Los avances tecnológicos y su impacto en los más variados aspectos de nuestra vida social e individual tienen tal velocidad, que nos dejan lentos de reflejos para pensar en sus consecuencias y soluciones.
Esto es cierto tanto para asuntos vinculados a la seguridad nacional, como para temas de salud pública. Valga como ejemplo un nuevo tipo de enfermedad a la que muchos países no saben dar respuesta y de la que la mayoría ni siquiera ha tomado nota: la adicción a internet.
Ha sido precisamente la American Psychiatric Asocciation (APA) la que ha advertido sobre la necesidad de incluirla en su influyente Manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales (DSM), que fue abierto a consulta para dar cuenta de lo que se ve en los consultorios: las adicciones al sexo, internet y las compras.