nuestras fuentes, que los tilingos lo llamen “deivid”. Prefiere que lo llamen David.
Como si celebrara su propia proeza. Desde la humildad social del origen, hasta convertirse en el equivalente de otro mexicano emblemático. Carlos Slim, el paisano más rico del mundo.

Con la astucia de su mirada penetrante, y con cierto sospechoso movimiento de los labios que remiten a la sugerencia, David Martínez Guzmán inquieta a sus interlocutores.
Los cautiva. Una de dos: David genera invariable admiración o instintivo rechazo de piel.

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Aprietes cotidianos a Lorenzetti

La Doctora quiere la Ley de Medios para antes del 27 de octubre.

La Doctora aprieta, casi indecorosamente, a cuatro de los siete miembros de la Corte que se dejan apretar.

Como si fueran naranjas, o granitos en la frente.

El objetivo es que “le saquen favorablemente La Ley de Medios”. Antes del 27 de octubre. Contiene (La Doctora) la fantasía candorosa de suponer que el éxito jurídico puede influir en el resultado electoral.

La presión cotidiana hacia el doctor Ricardo Luis Lorenzetti, presidente de la Corte, muestra que La Doctora carece, en principio, de un operador judicial de confianza. Los aprietes -suplicantes, altivos y casi desesperados- se agudizaron, según nuestras fuentes, en las últimas dos semanas.

A Lorenzetti lo llama directamente La Doctora. A veces ocurren hasta dos llamados diarios. Con la elaborada tonalidad de “bebota”, La Doctora avanza con el peso institucional de su competencia invasora. A los efectos de insistir para “que se apuren, y saquen la sentencia ya”.

Sin la abrumadora asiduidad con que La Doctora privilegia a Lorenzetti, abundan los llamados, también, para la señora vicepresidente de la Corte. La doctora Elena Highton de Nolasco.

También suele comunicarse con el doctor Eugenio Raúl Zaffaroni. Pero con un sentimiento fraternal, ya que Zaffaroni es propia tropa.

Un portador activo de prestigio académico que atormenta, en cierto modo, hasta a Lorenzetti. Por supuesto que a Zaffaroni no hace falta apretarlo. Es un reconocido militante de la causa que instaló el consagrado modelo de desarrollo (con inclusión social).

El último en ser incorporado en la fastuosa desventura del apriete personal es, según nuestras fuentes, el doctor Enrique Petracchi.

Cartón lleno.

 

Sigilo culposo en la reunión secreta de Olivos

En el junio cruel, con la pautada disidencia de Zaffaroni, la Corte declaró inconstitucionales los artículos clave de la Ley de Reforma del Consejo de la Magistratura.

Le volteó (la Corte) la infatuada Ley de Democratización de la Justicia (acabó con la alucinada proyección presidencial de Carlos Zannini, El Cenador. El antiperonista que logró la proeza de conducir un gobierno de matriz peronista, que derivara en el frepasismo tardío).

Pero poco después del volteo, según nuestras fuentes, se registró una extraña reunión secreta. Fue en la residencia presidencial de Olivos.

En sigilo culposo, el doctor Zaffaroni fue el encargado de instrumentar la cumbre misteriosa. Fue entre Cristina, La Doctora, la Presidente de la Nación, y el Presidente de la Corte, Lorenzetti. Por lo que pudo averiguarse, Lorenzetti asistió acompañado de su vice-presidente, la doctora Highton de Nolasco.

Un encuentro furtivo del primer tipo. La Doctora avanzó en su obsesiva necesidad de tener La Ley de Medios en la calle, lo más pronto posible. Pero nunca más allá de la frontera electoral del 27 de Octubre.

Aquí se cruzan las interpretaciones. La Garganta cristinista confirma que La Doctora quedó rigurosamente convencida que alcanzaron un principio de acuerdo. La Ley sería declarada Constitucional. Y saldría, a la carta, en los tiempos prometidos.

Lo que es también inapelable es que los tres cortesanos -Lorenzetti, Highton y Zaffaroni- los pasaron popularmente al cuarto, como se dice, o como alambre caído, a los otros tres venerables miembros de la Corte. Tal vez por ser reticentes a la idea de prestarse a la “ceremonia secreta”, que lamentablemente nada tiene que ver con la novela de Marco Denevi. Sí tiene que ver con otra novela. Casi porno. La del apriete institucional.

