La semana pasada, la Legislatura porteña volvió a dar una muestra de que en la Argentina existe una casta de políticos que viven de la política y están decididos a legislar para mantener sus privilegios. Incluso llamó la atención el encono con el que los diputados tanto del PRO como Cristian Ritondo o kirchneristas como Jorge Aragón defendieron sus abultados sueldos ante el cuestionamiento de sólo cuatro diputados. Los únicos que votaron a favor de limitar los sueldos de los legisladores fueron Gustavo Vera y Pablo Bergel (Bien Común), Alejandro Bodart (MST) y mi compañero del FIT Marcelo Ramal (PO).
El salario de los diputados de la Ciudad de Buenos Aires está establecido por ley desde 1997 en un 20% por encima de lo que cobra un empleado de la Legislatura, máxima categoría, con título universitario y 25 años de antigüedad. Con los aumentos que recibieron los diputados sus dietas se duplicaron en los últimos dos años, pasando de $30 mil a más de $60 mil como publicó el diario La Nación. Continuar leyendo