Si nos guiamos por las propias palabras del gobierno, Argentina estaría cerca de entrar en un default de su deuda pública sin siquiera haber terminado de salir del previo. Si bien es difícil predecir qué pueda suceder luego de entrar o no en default, sí es importante tener un diagnóstico acertado de cuál es el problema de fondo para no repetir los mismos errores. Bien podría decirse que Argentina no aprendió del default del 2001 si a poco más de una década se encuentra ante un problema similar (el famoso “una crisis cada 10 años en Argentina”). Si bien la situación amerita velocidad de reacción por parte del gobierno, hay dos puntos importantes importantes de resaltar para que no se pierdan en el análisis de corto plazo. En primer lugar el rol del déficit fiscal, en segundo lugar una diferencia fundamental en este default respeto al anterior que no parecer estar recibiendo la atención que merece.
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Aclarando el cierre de gobierno y limite de deuda en EEUU
Las últimas semanas la situación fiscal de Estados Unidos ha tenido en vilo al mundo de las noticias. El cierre del gobierno americano y el fantasma de un default de la economía más importante del mundo no son temas menores. El acuerdo fiscal acordado a horas de un posible default completan una historia con aspectos de guión de una película de suspenso de Hollywood. ¿Qué sucedió, qué no sucedió y cuál es el problema de fondo en el cierre de gobierno y límite de deuda en Estados Unidos en las últimas semanas?
Qué no sucedió
Lo primero que hay que tener en cuenta respecto al cierre de gobierno es que, de hecho, no cerró. Como ejemplifica Ben Powell (Texas Tech University) en una columna el Huffington Post, si McDonalds suspende (no despide) al 40% de su personal no relacionado a la confección de comida y deja de entregar juguetes en la conocida Cajita Feliz difícilmente se hable del “Cierre de McDonalds”. El mal llamado “cierre de gobierno” consiste en la suspensión temporal de las actividades “no esenciales” de gobierno (como el personal no relacionado a la comida en McDondalds), que son todas aquellas actividades que no dependen de funcionarios con nombramiento constitucional y sus delegados directos. Por ejemplo, un juez es una figura constitucional. El juez y sus asistentes de primera línea deben seguir trabajando. Ni Obama ni los senadores y diputados dejaron de trabajar durante el “cierre de gobierno”. Distinto es el caso de parques públicos y algunas agencias de gobierno. Es decir, aquellas actividades que no definen al gobierno son las que queda en suspenso. Por ejemplo, la agencia recaudadora de impuestos sigue funcionando, Estados Unidos no se retiró de zonas con actividad militar, etcétera.
Tres décadas y un problema llamado déficit fiscal
Tras tres décadas desde la vuelta a la democracia, el kirchnerismo se asoma al fin de su período con una situación económica con serias complicaciones e incluso con la posibilidad de terminar con otro default internacional. De hecho, las tres décadas democráticas estuvieron signadas por serios problemas económicos como la hiperinflación de fines del 80, la crisis del 2001 y los actuales desequilibrios monetarios. Sin embargo no hay nada nuevo bajo el sol en lo que concierne al origen de los problemas económicos de las últimas tres décadas, que estuvieron marcadas por el mismo problema: déficit fiscal, déficit fiscal y déficit fiscal…
Analizar el caso argentino con énfasis en políticas públicas sin poner la lupa en el problema del déficit fiscal es pasar por alto el problema de fondo. Es como sostener que el problema del adicto al alcohol son los síntomas, o la marca que consume, pero no la adicción al gasto público. El problema de errar en el diagnóstico es que fácilmente puede llevar a proponer solución aquello mismo que produce el problema en primer lugar. Una nueva ronda de tragos para combatir la resaca no es una solución de largo plazo. Ciertamente, tener déficit fiscal algún que otro año no es un problema serio, como no lo es tomarse una copa de vino durante la cena, el problema es la acumulación de déficits fiscales a niveles insostenibles. El problema no es la copa de vino, es la sumatoria. Expandir el gasto público para combatir las secuelas de una crisis de origen fiscal difícilmente lleven a buen puerto.