Un movimiento personalista como el kirchnerismo no tiene herederos; la única continuidad posible es la de Cristina Kirchner. Pero, a diferencia de otros movimientos similares en América Latina, el kichnerismo no pudo reformar la Constitución. ¿Cómo, entonces, resignarse a abandonar el poder, con el inmenso riesgo de no recuperarlo y enfrentarse así a la probable catarata de denuncias de corrupción? Para muchos, la situación es a todo o nada para mantener cargos, influencias, impunidad y negocios.
Una posible llave está en un proyecto que se trata en diciembre en el Congreso que podría parecer a simple vista como anodino: la elección de los parlamentarios del Mercosur. Como este organismo no decide prácticamente nada puede creerse que la cuestión es irrelevante. Sin embargo, esta reforma puede cambiar la dinámica política en la Argentina. El “vamos por todo” empieza a tomar forma concreta. Continuar leyendo