El discurso de Cristina Kirchner en Tucumán este 9 de julio ratificó que el espionaje interno es política de Estado. Con su particular rejunte de palabras en castellano e inglés, nos acusó de no denunciar a la CIA y al espionaje de Estados Unidos. Hay que vivir dentro de un glaciar para afirmar que desde la izquierda no denunciamos al imperialismo o no repudiamos la provocación que sufrió Evo Morales. Esa temeraria afirmación tuvo por objeto desautorizar nuestra denuncia sobre la existencia de una red de espionaje interno sobre todos aquellos sectores populares que se han manifestado contra el Gobierno en estos años, red conocida por el nombre del software que entrecruza y almacena la información: “Proyecto X”.
Por eso el discurso de la presidenta no es inocente. Ella sabe que las pruebas que ya obran en la causa alcanzan para indagar y procesar a varios de sus funcionarios, además de toda la cúpula de Gendarmería y los agentes involucrados en la infiltración y recolección de datos que conforman los Centros de Reunión de Información de Gendarmería Nacional en todo el país.