La pasaron al cuarto a la doctora Carmen Argibay. E imperdonablemente al doctor Juan Carlos Maqueda, presuntamente el “político” del plantel. Y hasta el legendario doctor Carlos Fayt (que fuera nuestro profesor de Derecho Político, en la Universidad de La Plata). Es probable que algunos de estos tres venerables se enteren de la reunión secreta -como de los respectivos aprietes- por la fresca inocencia de esta crónica.

 

El error de la Guerra-Divorcio

En la dinámica de funcionamiento de las altas cortes, es tradición no elaborar ninguna sentencia demasiado sensible en una etapa pre-electoral. Y menos aún esta Corte Suprema, que se caracteriza, hasta aquí, por su prolijidad.

Registra un alto índice de prestigio que no debiera desperdiciarse. Inspirado, en principio, en su credibilidad. Y sobre todo en su pregonada independencia, que el propio kirchnerismo presentaba inicialmente como atributo. Pese a los manoseos posteriores, violentamente estremecedores, del Poder Ejecutivo que se devaluó en la irresponsabilidad de los ataques groseros. Explicados, apenas, por la patología del estado de Guerra-Divorcio, que le planteó al Grupo Clarín.

Es -Clarín- el grupo de comunicación que les resultó fundamental. Por la ostensible colaboración del silencio. Por la significativa complacencia. Para que la brutal desmesura del kirchnerismo alcanzara su plácida hegemonía, pese a los “desastres seriales del gobierno trivial”. Los que sólo comenzaron a tratar en 2008. Pero como consecuencia de la separación conflictiva.

De la armonía redituable, que se extendió en la convivencia de cinco años, se pasó, sin escalas, directamente, hacia la reciprocidad del espanto.

Pero fue el cristinismo -derivación infantil del kirchnerismo póstumo- el que hizo de la Guerra el tema casi principal de la agenda política. Hasta estrellarse con la penosa fábula del 7-D.

Al extremo que cuesta identificar cuál es, hasta aquí, el error más impresionante que signa la actual desgracia sin rumbo del gobierno que la sociedad padece. Si fue declarar la Guerra-Divorcio al Grupo Clarín. O incendiarse internacionalmente en la inutilidad de confiscar YPF. Dos catástrofes que se suman a la mala praxis que surca, transversalmente, la totalidad del gobierno fragilizado.

La Ley de Medios, según nuestras fuentes, va a salir. Será declarada, por la Corte, inapelablemente constitucional. Aunque persistan, aún, ciertos desacuerdos, en los temas sustanciales que aluden a la desinversión compulsiva. Se plantan limitaciones que van a irritar a los funcionarios obcecados, que reclaman la aprobación total.

Con el espejismo de creer que la derrota de octubre será menos definitoria. Si es que transforman a la Corte, con aprietes vulgares, en la Corte Suprema de la Victoria.

 

Oberdán Rocamora

para JorgeAsisDigital.com

Franquicias del peronismo

Ante el riesgo de la derrota, como en 1983 y 1999.

sobre Informe de Consultora Oximoron
Redacción final Carolina Mantegari

Introducción
Calas políticas

¿Y ahora? ¿Cómo se sigue?
Cuesta, en adelante, ante el aroma penetrante de las calas políticas, sostener las imposturas de La Doctora. La trivialidad de sus desmesuras.
Acosada -la pobre- entre la derrota de agosto, que no empieza a aceptar, y la derrota más grave, que se perfila en octubre.
Cuesta también recurrir a la indulgencia democrática de ayudarla. Para que “el gobierno termine lo mejor posible”.
O mejor, simplemente, para que termine. Para que se llegue a 2015 con reservas de aire. Y alguna dignidad.

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Aire y Sol II, Massa, y Aire y Sol I, Scioli

“Siete samuráis” de julio marca el retroceso de La Doctora.
sobre Informe de Consultora Oximoron
Redacción Final Carolina Mantegari

Introducción
La rayita imaginaria

“No preocupa tanto perder el poder. Les preocupa perder la libertad”.
La Garganta consolida la evaluación.
La (casi) segura derrota del cristinismo, también en la provincia (inviable) de Buenos Aires, no desespera, paradójicamente, a los cristinistas en retirada.
Los calma, y sobre todo los contiene, la conveniente liviandad del discurso de Sergio Massa, La Rata del Tigre. En adelante Aire y Sol II.
Les aporta tranquilidad. Les anticipa cierto sosiego espiritual.
“A Massa, que presentó La Ley de Medios, ya lo indultó Clarín”, confirma otra Garganta. “Tiene vocación para amnistiar”.

Quien encabeza el desprendimiento, la Franja de Massa, o el cisma, suele aposentarse entre la intrascendencia de la proclama de paz y amor. Del apego a las excelencias de la gestión.
Anuncia el fin de la “política de las descalificaciones”. Destaca el positivismo vital de la “no confrontación”. Traza la consiguiente implantación de una “raya” imaginaria que clausura los traumas del pasado. Para dedicar las energías, en adelante, hacia el “futuro”. A los efectos de “resolver los problemas de la gente”. O peor: de “estar cerca de la gente”. Un conjunto de vaguedades que encantan orejas distraídas. Genéricamente básicas, que repiten, también, con menos suerte, otros aventureros, que aportan aburrimiento en la campaña menos atractiva que se tenga memoria.
“Lo peor de las PASO son los debates sobre las PASO”, grafica con acierto Jorge Yoma, anclado en la Estación Macri.
Pero las liviandades convenientes resultan, en Aire y Sol II, transitoriamente admirables.
Con su rayita imaginaria, Massa se encuentra condecorado por la magia de ser el depositario de las ambiciones de permanencia de una magnífica troupe de medialuneros. Y de las esperanzas de un gran sector de la sociedad, saludablemente necesitado de creerle.

Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron

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El segmento

En “Geometría de los Samuráis” de mayo se explicó que aquel triángulo que conformaban “Cristina, Mauricio y Daniel”, se convirtió, con la irrupción de Massa, en un rectángulo.
Para transformarse, después, en un segmento. Tema tratado a principios de julio, en “Detrás de La Doctora y de la Franja de Massa”.
El segmento citado consolidaba a la señora presidente Cristina, La Doctora, en uno de los vértices. Con Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol I detrás, de escolta.
Y con Massa, Aire y Sol II, en el otro vértice. Con Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, detrás, también de escolta.
Con los desplazamientos triunfales que marcan las encuestas a favor de Aire y Sol II (Massa), y por la desertificación conceptual del oficialismo en banda, se asiste -para Consultora Oximoron- a la sobrevaloración funcional de Aire y Sol I. O sea de Daniel Scioli.
Por la carencia alarmantemente generalizada de referentes presentables, Scioli -devaluado y mancillado- debe ponerse al frente de la campaña remontadora. La que lleva al solvente mini-gobernador Martín Insaurralde, El Barrilete de Plomo. Cuesta remontarlo.
Entonces Scioli desplaza, en el vértice del segmento, a La Doctora. En su scioli-dependencia obligada, La Doctora ingresa -aunque bulliciosamente- en el ocaso. Sumergida por los incapaces que debieran cubrirla, pero que la hunden en dramatismos enfáticos que derivan en papelones memorables. A pesar de los shows en continuado de los aplaudidores escenográficos. En los actos donde, colmada de autoreferencias laudatorias, comienza, la pobre, a despedirse.
En la segunda quincena de agosto a La Doctora le costará contemplar el cielo. Por el tráfico múltiple de garrocheros que, desde los distintos puntos de la patria, clavarán la garrocha a los efectos de elevarse hacia el “Tigre, Tierra Santa”, Sede de la alcaldía Aire y Sol II. Y lugar de residencia y esparcimiento deportivo de Aire y Sol I. En Villa La Ñata.

De manera que, en el segmento principal, hoy se encuentran los dos positivistas. Con fe y con esperanzas. Aires y Soles.
El Aire y Sol I, Scioli, ahora con las huestes desesperadas de La Doctora, detrás. Lo siguen con la nariz tapada, y con deseos de que pueda socorrerlos el gobernador Sergio Urribarri, El Padre del Marcador. Pero Urribarri viene muy lejos de los samuráis. Debe hacer méritos en el pelotón de los aspirantes.
Y Aire y Sol II, Massa, con Mauricio detrás. Y con el extraordinario despliegue territorial de los medialuneros furtivos. Adelantados que cambian hábilmente de monta, para permanecer. Y suscriben el cuento de la raya imaginaria que separa el presente del pasado. Sin “descalificar”, siempre “cerca de la gente”. Paz y amor.

Los Aires y Soles encabezan el Informe de los Siete Samuráis de julio. Seguidos de cerca, aún, por Mauricio. Descolorido y sin armado, pero en la tercera posición.
El Niño Cincuentón -exponente emblemático del macricaputismo- apuesta al mérito de diluirse detrás de Massa en la Buenos Aires inviable. Y sin siquiera reclamar la reciprocidad elemental en el Artificio. Para que Massa declare su preferencia por la señora Gabriela Michetti, La Princesa de Laprida, y de Diego Santilli, El Colorado, al que promueven con el propósito inconfesable de desplazarlo del ministerio.
Para Oximoron, El Niño Cincuentón podrá imponer, al menos en agosto, a los senadores macricaputistas. Que también se anotan en los beneficios de la gestión, se proponen “resolver los problemas de la gente”, como excelentes positivistas de la paz y del amor.

El peronismo que cansa

El Informe Oximoron de julio constata el fundamentado cansancio social que produce el peronismo.
La metodología perversa que le permite siempre reciclarse.
Se legitima entonces la expansión del interés entre los tres exponentes módicos del “no peronismo”, que se imaginan lícitamente presidenciables. Mantienen, entre ellos, márgenes de entendimiento.
El cuarto samurai de julio es Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto. No tiene inconvenientes en imponerse en Santa Fe. Para salir después a la aventura de juntar. Proyectarse desde el parlamento.
El quinto y el sexto samurai son oriundos de Mendoza.
Ernesto Sanz, La Esperanza Blanca, ya está lanzado. En el ciclo del amague mediático.
Y Oscar Cleto Cobos, El No Positivo, que se impone, según nuestras fuentes, en Mendoza, y con contundencia. Pese a los obstáculos que le plantan los correligionarios entrañables (ampliaremos en próximo Relevamiento Federal).
Cobos, como Binner, saldrá a juntar desde el Parlamento.
Hay quienes planifican, incluso, que los dos deberían juntarse.

La recuperación de la Unión Cívica Radical es siempre preocupante. El partido centenario suele aportar el suspenso garantizado. Acción y aventura en sus turnos históricos que sirvieron, hasta aquí, para revalorar el peronismo.
Justamente el peronismo que hoy -por la dinámica de su perversidad metodológica- cansa.

Final con La Doctora

Por capacidad de daño, y por su implícita condición de cuadro influyente, el Informe Oximoron de los Siete Samuráis de julio lo cierra La Doctora. Aunque esté, en la práctica, fuera de juego. Entre la magnitud de las peleas desaconsejables. En sistemática simultaneidad.
Primero, la más lesiva. Contra el Grupo Clarín. Sin respetar, curiosamente, la alegada cuestión de género.
La Doctora ni imagina, acaso, que la señora Ernestina, directora nominal del ejército que considera enemigo, pasa, según nuestras fuentes, por una instancia triste de senilidad, que la aleja del combate racional. Debiera medirse en los agravios, sobre todo después de haberla agraviado tanto.
Segundo, la pelea inútilmente desgastante con la Suprema Corte. Aunque tal vez pronto La Doctora pueda conmoverse con la constitucionalidad más deseada. Pero por convicción jurídica, y no como consecuencia de los aprietes que le ponen, a su ocaso, migajas de autoritarismo.
O la última para citar, su guerra moderna contra los servicios de inteligencia. Impulsada por Carlos Zannini, el gran consumidor de pescado podrido, que cree que “las servilletas” obstaculizan sus decisiones políticas. Fueron errores que la arrastraron hacia el papelón-Milani.
Después de todo, el conflicto de fondo La Doctora lo sobrelleva consigo misma. En la desesperada búsqueda de convencer, al semejante, que el suyo es un gobierno revolucionario. Transformador. Sin darse cuenta tampoco que cada vez más semejantes, que para colmo nada tienen de oligarcas ni de gorilas, en cuanto aparece invasivamente en sus casas acuden, sin culpas, al cambio definitivo de canal.

Carolina Mantegari
Redacción final Consultora Oximoron